Ahorristas queman dólares del colchón para pagar cuentas y Milei festeja: por qué preocupa al mercado
Es uno de los aspectos más controvertidos del plan "licuadora y motosierra" de Javier Milei: para consolidar la estabilización, se busca que los argentinos que ahorraron en dólares saquen sus billetes verdes debajo del colchón y los vendan en el mercado paralelo, incluso si la motivación para esa venta fuera una fuerte caída del salario real.
El propio Presidente confirmó tácitamente que considera que esa es una situación positiva, al retuitear en su cuenta de la red X una nota de El Economista, titulada "Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para llegar a fin de mes". El artículo cita a "cueveros" de la City porteña que explican que en estos días hay más oferta que demanda de dólares. Y que el mismo perfil de cliente que habitualmente compraba, ahora vende para poder sostener su nivel de consumo.
El posteo del Presidente se produjo el mismo día en que se conoció el dato de la inflación de enero -con el IPC de 20,6%, se proyecta al menos 75% de inflación para el primer trimestre del gobierno-. Y, además,
De inmediato se produjo una polémica, centrada en si el desahorro es un hecho festejable y virtuoso, o si, por el contrario, es la confirmación de que Milei está apostando a una estabilización que no será sostenible porque no está basada en una reforma estructural sino en una licuación de los ingresos.
Entre los críticos para con el presidente hubo economistas que en otros momentos compartieron su postura, como Diego Giacomini, que acusa a Milei de estar contradiciendo los postulados de la escuela liberal austríaca, al proponer que la población desahorre y "escupa" dólares.
En la misma línea, Roberto Cachanosky dijo que la venta de ahorros en dólares es "justamente lo contrario a lo que necesita Argentina para crecer. ¿Qué necesita? Inversiones. ¿Con qué se financian las inversiones? Con ahorro." Y le advierte al presidente: "Yo no festejaría lo que está ocurriendo".
Por su parte, Carlos Maslatón agitó la polémica al argumentar que Milei "se jacta de haber convertido a la Argentina en país carísimo en dólares en tiempo récord. Los que más lo votaron son los que más lo van a odiar".
Lo cierto es que los dólares que venden esos "ahorristas del colchón" rinden hoy, en términos reales, mucho menos que cuando los compraron, dado que la economía está atravesando, efectivamente, un momento de inflación en dólares.
Desde que rige el plan del ministro Luis "Toto" Caputo, la cotización del dólar blue se movió un 10% mientras que la inflación fue más del 50%. Eso implica que si una persona vender hoy un dólar que había comprado a comienzos de diciembre, se encuentra con que puede comprar un 25% menos de lo que podría haber comprado hace dos meses.
Otros destacan que el peligro es que esa tendencia no se limite a los dólares del colchón sino también a los de las pequeñas empresas, y que la economía esté en vísperas de una descapitalización, al desprenderse los empresarios de parte del capital para solventar los gastos corrientes de su negocio.
¿Casualidad o planificado?
En realidad, se trata de un fenómeno que ya estaba previsto. Y el propio Toto Caputo había insinuado que quería inducir a esa situación, al señalar, en el inicio de su gestión, que se proponía absorber pesos del mercado, en simultáneo con el drástico ajuste fiscal. Y admitió que la licuación de la base monetaria, por la vía de pagar una tasa de interés muy inferior a la inflación, era una parte central de esa estrategia.
El planteo del ministro es que esa es la manera de sanear el balance del Banco Central, dado que mientras se buscaba absorber pesos, por otro lado se compraban dólares provenientes de la exportación agrícola.
Y Caputo planteó que, por las señales de austeridad fiscal, se produciría un aumento en la demanda de pesos, lo cual ayudaría a mantener bajo control al dólar y, además, a ponerle un freno a la inflación.
Desde que asumió el gobierno, se emitieron unos $15 billones -principalmente, por pago de intereses y cancelación de letras, pero también por compra de dólares para reforzar reservas-. De ese total se neutralizaron $9 billones, mediante la cancelación de deuda del Tesoro en poder del Central y mediante la emisión del nuevo bono Bopreal para los importadores.
