Caputo apuesta a que la producción absorba la plata de los bonos: por qué desconfían las empresas
Una de las frases preferidas de Luis Caputo es que, desde el recambio gubernamental, "los bancos tuvieron que volver a trabajar de bancos", en alusión a que como se eliminó la deuda remunerada del Banco Central y bajaron las tasas de interés, ahora ya no es negocio prestarle al Estado y hay que volver a dar crédito. Pero su negativa a hacer un canje de deuda por u$s4.000 millones en el verano próximo dejó planteado el interrogante sobre si la economía argentina puede absorber semejante masa de capital en proyectos privados.
En otras palabras: ¿hay condiciones para que los inversores vuelvan a ser inversores? La pregunta quedó planteada ante el optimismo demostrado por el ministro, quien desmintió la posibilidad de que en enero, para evitar los pesados vencimientos de capital e intereses de bonos soberanos, se realizara un canje, aprovechando la caída en el índice de riesgo país, lo cual le garantizaría una mejor tasa.
Sin embargo, Caputo planteó el tema como si fuera una cuestión de principios. "Esa plata irá a financiar mayormente al sector privado y a alguna provincia. eso se va a traducir en mayor inversión en la economía real, menores tasas de interés, crecimiento de la economía y trabajo para la gente", escribió en un triunfalista tuit que acompañaba el texto con dos banderitas argentinas.
Se estima que los vencimientos en enero de los bonos GD30 y AL40 -que remuneran en dólares- implican el pago de u$s1.800 millones. Y el propio Caputo calculó que, sumando todos los pagos por amortizaciones e intereses superarán los u$s4.000 millones que serán pagados al contado, con divisas que el Tesoro ya le compró al Banco Central. No es poco, para un país que sigue teniendo reservas en terreno negativo, por u$s6.500 millones.
Estas declaraciones dispararon los clásicos debates sobre si las exportaciones de soja y energía serán suficientes como para compensar la "fuga" de dólares que supondrá un mayor nivel de importaciones y un mayor gasto de turistas argentinos en el extranjero.
Pero, sobre todo, lo que sorprendió fue el optimismo sobre que la economía, en su sector privado, pueda ser capaz de absorber esa masa de dinero que, según Caputo, los inversores querrán realojar en riesgo argentino, pero del sector productivo.
El lento regreso de las inversiones
El bajo nivel actual de la inversión, según cómo se mire, puede ser interpretado una oportunidad de crecimiento o como la señal de que el país todavía no tiene condiciones como para concretar grandes proyectos.
En un reciente evento de la consultora Ernst & Young (EY), los directivos comentaban que, en los últimos años, sus servicios fueron mucho más requeridos para casos de "desarme" de inversiones por parte de multinacionales que habían decidido salir del país que por instalación de nuevos proyectos. Ahora, sin embargo, ambas ramas de actividad se emparejaron y, como síntoma del cambio de humor del mercado, la firma tiene planes para contratar 1.000 profesionales adicionales.
De momento, no se diría que se registra un boom en los negocios, sobre todo por inversión externa directa. La estadística oficial para el segundo trimestre del año muestra -sin contar al sector financiero- una entrada de u$s652 millones por aportes de capital y u$s58 por fusiones y adquisiciones.
El año pasado, en el segmento "M&A" se tocó uno de los puntos más bajos, con un movimiento de apenas u$s1.321 millones en el año, lo que implicó una contracción interanual de casi 70%.
Ahora, en cambio, hay un movimiento incipiente, como se ha visto en casos que llegaron a los títulos de los medios, como la compra de HSBC por parte del banco Galicia, así como la compra de la operación del brasileño Itaú por parte de banco Macro. También se comentó la compra de Procter&Gamble por parte de Newsan y, en los últimos días, la compra de un centro comercial en el conurbano por parte de IRSA, el holding dirigido por Eduardo Elsztain.
La lupa en el costo dolarizado
Es decir, todavía el protagonismo es el cambio de manos, generalmente en los que empresarios locales toman negocios de firmas internacionales que quieren salir del país. Sin embargo, también hay indicios, bajo los cambios regulatorios -especialmente el RIGI- y el auge de los negocios energéticos, de que se está rearmando la inversión externa directa.
No es aún lo que se dice un nivel impactante si se considera la serie histórica, donde el año con mayor ingreso por inversiones externas directas fue 1999, con unos u$s22.000 millones, mientras que el de menor llegada de inversiones fue el 2014, cuando se registró una salida neta de capitales.
Una investigación del BBVA Francés comparó los flujos inversores con el "rojo" de la cuenta corriente, y advirtió que, ante crisis de salida de capitales por atraso cambiario, las inversiones nunca llegaron a compensar el nivel de la "fuga". Por caso, en el mejor momento de la gestión macrista se llegó a un flujo de negocios por u$s10.000 millones, pero los dólares que se fueron por la cuenta corriente triplicaron a los que ingresaron por inversiones.
Y, no por casualidad, los analistas están haciendo la distinción crucial entre los proyectos destinados al mercado interno y que facturarán en pesos argentinos y aquellos que pueden generar ingresos dolarizados. "Cuidar los costos en dólares, ese es el nombre del juego", tituló su último reporte Jorge Vasconcelos, el economista jefe de la Fundación Mediterránea.
