Milei, en alerta por conflicto en Misiones: ¿hay riesgo de efecto contagio en pleno ajuste fiscal?
El conflicto que está sucediendo en la provincia de Misiones tiene todos los ingredientes como para provocar la alarma del Gobierno nacional: huelga policial, escraches en la misma casa del gobernador, protesta docente con incidentes violentos y, como trasfondo, la sospecha de que el ajuste sobre los salarios del sector público ya llegó a su límite de tolerancia social.
Sin embargo, a 900 kilómetros de esa provincia, los funcionarios en la Casa Rosada insisten en circunscribir a la crisis como un tema meramente provincial. Una estrategia arriesgada, claro, porque la historia reciente tiene muchos ejemplos de cómo una situación interna en una provincia puede generar rápidamente un "efecto contagio" que se propague por el resto del país.
Es por eso que la atención política nacional está puesta en cómo se resuelva este problema, que pone a Javier Milei ante una disyuntiva compleja: si abandona a su suerte al gobernador Hugo Passalacqua, se arriesga a que el conflicto escale, se propague en otras provincias y afecte la estabilidad a nivel nacional; pero si interviene con una asistencia financiera, su actitud puede ser interpretada como un aliciente para que en otras provincias se aplique la protesta, bajo la implacable lógica de que "el que no llora, no mama".
De momento, la postura oficial es clara: lo que pasa en Misiones, es problema del gobierno misionero, y lo único que hará la Casa Rosada es garantizar el envío de fuerzas del orden si es que la huelga policial provoca un clima de inseguridad.
"Los docentes dependen del Gobierno provincial; por lo tanto, el Gobierno nacional no puede interferir ni en esa negociación ni en ese conflicto, que es entre partes y el Estado no es una de ellas", justificó el vocero Manuel Adorni al referirse al conflicto de Misiones, en la rueda de prensa del viernes. Y trató de transmitir tranquilidad al afirmar que "la provincia va a estar a la altura de las circunstancias".
Misiones con un gobernador en difícil equilibrio
Lo cierto es que las imágenes que llegan desde Misiones parecen desmentir ese mensaje: hubo refriegas frente al edificio de la legislatura, y en la televisión nacional se vieron imágenes de docentes que relataban cómo habían sido golpeados. Una maestra, en un forcejeo con la policía, logró arrebatarle el bastón a un agente y lo presentó como "un trofeo de lucha", un gesto que inflamó el entusiasmo en sectores de la izquierda y el kirchnerismo, que se entusiasman con la posibilidad de que Misiones sea apenas el inicio de un movimiento de resistencia popular contra la política económica de Milei.
Claro que tampoco resulta tan fácil para la oposición hacer una lectura política simplista sobre la situación de la provincia. Después de todo, el gobernador Passalacqua, cuyo origen en la actividad política está en la UCR, fue un aliado de Sergio Massa en las últimas elecciones con su Frente Renovador de la Concordia. Pero, una vez asumido Milei, se mostró como uno de los gobernadores dialoguistas, dispuestos a poner sus votos para aprobar la ley Bases a cambio de una negociación para mejorar la situación fiscal provincial.
En definitiva, Passalacqua se encuentra en la misma situación ambigua que la mayoría de sus colegas: buscando un equilibrio entre la resistencia al recorte de las transferencias de recursos pero, al mismo tiempo, con la necesidad de encontrar un acuerdo con Milei para que la caja provincial no entre en crisis.
Hasta dónde puede llegar el ajuste fiscal
El gobierno misionero no llegó al extremo de afirmar que la protesta está motivada por razones políticas, pero sí dejó en claro que la situación salarial dista de ser la peor, cuando se compara con otras provincias.
El ministro de educación de Misiones, Ramiro Aranda, que detalló que la oferta del gobierno para los docentes es de $400.000 para un cargo de maestra de grado por cuatro horas, y de $562.000 para un profesor de secundaria con 21 horas. Y rechazó las demandas del gremio docente por considerar que no se condicen con la situación nacional: "Ellos están pidiendo 850.000 pesos; no existe en el país ese monto, no se le paga a nadie en el cargo testigo sin antigüedad, porque ninguna provincia está pudiendo llegar. Sobre todo, con la crisis económica a nivel nacional y con las caídas de coparticipación y recaudación que están teniendo las provincias".
El solo hecho de haber mencionado la palabra "coparticipación" deja en claro cuál es la visión del gobierno provincial: en el fondo, lo que genera la inquietud social es el afán fiscalista de Milei, y lo único que puede hacer la provincia es administrar la crisis.
"No podemos hipotecar las cuentas de la provincia porque eso puede traer otros problemas", agregó el ministro, que además, a modo de reivindicación sobre la responsabilidad del gobierno misionero, recordó que está garantizado el pago del medio aguinaldo de junio, algo que todavía está en duda en otras regiones del país -de hecho, en diciembre pasado hubo provincias que pagaron en cuotas-.
