La recaudación de marzo extrañó Ganancias y subió su dependencia del impuesto PAIS: ¿superávit fiscal en riesgo?
La recaudación impositiva de marzo confirmó lo que el mercado venía sospechando desde hacía tiempo: que la recaudación cae en términos reales por causa de la recesión y que el fisco extraña mucho al impuesto a las Ganancias mientras se hace cada vez más dependiente del impuesto PAIS.
Con una inflación acumulada de 294% en los últimos 12 meses, no resulta sorpresivo que la recaudación actual esté en caída cuando se hace la comparación interanual -un 16% de merma-. En cambio, lo que sí es llamativo es que la recaudación caiga, además, en términos mensuales.
Así, en marzo la entrada de ingresos fiscales fue un 5,6% menor que la de febrero, que a su vez había sido un 16,7% menor a la de enero. Es un dato hipersensible porque pone en duda la continuidad del objetivo al que Toto Caputo asigna mayor importancia en su plan: el superávit fiscal.
Con un ingreso impositivo que se reduce en términos reales todos los meses, y además con la evidencia de que el "efecto licuadora" ya no podrá sostenerse con la misma intensidad -el cambio de fórmula indexatoria para las jubilaciones es una prueba de ello-, se acrecientan las dudas sobre si el superávit fiscal podría rápidamente volver a los números en rojo.
EL IVA es lo que pone en evidencia de que la caída en la recaudación está vinculada al contexto recesivo. Es, por excelencia, el impuesto más ligado a la actividad comercial, especialmente la porción que recauda la DGI -hay otra ligada a las importaciones, que se recauda en la Aduana-.
En marzo, el IVA de la DGI cayó un 9,5% en términos interanuales, pero lo peor es que también se redujo respecto de febrero: un impactante 7% en apenas un mes. Lo cual va en línea con las advertencias que venían haciendo los economistas respecto de la merma en el consumo masivo.
Otro impuesto ligado a la actividad comercial, el de débitos y créditos -mejor conocido como "impuesto al Cheque"- también registró una caída: 12,7% en términos anuales y 7% respecto del mes anterior.
La excepción dentro de ese panorama desestimulante fue la recaudación de la seguridad social, que se mantiene en línea con la inflación. Sin embargo, también en este caso hay que hacer una salvedad: no debe interpretarse que la recaudación de la Anses se esté manteniendo como consecuencia de salarios más altos o de más empleo, sino que influyó otro factor. Concretamente, que en marzo entraron pagos que habían sido prorrogados el año pasado, en el marco de las medidas de alivio fiscal aplicadas en el cierre de la campaña electoral.
El impuesto PAIS, la nueva estrella
Previsiblemente, los impuestos que salvaron la foto de marzo fueron los ligados al comercio exterior, aunque sin números que ameriten para el festejo.
Las retenciones a la exportación tuvieron una suba interanual de 6%, lo cual no es mucho si se considera que el verano pasado estaba afectado por una sequía histórica. En realidad, la exportación fue buena en términos de volumen, pero jugó en contra la caída de precios en el mercado internacional.
Es un tema del que Caputo y su equipo ya está tomando nota, dado que los expertos del mercado afirman que, lejos de tratarse de un fenómeno pasajero, esa tendencia declinante de los precios agrícolas podría ser la tónica de todo el año.
Y por supuesto, se confirmó que la nueva estrella de la recaudación fiscal es el impuesto PAIS. En la comparación interanual, es natural que haya una gran suba, dado que ahora el impuesto que originalmente solamente se aplicaba a la compra de divisas, ahora se aplica a las importaciones. En diciembre, Caputo incrementó la alícuota, que estaba en 7,5%, y la llevó al 17,5%.
El aumento en el volumen del impuesto PAIS, justo en un momento en el que el resto de los tributos caen, hace que su participación sobre la "torta" recaudatoria sea cada vez más significativa. A esta altura ya representa un 9% del total, lo cual explica por qué los gobernadores provinciales se fijaron el objetivo de coparticipar este impuesto.
En plena negociación por la coparticipación federal, y sin muchas alternativas a la vista, el impuesto PAIS se transformó en un botín apetecible: hay economistas que calculan que este año podría recaudar el equivalente a 1,5% del PBI.
Este tema implica, además, un factor importante en el debate sobre el desarme del cepo cambiario, dado que, en teoría, el impuesto PAIS es un gravamen a las transacciones de divisas y, por lo tanto, no debería continuar vigente en un esquema de libertad cambiaria.
Se extraña Ganancias
En las antípodas del impuesto al PBI se ubica Ganancias. En alguna época resultó una de las principales fuentes de financiamiento para el fisco, con más de 20% sobre el total de la recaudación.
Además, se trata de un impuesto con un comportamiento muy particular: por más que la economía esté en un proceso recesivo, siempre aumenta la recaudación, porque grava los ingresos nominales, que en un contexto inflacionario suben aceleradamente.
Pero desde que en septiembre del año pasado se votó en el Congreso la virtual eximición para la cuarta categoría -lo cual hizo que 800.000 asalariados de nivel alto dejaran de aportar- la recaudación empezó a desplomarse.
En marzo, lo ingresado por Ganancias representó apenas un 13,7% del total de la recaudación impositiva. Es decir, una caída de siete puntos respecto de su momento pre-reforma.
Esa situación es elocuente respecto de por qué el gobierno está urgido por revertir la reforma en la discusión del nuevo paquete fiscal. Pero, sobre todo, son las provincias las que más extrañan este impuesto, dado que se quedan con el 60% de lo que ingresa, y les llega a sus cajas en forma automática por la coparticipación.
Según una estimación del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), en marzo las provincias sufrieron una caída de 28% en los ingresos por coparticipación. Y la mayor parte de esa situación se explica por Ganancias, cuyo aporte se desplomó un 40%.
No extraña, con los números a la vista, que sea el tema principal de negociación política. Los gobernadores -sobre todo los peronistas- están en una situación incómoda, porque si se repusiera el impuesto para los asalariados obtendrían un oxígeno financiero, pero les implicaría un costo político ante su electorado, además de un conflicto directo con la central sindical CGT.