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Dólar 2025: Milei empieza el año subiéndole el volumen al debate con los "mandriles"

La fluctuación del paralelo y los defaults del campo se sumaron al déficit de cuenta corriente para completar un clima de duda sobre la política cambiaria
02/01/2025 - 06:28hs
Dólar 2025: recrudece el debate de Javier Milei con los 'mandriles'

Javier Milei y su equipo económico empezaron el año dando la "batalla cultural" en el terreno de la economía: el presidente pronosticó una fuerte recuperación de la economía en simultáneo con una caída de la inflación y con superávit fiscal. En otras palabras, asegurando que echará por tierra con la creencia de que necesariamente una baja inflacionaria requiere una recesión o que un programa de crecimiento necesita una inyección de pesos al mercado.

Para apoyar ese argumento, todos, desde el propio Milei hasta Toto Caputo, y pasando por varios funcionarios de la segunda línea, hicieron un raíd de conferencias, entrevistas y posteos en las redes argumentando sobre los indicadores positivos de la economía.

O, mejor dicho, casi todos los indicadores. Porque hay algunos que continúan siendo cuidadosamente ignorados. El más importante de ellos es el déficit en la cuenta corriente: en la última semana del 2024 se confirmó el sexto mes consecutivo con resultado en rojo.

Los números todavía no son de una magnitud preocupante, pero la tendencia sí lo es: en noviembre hubo un déficit de u$s911 millones, dado que el superávit de u$s530 que dejó la balanza comercial no alcanzó para compensar la salida de divisas por turismo y pagos de deuda.

Y todos los días aparecen informes con datos preocupantes a futuro: los precios de aquellos productos que hace que ingresen dólares a la Argentina -desde la soja hasta el petróleo- tienden a una fuerte baja, mientras los canales por los cuales se van los dólares -en particular las importaciones y el turismo, crecen a toda velocidad.

Esta situación es lo que marca cuál es el rubro de la "batalla cultural" en la que el gobierno no termina de convencer al mercado: el del tipo de cambio. Desde hace meses, Milei está empeñado en persuadir a la opinión pública de que no solamente no hay retraso cambiario, sino que hasta hay riesgo de que el dólar se desplome a la zona de $700.

Javier Milei y el dólar: coincidiendo con Pepe Mujica

"Me inundaron de dólares", dijo el presidente en una entrevista, aludiendo al efecto combinado del blanqueo de capitales y los primeros proyectos de inversión en el marco del RIGI. Irónicamente, fue una frase que lo emparentó no con los economistas liberales a quienes él admira, sino al expresidente uruguayo José Mujica, quien en 2013, mientras observaba la fila de argentinos llevando dólares para depositarlos en el sistema bancario uruguayo, se quejaba de estar "embuchado de dólares".

Lejos de festejar aquella situación, el entonces mandatario uruguayo alegaba que semejante ingreso de divisas ponía más presión al retraso cambiario y forzaban al Banco Central a comprar dólares para no hacer caer más la cotización. Ya en aquel momento se hablaba del problema de la "enfermedad holandesa" que hacía que Uruguay se transformara en un país con precios muy altos, medidos en moneda estadounidense.

Claro, hay un detalle que diferencia el Uruguay de 2013 y la Argentina de Milei: en el primer caso no existía el cepo cambiario. Y es un detalle que marca toda la diferencia. Porque pone una nota de duda sobre qué tan sólidas son las bases del plan económico para este año.

El argumento que ha dado hasta ahora Milei para demorar el levantamiento del cepo es "un problema de stocks todavía no resuelto". Es decir, que el problema no era que no ingresaran dólares al país, sino que todavía quedaba el exceso de pesos heredado del gobierno anterior, que podría generar una turbulencia cambiaria durante el período en que no se haya recompuesto la demanda de dinero.

No son pocos los economistas que cuestionan ese punto de vista. Pero, dejando de lado ese debate, hay ahora otra objeción al argumento de Milei: no sólo hay un problema de stocks, sino también de flujos, sino se toma como referencia el dato de la cuenta corriente. Y, para desgracia del gobierno, son muchos quienes ponen la lupa sobre ese indicador, empezando por el Fondo Monetario Internacional.

El déficit que mata

Los economistas suelen recordar una célebre frase acuñada por el prestigioso ex ministro brasileño Mario Henrique Simonsen: "la inflación lastima, pero la balanza de pagos mata". Y no es casual que en Argentina ese déficit genere preocupación: la historia reciente muestra que cada gran devaluación vino precedida por un aumento acelerado en ese rojo.

