COMPETITIVIDAD

El lado B de la inflación: el IPC se desacelera, pero Argentina está cada vez más cara en dólares

Tras un período en el que los precios caían cuando se los medía al dólar CCL, julio mostró un cambio de tendencia por las medidas de Caputo
ECONOMÍA - 14 de Agosto, 2024

Más allá de la polémica sobre si el sendero de baja de la inflación que prometió Toto Caputo es sostenible o no, hay otro dato que causa menos atención mediática pero que está entre los principales indicadores para los inversores y las empresas: el regreso de la inflación en dólares, que se ha vuelto a constatar con los datos de julio.

Cuando se la mide en términos de dólar paralelo -ya sea que se tome el "contado con liquidación" o el blue- el mes de julio resultó el segundo más alto del año en términos de encarecimiento en dólares de los precios.

El otro momento de alta inflación en dólares había sido febrero, cuando se produjo un mix entre un IPC de 13,2% y una caída de 14% en la cotización del dólar paralelo -tanto en el CCL como en el blue-. La combinación de esos factores hizo que, en apenas un mes, los precios de la economía argentina subieran un impactante 31% medidos en dólares.

Fue ese el momento en el que saltó al primer plano del debate económico la rápida velocidad a la que Argentina se estaba volviendo un país caro en dólares, un fenómeno sorprendente porque hasta hacía pocos meses el país se caracterizaba por ser uno de los países con precios más bajos en la comparación internacional.

En aquel momento los argumentos oscilaban entre quienes justificaban la situación, hablando de un sinceramiento de precios que ponía a Argentina en su lugar histórico en el ranking regional, mientras que en el otro extremo se escuchaban voces de alerta sobre lo insostenible que resultaría otro intento de bajar la inflación mediante el uso de un ancla cambiaria.

No por casualidad, ese fue el mes en el que la "bicicleta" mediante las colocaciones a plazo fijo marcaron rendimientos récords, con un retorno real en dólares de 26% en apenas un mes.

Lo cierto es que los números resultaban impactantes, porque en los últimos años la inflación en dólares que acumulaba la economía había llegado, en sus momentos más altos -como el ocurrido en 2022-, a un 25% a lo largo de todo un año. Es decir, menos de lo que se registró en apenas un mes del verano pasado.

Un veranito con deflación en dólares

La situación entró luego en una relativa normalización, dado que el IPC empezó a mostrar cifras más bajas, al tiempo que ya no se produjeron caídas bruscas en la cotización del paralelo. De todas formas, marzo volvió a registrar una inflación en dólares del 9,5% -si se hace el cálculo con la cotización del "contado con liqui"- y en abril se registró un 8%.

Pero ya en mayo se produjo un quiebre de la tendencia, dado que junto con el IPC más bajo registrado en el año -4,2%-, hubo una marcada reacción del mercado cambiario. La combinación de precios relativamente contenidos y dólar acelerando a toda velocidad marcaron, por primera vez en el año, un momento de caída de precios, medidos en dólares.

Esa deflación fue de 8,5% -si se calcula al dólar "contado con liqui"- o de 11,7%, si se lo mide en términos de dólar blue. En junio se repitió la caída de precios dolarizados: en este caso fue de 3,4% medido en CCL y de 6,6% medido en blue.

Parecía que esa iba a ser la tónica de los próximos meses, dado que la volatilidad se estaba imponiendo en el mercado cambiario, en medio del ruido por la baja en el nivel de reservas del Banco Central, las idas y venidas sobre una asistencia financiera del FMI y los rumores sobre cuál sería la fecha del levantamiento del cepo.

En ese contexto de mayor incertidumbre sobre la capacidad de la economía para conseguir divisas y normalizar el tipo de cambio, otra vez se consideró normal un ensanchamiento de la brecha cambiaria por encima del 50%. Y, como consecuencia natural de esa situación, los precios de la economía argentina volverían a caer en términos de dólar.