Indica que las ventajas están puestas en el sector energético y la minería, que están destinados a crecer a un ritmo anual de dos dígitos, empujados por una economía global que demandará su producción. Aunque advierte que la competencia global es dura y que, por eso, "no se trata sólo de márgenes de rentabilidad y dividendos, sino también de compensar con una ‘caja’ robusta la desventaja de operar en un país con baja calidad crediticia".
La mirada deLuis Caputo puesta en las inversiones del nuevo sistema RIGI
El mayor desafío, recuerda Vasconcelos, es el de hacer rentables los negocios en un país donde todo apunta a que se mantenga la "inflación en dólares", a contramano de lo que ocurre en países vecinos que están devaluando sus monedas.
De momento, esa preocupación se está notando en la caída de los costos de extracción en la zona de Vaca Muerta, que han caído a la mitad en los últimos cinco años.
"Lo interesante es que esta caída tendencial de costos, reflejando la trayectoria de la llamada ‘curva de aprendizaje’, se ha dado en un proceso de continua incorporación de proveedores nacionales de equipos, partes y servicios, de acuerdo a diferentes fuentes empresarias. Máquinas y servicios importados se utilizan ahora sólo en ítems en los que la tecnología local no ha alcanzado desarrollo suficiente, representando una fracción (entre el 15 % y el 20 %) del total de los costos", observa Vasconcelos.
Las miradas están puestas, sobre todo, en cómo respondan los inversores al nuevo sistema RIGI, algo que, en off the record, los empresarios afirman que es mucho más importante por la libertad de movimiento de capitales que por las exenciones impositivas. De hecho, la expectativa que se comentan en ámbitos empresarios es que, en la medida en que el plan Caputo llegue a buen puerto y se termine levantando el cepo de manera no traumática, toda la economía se terminará pareciendo al esquema RIGI.
Hasta ahora se anunciaron seis grandes proyectos. El último fue el de Pan American Energy, que desembolsará u$s2.900 millones para instalar en la costa Rio Negro un buque de licuefacción de gas natural, que llegará por gasoducto y saldrá con destino de exportación.
Antes, el gobierno había celebrado los anuncios del área energética, como el Vaca Muerta Oil Sur, un consorcio de siete compañías liderado por YPF para conectar Vaca Muerta con Río Negro, y que implica un desembolso de u$s2.500 millones.
La petrolera nacional había ya asumido la "pole position" ni bien se aprobó el RIGI, con el anuncio de que su subsidiaria YPF Luz invertiría u$s220 millones en un parque de energía solar.
La lista se completa con la inversión de u$s700 millones de Transportadora de Gas de Sur (TGS) para ampliar la capacidad de transporte en el gasoducto Perito Moreno -ex gasoducto Kirchner- en el tramo Salliqueló-Tratayén.
Además, hubo dos proyectos de explotación de litio y uno de oro, con inversores coreanos, australianos y colombianos, que totalizan unos u$s2.200 millones.
Potencial de inversión en dólares para la economía argentina
Mientras tanto, gracias el "efecto blanqueo", el sistema bancario cuenta con depósitos por u$s33.180 millones, según el último dato oficial. En paralelo, se está dando uno de los fenómenos que más entusiasman a quienes creen que la economía va a crecer sobre bases sólidas y que no experimentará un simple "rebote": en octubre se registró el mayor volumen de emisión de deuda corporativa desde el 2015. Hablando en plata, se captó un total de $231.581 millones y 2.284 millones de dólares, distribuidos en 16 Fideicomisos Financieros y 45 Obligaciones Negociables.
Pero, si bien el crédito se está expandiendo a gran velocidad y las propias empresas están saliendo a buscar financiamiento, también es cierto es que venía de niveles muy bajos. De hecho, el comentario de los analistas es que muchas empresas, ante el costo del capital, prefieren financiarse con fondos propios. Es una práctica que no todos los consultores aconsejan, en el nuevo contexto -en el que según la promesa de Caputo el dólar pasará a ser la moneda abundante y el peso la escasa-.
En el ámbito agropecuario, Salvador Di Stefano es uno de quienes predica la toma de crédito, que no se limita a aquellos exportadores que generan ingreso en divisas. Destaca que, en el mercado de capitales, por la vía de emisión de un pagaré en dólares con garantía de una SGR, también es posible obtener un crédito en divisa para las empresas con flujo de caja pesificado. "Si tiene ahorros en bonos y acciones, puede ponerlos como garantía para financiarse al 40% en pesos o al 2,0% en dólares, siempre en el mercado de capitales", apunta el consultor.
Lo cierto es que la inversión se está empezando a mover, aunque las dudas sobre qué tan sólidas son las bases del equilibrio fiscal y la calma cambiaria hace que todavía predomine la cautela. Hablando en números, los expertos en finanzas corporativas creen que el potencial de inversión actual para la economía argentina es de unos u$s5.000 millones anuales, si todo sale bien.
Será una prueba para ver qué tan realista es el optimismo que deja traslucir Toto Caputo al anunciar la cantidad de dólares a los que las arcas estatales renunciarán y dejarán disponibles para la inversión privada.