Y, precisamente hablando de Brasil, acaba de registrar un déficit de 2,37% en noviembre, algo que ocurre en consonancia con la mayor devaluación del real, aun cuando el Banco Central del país vecino cuente con la friolera de u$s340.000 millones.

En el caso argentino, la historia demuestra que ha sido un disparador de todas las crisis, y que esto ha ocurrido en gobiernos de todos los signos ideológicos: desde comienzos de los años 80, cuando se rompió la "tablita cambiaria" tras un déficit récord de 6% del PBI, pasando por la crisis del plan Austral que derivó en la hiperinflación de 1989 -con un previo déficit de cuenta corriente de 4%- y por el colapso de la convertibilidad -anticipado por el déficit de 4,8% en 1998.

Ya en este siglo, la llegada del cepo de Cristina Kirchner coincidió con la pérdida del superávit en 2010, y luego el daño del déficit de cuenta corriente se evidenció en toda su intensidad en 2018, cuando un rojo de 5,2% del PBI llevó a la devaluación y al salvataje del FMI. Y, finalmente, cuando asumió Javier Milei se encontró con un déficit de u$s21.000 millones, equivalente a un 3,3% del PBI

¿Qué pasa con la situación actual? El gobierno la minimiza, con el argumento de que habrá un robusto superávit de la balanza comercial. Sin embargo, en el mercado hay advertencias.

"La reversión del superávit de cuenta corriente de los primeros cinco meses a déficit en los siguientes seis meses debería actuar como alerta sobre la política cambiaria del gobierno", apunta la consultora financiera Aurum.

Y la consultura Empiria -liderada por Hernán Lacunza- proyecta que, lejos de tratarse de un fenómeno en reversión -como insinúa Caputo-, el déficit en la cuenta corriente será la tónica del 2025. "Con un tipo de cambio en niveles similares a los previos a la devaluación de diciembre de 2023 y la recuperación de los salarios reales, el déficit del sector servicios tenderá a profundizarse, especialmente en el renglón turismo. Sumando los intereses netos a pagar por u$s11.057 millones, se estima una cuenta corriente deficitaria por 0,55% del PBI", sostiene Empiria.

Mientras que otros economistas, como Emmanuel Alvarez Agis advierte sobre el equilibrio frágil sobre el que se está basando el programa económico. ""El esquema tiene los típicos riesgos de una combinación de déficit de cuenta corriente con superávit de la cuenta capital por parte del sector privado: el acceso al crédito. Si el sector privado decide desapalancar su endeudamiento externo y/o el mercado deja de querer financiar a las compañías argentinas, el BCRA no está en condiciones de sostener la paridad cambiaria en estos niveles", advirtió en la consultora PxQ. De todas formas, puntualizó que no necesariamente el riesgo devaluatorio es algo que pueda ocurrir en el corto plazo.

Dólar: los "mandriles" mantienen su apuesta

El gobierno, cuando se plantea el tema cambiario, acusa a los críticos de estar promoviendo una devaluación -un debate en el que suele incluirse inexorablemente la palabra "mandriles" para describir a quienes apostaron a una devaluación del peso y salieron perdiendo-.

El argumento técnico, generalmente expuesto por Federico Furiase, es que la regla de emisión cero anunciada a mediados del 2024 le permite al BCRA un margen de esterilización -y aclara que esto es "con discrecionalidad en el timing y los volúmenes", es decir que se reserva la decisión de vender cuando lo considere necesario-.

Y agrega que el tipo de cambio real se está estabilizando en los niveles de enero de 2016 -es decir, tras la devaluación inicial de la gestión macrista- y que lo que explica la estabilidad es el superávit cambiario y el haber fijado el tope de $47 billones como base monetaria amplia, que funciona como un ancla para el resto de las variables.

Argumentó incluso que hay margen para que el peso se aprecie más, porque la historia marca que, en momentos de confianza, la paridad puede caer a niveles en torno de $800 de hoy.

Sin embargo, el mercado sigue mostrando dudas sobre el tema, tanto en el debate teórico como en la pulseada diaria del mercado. En el primer punto, se discute qué tan real es del superávit fiscal financiero -por la acumulación de deuda no contabilizada- hasta la exacerbación del peso revaluado a contramano de los países vecinos que devalúan.

Y en el mercado, ya las últimas semanas de diciembre habían mostrado cierta volatilidad, con el blue recuperando velozmente desde $1.070 a $1.230 y el "contado con liquidación" desde $1.067 hasta $1.183. Tampoco ayudaron las malas noticias sobre defaults en empresas del agro, algo que recalentó el debate sobre el atraso cambiario.

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