Por otra parte, al mismo tiempo que eso ocurría en el plano doméstico, ya se estaba notando una tendencia a la devaluación en las monedas de los países vecinos, como respuesta a un fortalecimiento de la moneda estadounidense y una caída en las cotizaciones de las materias primas. Por caso, el real brasileño se depreció un 6,3% frente al dólar durante el mes de junio.

Toto produjo un nuevo punto de inflexión

Sin embargo, otra vez se produjo un punto de inflexión. El anuncio de las nuevas medidas económicas realizado por Toto Caputo, incluida la venta en el CCL de parte de las divisas compradas en el mercado oficial, determinó una caída en el tipo de cambio paralelo.

Es así que en julio, si se considera la modalidad "contado con liqui", hubo una baja de 4,8%, mientras que el blue retrocedió en el mes un 2,5%. Los analistas consideran que esa es la consecuencia lógica de la nueva política intervencionista, que tiene como cometido explícito una reducción de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo.

Dicho de otra forma, en julio se volvió a la inflación en dólares: un 9%, tomando al CCL como referencia.

El debate sobre si esto es un dato positivo o negativo puede ser eterno. Por un lado, es la expresión de una reducción de la brecha cambiaria, algo que muchos consideran positivo porque aporta previsibilidad para los negocios y evita que los ahorristas retiren masivamente sus fondos del sistema bancario.

Pero, por otra parte, hace regresar las advertencias sobre el retraso cambiario, y el encarecimiento de los precios en dólares como uno de los síntomas más claros.

En realidad, las mayores críticas no obedecen a la caída del tipo de cambio paralelo en sí mismo, sino a la forma en que se lo consiguió. Un informe de la consultora Eco Go calcula que el gobierno ya destinó u$s12.400 millones a intervenir sobre la brecha, contando la venta que está realizando el Banco Central más el régimen de dólar "blend" por el cual los exportadores pueden liquidar un 20% de su venta en el mercado CCL.

Según Eco Go, la cifra que lleva acumulada la gestión de Caputo ya supera ampliamente al nivel de intervención que había tenido Sergio Massa -u$s7.619 millones, con la aplicación del "dólar soja"- y hacen parecer pequeña la intervención de Martín Guzmán, que había sumado u$s2.766 millones.

La incertidumbre por delante

En todo caso, la duda que quedó instalada en el mercado es si esta nueva inflación en dólares que se registró en julio quedará como un fenómeno de corta duración o si podrá ser la tónica de los próximos meses.

En su última reunión con agentes de bolsa, Caputo había asegurado que el índice de julio sería el más bajo en lo que va del año, pero que el proceso de desinflación continuará para el segundo semestre.

Ya en su adelanto del presupuesto, Caputo había dicho que la inflación acumulada para todo el año sería inferior a 130%. Como el acumulado del primer semestre fue de 79,8%, la promesa del ministro implicaba que para la segunda mitad del año habrá un acumulado semestral de 27% como máximo. En otras palabras, esto implica que en la segunda mitad del año el promedio de inflación mensual debería ubicarse debajo del 4%.

Esto implica una menor inflación en dólares si se toma como referencia al tipo de cambio oficial, dado que se mantiene la consigna del crawling peg al 2%. Si el pronóstico de Caputo se cumpliera, entonces en los próximos meses ya podría verse registros de inflación que empiecen con un 3. Esto implica una inflación en dólares menor al 2% mensual.

Pero, naturalmente, la cosa difiere cuando se hace la comparación contra el tipo de cambio paralelo. De mantenerse la situación de calma que se ha visto en el arranque de agosto, con un CCL clavado y hasta con leve tendencia a la depreciación, entonces todo hace suponer que la inflación en dólares continuará siendo relativamente elevada.

Algunos argumentarán que eso es una señal de distorsión de los indicadores; otros afirmarán que es un síntoma de credibilidad en el plan económico, pero eso es material para otro debate.

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