Misiones, lejos de los peores de la clase
Pero la crisis está lejos de superarse. Además de la protesta docente, también aparece estancada la negociación con el gremio policial, que consideró "una burla" la propuesta de una mejora salarial de 30% frente a un pedido de 100%.
Y lo peor de todo es que las cifras de las finanzas misioneras son relativamente buenas en la tabla general de las provincias. A diferencia de lo ocurrido en otras situaciones, como la de La Rioja, que a principios de año anunció que debería recurrir a la emisión de una cuasimoneda, Misiones no aparece como un típico caso de provincia con problemas crónicos de mala gestión.
En aquel caso, Milei había encontrado un rival perfecto para justificar su cruzada de disciplina fiscal: el gobernador Ricardo Quintela, que también enfrentaba un conflicto salarial con la policía, había contratado a Lali Espósito para un festival artístico provincial, una situación que Milei se encargó de transformar en un símbolo de irresponsabilidad fiscal y de la batalla cultural por venir. El presidente salió de ese conflicto mejor parado que el gobernador, que poco después anunció un default de los bonos riojanos –lo que le valió ser acusado de "defaulteador recalcitrante y reincidente" por parte del comité de acreedores, que ya había sufrido el reperfilamiento de la deuda en 2021.
¿Qué tan mal están las finanzas misioneras? Si bien finalizó el año con un déficit presupuestario de 2,8% del producto regional (lo que la dejó en el séptimo puesto del ranking nacional de las de peor desbalance), no muestra una dependencia tan fuerte del gobierno nacional como otras provincias.
De hecho, aparece en el tercio de las que reciben menores transferencias per capita desde la Nación. Su dependencia de la coparticipación automática de impuestos es de un 45% sobre el total de ingresos, mientras que lo que recibió por transferencias discrecionales fue de 10%, según la estimación realizada por la Fundación Mediterránea.
Son cifras que contrastan con casos como La Rioja, Formosa, Jujuy y Santiago del Estero, donde la asistencia nacional explica más del 75% de los ingresos totales provinciales.
Y, llamativamente, Misiones está entre los distritos con menor dependencia del empleo público, tiene sólo 49 trabajadores provinciales y sólo 55 empleados públicos -sumando provinciales y nacionales- cada 1.000 habitantes. Eso la convierte en la cuarta provincia del país con menor incidencia del sector estatal en el mercado de trabajo. Dentro del presupuesto provincial, el monto que Misiones destina al pago de salarios está por debajo del promedio nacional de 53%.
Conflicto en Misiones y show de Milei generan ecos del baile de Cristina
Estos números no hacen más que poner en evidencia que, lejos de tratarse de un caso particular de mala gestión provincial, el conflicto salarial de Misiones obedece más a la situación de caída de los ingresos provocada por la crisis de la economía nacional. Y, en principio, aparece como más probable que se produzca un "efecto contagio" a que el conflicto quede encapsulado dentro de la provincia.
Milei tiene a mano ejemplos recientes de cómo este tipo de crisis puede propagarse rápidamente. Quien mejor lo sabe es Cristina Kirchner, que a lo largo de su gestión ha sufrido varias situaciones de ese tipo. Las más grave fue en diciembre de 2013, con una serie de crisis policiales y saqueos, que tuvieron su expresión más dramática en Tucumán, donde hubo muertos en incidentes violentos.
Lo peor para Cristina fue que el momento más grave la encontró bailando en la Plaza de Mayo, en medio de los festejos por los 30 años del regreso a la democracia. Fue un paralelismo que varios advirtieron antes del "show" de Milei en el Luna Park, que también se celebró en coincidencia con la agitación social en Misiones.
En aquella ocasión, Cristina había cometido errores de cálculo político que se le volvieron en contra, como haberse desentendido de un conflicto policial en Córdoba, alegando que tenía injerencia en cuestiones provinciales. Claro, en aquel momento la provincia mediterránea estaba gobernada por José Manuel de la Sota, un acérrimo adversario. Pero luego se produjo el contagio del conflicto y situaciones de saqueo a otras provincias, donde sí se decidió la intervención nacional.
Siempre aferrada a visiones conspirativas ante las crisis, Cristina había insinuado una organización política de las protestas. "El efecto contagio sólo existe en las paperas, la varicela o la rubeola", afirmaba la entonces presidente.
Pero la realidad demostró que no era así: todo empezó con el malhumor de los policías bonaerenses por recibir menos aumento que sus colegas de la Federal, y luego ese clima reivindicativo se expandió por el país. Justo estaban negociando paritarias los estatales y docentes, que ajustaron al alza sus peticiones, para acercarse a los porcentajes que habían recibido los policías.
La historia nunca se repite, pero a menudo rima, decía Mark Twain, en una frase que gustan de citar los politólogos. Para Milei, el caso de Misiones puede ser la advertencia de una rima peligrosa.