LO QUE VIENE

Plan Milei 2025: tipo de cambio bajo, boom de crédito, dólares del colchón a la calle y apuesta por Trump

El Presidente planteó un refuerzo en los puntales de su plan y dijo que ahora se verá crecimiento. Apuesta al crédito y la inversión externa directa
ECONOMÍA - 10 de Diciembre, 2024

Más de lo mismo. Doble ración. Esa es la síntesis de lo que Javier Milei anunció para 2025, tanto en la economía como en la política y en la "batalla cultural". Pero con una promesa explícita: que esa misma receta, de la cual en 2024 se vio la parte del sacrificio, ahora empezarán a verse los beneficios.

El presidente transmitió su convicción de que su fortaleza política crece en forma directamente proporcional a su capacidad de diferenciarse de los políticos tradicionales, y es por eso que hizo hincapié en que el año electoral, lejos de tener un "Plan Platita" o un relajamiento fiscal, sería el momento de la "motosierra profunda".

Es decir, que no se contentará ya con mantener el superávit fiscal, que en 2024 fue logrado principalmente por la licuación inflacionaria del gasto público, sino que ahora es el turno de los recortes estructurales. No eludió la explicación sobre cuál es la consecuencia directa de esa oleada de desregulaciones: el cierre de agencias, secretarías y la eliminación de miles de cargos en el Estado, lo que podría traer una nueva oleada de despidos de empleados públicos.

Y, además, la determinación a avanzar en los cientos de regulaciones donde alguien tiene su "peaje" o kiosko ante un público cautivo.

Según Milei, esa será la forma genuina de darle competitividad a la economía, porque permitirá que se alivie la carga impositiva. En las próximas horas se dará a conocer la reforma tributaria, de la cual ya se filtraron algunos detalles: se eliminarán cientos de impuestos pocos relevantes para la recaudación y se sostendrán solamente aquellos que hoy permiten el superávit fiscal.

Se larga la competencia de impuestos bajos

Entre los perdedores del 2025 seguirán figurando los productores agropecuarios, porque horas antes del discurso de Milei, su ministro de Economía, Luis Toto Caputo, había avisado que "ojalá" se pudieran levantar las retenciones a la exportación durante el año, es decir que era una situación a la que, por ahora no ve factibilidad real.

Pero, sobre todo, lo que espera Milei con su reforma tributaria es un cambio en el relacionamiento con los gobernadores provinciales, a quienes les recordó el texto del "Pacto de Mayo" en el cual se comprometían a disminuir el peso tributario sobre la población.

Según Milei, lo que se viene es la recuperación de la autonomía provincial para recaudar, lo que deberá hacerlas menos dependientes de la asistencia financiera permanente de la Casa Rosada y más libres para generar incentivos. De hecho, habló sobre el inicio de "una competencia fiscal entre las provincias para ver quién trae más inversiones".

En todo caso, lo que Milei dejó en claro es que no se contentará con mantener los niveles actuales de superávit fiscal, sino que quiere ampliarlos, de manera tal que se pueda avanzar en la baja paulatina de la presión impositiva total.

Cepo sin fecha de terminación

Sobre el tema más esperado de su discurso -el cepo cambiario- se limitó a prometer que "esa aberración" será eliminada durante el 2025, sin mayores precisiones sobre fechas ni sobre la modalidad.

Pero el presidente ya ha dado señales al respecto. Considera que hoy tiene una limitante, y que está dada por un problema de stocks en el Banco Central. Es una alusión al tema que en tantos discursos han mencionado Milei y su ministro Caputo: el sobrante de pesos en relación a la cantidad de dólares -money overhang, le llaman en la jerga financiera-.

Según Milei, el problema no es de flujos de dólares, porque entre el crecimiento de las exportaciones y la entrada de inversiones -calculó en más de u$s11.000 millones los proyectos en vías de concreción en el esquema RIGI-, habrá una fuerte entrada de divisas a Argentina.

De hecho, en los últimos días se ha dedicado a argumentar que no es correcto hablar de un retraso en el tipo de cambio y que, gracias a las reformas estructurales, el nuevo dólar de equilibrio no tiene por qué volver al promedio de los últimos años. No por casualidad, citó que el tipo de cambio de los años ’90, expresado en valores de hoy, estaría en torno de $400.

Pero admite que es irresuelto problema de stocks hace que no pueda levantar el cepo todavía. En otras palabras, no puede permitir que todas las empresas que quieren enviar divisas fuera del país vayan de golpe a pedirle dólares a un Banco Central que todavía tiene sus cuentas netas en rojo.

Al pasar, mencionó las dos posibilidades que se barajan para resolver ese tema: un aporte de fondos frescos por parte del Fondo Monetario Internacional -algo a lo que se le asignaba poca probabilidad hasta que Donald Trump ganó la elección- o bien la obtención de un crédito de bancos internacionales, aprovechando la situación de disminución en el índice de riesgo país.

La nueva normalidad del peso fuerte

En todo caso, lo que Milei quiso transmitir es que la actual situación cambiaria, en la cual el dólar paralelo convergió al mismo nivel que el tipo de cambio oficial no debe ser vista como una rareza, sino como la "nueva normalidad".

