Las ayudas de Toto Caputo al campo generan un efecto boomerang: se agravan las quejas de productores
El ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, está tratando de acercarse al campo con anuncios de medidas sectoriales, pero las reacciones distan de mostrar agradecimiento. Más bien al contrario, los productores se quejan de que el nuevo gobierno podrá estar lejos del kirchnerismo desde el punto de vista ideológico, pero que a la hora de buscar recursos fiscales no duda en afectar la rentabilidad del negocio agrícola.
Este miércoles, el ministro anunció en las redes sociales que, "en aras de mejorar la competitividad del campo", se eliminarán aranceles aplicados a la urea y sus mezclas con nitrato de amonio. Se trata de uno de los principales insumos para la fabricación de fertilizantes.
Según Caputo, la eliminación de esos aranceles -hoy en 5,4% y 3,6%, respectivamente- implicará un impacto positivo sobre la ecuación económica de los productores agropecuarios. Y aprovechó para destacar que el "ordenamiento de las variables económicas" ya posibilitó una caída en el costo de esos insumos.
Dos días antes, Caputo había anunciado que estaban en carpeta medidas para favorecer al agro, entre las que, además de los aranceles de herbicidas, figuraban una mejora de aprobaciones de los permisos que otorga el Senasa.
Sobre los herbicidas a base de atrazina, glifosato y el componente 2-4-D, el ministro anunció que el arancel bajaría del 35% al 12,6% (que es el arancel común vigente para el Mercosur), y que el cargo para la importación de la atrazina primaria pasaría desde el 24% actual a un nivel de 10,8%.
Respuestas crudas
Las reacciones a los anuncios tuvieron una única tónica: el reconocimiento de que las medidas son positivas, pero que resultan un paliativo menor en comparación con los verdaderos factores que están complicando a los productores: la persistencia de impuestos que reducen el ingreso por exportaciones y que encarecen las importaciones de insumos.
De hecho, hay planteos de productores que estiman que un alivio impositivo significaría un sacrificio fiscal menor -del orden de los u$s260 millones- pero que impulsaría la exportación en más de u$s2.000 millones.
"Ministro, los muertos no siembran y si no toma medidas serias para el año que viene va a haber varios… ¿Las medidas para esta cosecha cuándo las anuncia? Porque las de ayer se tomaron como una tomada de pelo, y estas se van a tomar parecido", fue el crudo mensaje de Maximiliano Avigliano Imhoff, presidente del Centro de Corredores de Santa Fe.
Por su parte, José Antonio Alvarez, uno de los más influyentes analistas de temas agrícolas, conocido en las redes por su seudónimo "Bumper Crop", advirtió: "Es un tiro en el pie que en un país agroexportador líder mundial, los fertilizantes paguen IVA, Ingresos Brutos, aranceles de importación e impuesto PAIS. Tampoco es lógico que deba activarse en sementera, cuando su función principal es mantener el mayor capital que tinee el país: el suelo".
"Más allá de estar de acuerdo con esa eliminación, la medida ideal sería eliminar el impuesto PAIS para la importación de insumos destinados a la producción. Es distorsivo", planteó Javier Buján, director de Kimei Cereales y ex presidente de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales.
"Toto, el margen neto de trigo da en rojo, tenés que bajar retenciones para estimular la siembra. Eso sería un incentivo real", agrega el productor Pablo Heffner.
"Soy agricultor, no hay nada que merezca más cero retención que el agro", afirma Guillermo Segura, que hace un anuncio no exento de dramatismo: "Aguantaremos un semestre más".
"Estimado ministro, es bueno acordarse del sector más productivo del país. Agroinsumos no son bienes suntuosos", apuntó el productor Fernando Bazán.
Las críticas se encadenan con las que se habían generado Caputo tras afirmar, en una entrevista televisiva, que en Argentina no se podía aplicar la célebre "curva de Laffer" -la que postula que, a partir de determinado nivel de presión impositiva, la mejor forma de subir la recaudación es bajar los impuestos-. Caputo justificó el sostenimiento de la fuerte presión tributaria actual por lo menos durante este año, hasta que estuviera consolidada la tendencia del superávit fiscal y la actividad económica volviera a subir por un incremento de las inversiones.