Esa cuenta dejó un sobrante de casi $6 billones, que fueron esterilizados prácticamente en su totalidad. Y lo que destacan los analistas del mercado es que, si bien hubo emisión neta, su ritmo de aumento es prácticamente la mitad de la inflación.
En otras palabras, la economía tiene cada vez menos pesos para convalidar los precios. Esto es lo que explica no solamente el enfriamiento en el consumo y algunas señales de moderación en la inflación, sino también la relativa calma del dólar.
Dólar y el festejo de Toto Caputo
Esta polémica por los ahorristas que venden sus dólares ocurre en paralelo con una llamativa caída de las cotizaciones del tipo de cambio en el mercado paralelo.
Por un lado, es un inocultable motivo de satisfacción para Caputo, que en las últimas semanas había visto infinidad de pronósticos en el sentido de que su plan rápidamente había desbarrancado y que volverían las tensiones cambiarias. La principal crítica apuntaba a la tasa de interés que remunera en apenas 9% los plazos fijos, contra una inflación de más del doble.
Además, había un antecedente histórico inquietante: la célebre "trampa de febrero". Se refiere a que los gobiernos suelen caer en un error clásico, al confundir la alta demanda de pesos que ocurre sobre fin de año -cuando suele bajar el dólar y la inflación- con una situación permanente, cuando en realidad es una fase pasajera. En muchos casos esa situación indujo a los gobiernos a bajar las tasas de interés, para encontrarse en febrero con una caída en la disposición del público a mantener pesos en el bolsillo y además aumenta la demanda por dólares, que finalmente se traduce en un repunte inflacionario.
Y, para empeorar la situación, estaba el factor político: el rechazo de la ley ómnibus en el Congreso implicaba un ruido político que ponía en duda la capacidad del gobierno para cumplir su objetivo de equilibrio fiscal.
Sin embargo, pese a todos esos factores jugando en contra, el dólar paralelo continuó bajando, al punto que la brecha cambiaria volvió al entorno de 38% -si se toma como referencia al "contado con liqui"- o del 27% -si se compara con el blue-.
Como siempre, la duda que se plantea el mercado es hasta dónde esta política monetaria puede continuar sin que el mercado cambie su actitud de confianza o sin que se exterioricen conflictos sociales.
Dólar en calma, ¿puede durar?
Un dato a tomar en cuenta es que, si bien el Banco Central sigue comprando dólares, ya no lo puede hacer a un ritmo tan alto como en el de las primeras semanas de la gestión, en las que prácticamente había un cierre importador. Hablando en números, pasó de un promedio diario de u$s300 millones a uno de u$s100 millones, lo cual pone una nota de duda sobre cuánto más se sostendrá la mejora en el balance del BCRA.
Por otra parte, se requiere que la inflación baje aceleradamente para que no se produzca una salida de depósitos en los bancos. De hecho, ya se produjo una fuga, pero en cifras que no llegaron a suponer una presión sobre el dólar. El desafío de Caputo es que los ahorristas sigan viendo el atractivo de quedarse en sus colocaciones y hacer el "carry trade" contra un tipo de cambio estable.
Pero, sobre todo, lo que está en duda es si la estrategia de centrar todo el plan de estabilización por la vía de aspirar pesos de la economía será sostenible mucho tiempo más. La economista Marina dal Poggetto, de la consultora Eco Go, destaca que "la base monetaria está quieta desde diciembre hasta hoy en dos puntos y medio del producto, para una economía del nivel de informalidad que tiene la argentina". Y advierte que esa situación "va a crujir".
Lo cierto es que, en el mientras tanto, Caputo está logrando que el mercado crea su libreto de estabilización en base a la contracción monetaria y la disciplina fiscal. O, para ponerlo en términos de Milei, a "la licuadora y la motosierra".
En ese contexto, la venta de dólares del colchón se transformó en un factor importante del plan. Dadas las estimaciones oficiales, que ubican en más de u$s100.000 millones la cantidad de billetes físicos que están guardados por los particulares, fuera del sistema financiero, podría pensarse que no será por falta de dólares que ese proceso se detenga. Las dudas están en el terreno de la política.