La argumentación de Milei es que el nuevo "peso fuerte" es la consecuencia natural de haber eliminado el déficit fiscal y haber reducido un tercio el gasto público. Y eso hace que las comparaciones con años de déficit fiscal pierdan validez, porque lo natural en un contexto como el actual es que el peso refleje la mayor solidez de la economía.

Dejo su mensaje a los empresarios que se quejan por la pérdida de competitividad, uno de los principales temas que ocupan los foros de la industria. Su argumento es que lo que se pierda por el tipo de cambio será compensado por el efecto beneficioso de la desregulación y la disminución de la presión impositiva, que mejorará los costos de producción.

Sobre todo, la gran apuesta de Milei es que el combustible de la economía doméstica funcione con la expansión del crédito. Justificó el recorte de tasas de interés y dijo que, gracias a esa política, unos 15 puntos del PBI que antes terminaban en las arcas fiscales, ahora estarán a disposición de los privados para que puedan invertir.

¿Dolarizando la economía cotidiana?

Milei no lo dijo explícitamente, pero gran parte de la masa que los bancos tienen ahora disponible para prestar viene del blanqueo de capitales, que sumó u$s22.000 millones al sistema bancario.

Y es por eso que se anunció la otra medida que se esperaba con ansiedad: la confirmación de que habrá un marco regulatorio para que se pueda usar el dólar en las transacciones cotidianas.

En las próximas horas se conocerán los detalles técnicos. Pero básicamente lo que el gobierno pretende es que los dólares que hoy están inmovilizados en los bancos puedan usarse en operaciones de compraventa, ya sea desde las cajas de ahorro o de las cuentas especiales creadas para el blanqueo.

En esa "competencia de monedas", la apuesta del gobierno es que, como dijo hace algunos meses Caputo, el peso sea la que escasee y el dólar sea la que sobre. De esa manera, el plan es que se monetizará la economía con los propios "dólares del colchón", ya que ahora tendrá más sentido hacerlos circular que atesorarlos mientras pierden poder adquisitivo.

Guiños al amigo Elon

Claro que para que todo el plan se sustente, Milei necesita fortalecer su posición política. Y por eso hizo mención a la necesidad de darle un "anabólico" a las reformas en las elecciones legislativas.

La estrategia comunicacional quedó clara: se seguirá apelando a la batalla cultural, con la consigna de que lo que está en juego no es la competencia de candidatos sino de visiones y proyectos de sociedad.

Parte importante del proselitismo oficialista será la recuperación del protagonismo internacional de Argentina, que según Milei dejó de ser "el hazmerreír del mundo" y de ser puesta como ejemplo de todo lo que no hay que hacer, a llamar la atención de los medios de comunicación y de los gobiernos desarrollados.

No perdió la ocasión de recordar que el mismísimo Trump había tomado su modelo del ministerio de desregulación que conduce Federico Sturzenegger para aplicarlo en la sociedad estadounidense.

Y dijo que una fortaleza relativa de Argentina, además de sus recursos naturales y humanos, era el contraste entre la tendencia a la liberalización que hay aquí mientras en muchos países desarrollados se avanza hacia "un infierno regulatorio". Un argumento muy en línea con la prédica de su amigo Elon Musk, que ahora estará a cargo de la "motosierra" en Estados Unidos.

El difícil test de Lula

El presidente confirmó también que parte central de su agenda es el tratado de libre comercio con Estados Unidos, y no faltó la alusión al ALCA, que se propuso hace casi 20 años por parte del entonces presidente George W. Bush, y boicoteado por la dupla Néstor Kirchner- Hugo Chávez.

Para ello, Milei tendrá que pasar un test difícil: ser persuasivo no solamente en la relación bilateral con la superpotencia, sino con los vecinos y socios del Mercosur, empezando por el brasileño Lula Da Silva, que hoy parece en sus antípodas ideológicas -aunque eso no impide que firme acuerdos como el de la compra de gas-. Milei quiere que, además de tener permiso para negociar por su cuenta con Trump, se aplique una rebaja generalizada en el arancel externo común del Mercosur, un objetivo que a priori luce complicado.

"Planifiquen en grande"

Pero, en definitiva, si de algo se mostró convencido Milei a un año de haber asumido, es que cumplió uno de los propósitos que se había fijado: poner a Argentina en la agenda global. Sobre todo, la de los inversores. Las alusiones a la reactivación del programa de energía nuclear y a la posibilidad de que Argentina sea uno de los "hubs" de la Inteligencia Artificial dan cuenta de ese optimismo.

"Planifiquen en grande", arengó Milei a los argentinos, tras hacer su evaluación del achique estatal y la promesa de un futuro próspero. Evitó, por cierto, las alusiones a las partes más criticadas de su plan económico, como la persistencia del déficit en la cuenta corriente, la tendencia a la caída de precios de exportaciones argentinas, el encarecimiento de los costos de producción interna y las acusaciones de que bajo el superávit fiscal se esconde una nueva deuda.

Para Milei, el éxito de su plan depende de que la ciudadanía siga creyendo que lo que viene será mejor que lo que pasó. Y que lo demuestren no sólo en las encuestas, sino a la hora de sacar los dólares debajo del colchón.

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