La realidad es que, en el actual marco recesivo, la recaudación cae mes a mes, mientras se hace cada vez más difícil licuar gasto público para lograr el superávit fiscal. Una alerta en ese sentido vino de la mano de la Oficina de Presupuesto del Congreso, cuyo reporte de marzo indica que las cuentas ya volvieron a los números en rojo.
La urgencia fiscal no deja margen
En todo caso, lo que la situación dejó en claro es la imposibilidad que sufre el gobierno para prescindir ahora de los pocos impuestos que no caen en medio de la recesión. La recaudación de marzo mostró una caída en términos reales para los impuestos más ligados a la actividad comercial, como el IVA.
En cambio, los impuestos ligados al comercio exterior muestran una variación positiva y se están transformando en la clave para la búsqueda del equilibrio fiscal. En el caso de las retenciones a la exportación, la mejora interanual fue del 6%, con lo que la participación en la "torta" impositiva total llega al 4%. No son todavía números muy grandes, pero se estima que su protagonismo aumentará drásticamente en el próximo trimestre, cuando se produzca la venta de la cosecha gruesa.
En cuanto al impuesto PAIS, ya se transformó en la nueva estrella de la recaudación fiscal: es el rubro que crece a mayor velocidad, como es natural, dado que el impuesto que originalmente solamente se aplicaba a la compra de divisas, ahora se aplica a las importaciones. En diciembre, Caputo incrementó la alícuota, que estaba en 7,5%, y la llevó al 17,5%.
El aumento en el volumen del impuesto PAIS, justo en un momento en el que el resto de los tributos caen, hace que su participación en la recaudación total sea cada vez más significativa. A esta altura ya representa un 9% del ingreso, lo cual explica por qué los gobernadores provinciales se fijaron el objetivo de coparticipar este impuesto. De hecho, hay economistas que calculan que este año podría recaudar el equivalente a 1,5% del PBI.
Ante esa situación, las principales agremiaciones rurales se muestran resignadas en el sentido de que los impuestos que tanto le habían criticado al kirchnerismo -y que fueron motivo de "tractorazos" masivos de protesta en los últimos- parecen destinados a permanecer vigentes por un buen tiempo.
Productores, a contra reloj
Pero el hecho de que no haya el ruido político de otros tiempos sobre la presión impositiva que sufre el campo no significa que los productores no muestren su malhumor por otras vías. Cada vez son más las pequeñas asociaciones o los agricultores a título individual que publicitan la dramática disminución de rentabilidad.
La situación ya venía complicada por los reveses climáticos del año pasado. Y este año la lluvia no trajo el alivio esperado. Más bien al contrario, las proyecciones siguen por debajo de las que se habían hecho a fin del año pasado.
Para colmo, se reportó que una plaga de langosta provocó fuertes pérdidas en la cosecha de maíz tardío en la región norte.
Al día de hoy, la expectativa es de 50 millones de toneladas de soja y 57 millones de maíz, lo cual implica buenos números en relación con la desastrosa campaña del año pasado, afectada por la histórica sequía. Pero que está debajo del promedio de los últimos años.
La realidad es que el humor que se percibe en el campo es que no es tiempo de vender sino de esperar. Y resulta elocuente el hecho de que uno de los productos más vendidos en los eventos agrícolas del año fue la silobolsa.
Y el motivo es simple: los productores consideran que hoy su ecuación de negocio no cierra, porque reciben un dólar de exportación a $899 -el resultado de liquidar el 80% al cambio oficial y el 20% al "contado con liquidación"- mientras deben importar sus insumos a un tipo de cambio importador de $1.014. Es decir, con una brecha de 13%.
De hecho, los productores no dudan en calificar como "quebranto" el resultado de esta campaña, que para muchos cultivos dejará números en rojo. Y, para colmo, no hay buenas perspectivas climáticas para la próxima, dado que ya se está hablando de otro "año Niña" en 2025.