De una ambiciosa Ley ómnibus, a una "Ley furgoneta": por qué Caputo dinamitó el acuerdo
A la confusión generalizada que invade al gobierno de Javier Milei, se le suma la incontenible verborragia de algunos de sus funcionarios, que tienen la cintura política de un pollo excedido de peso. Ayer, el ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, dinamitó el acuerdo en diputados que conducía a la Ley ómnibus a obtener la media sanción en la Cámara de Diputados entre hoy y mañana.
Convengamos que, es cierto, llamarla "ómnibus" a estas alturas resulta pretencioso. Podría ser la ley combi, o la ley furgoneta. Los legisladores de los bloques opositores dialoguistas, la fueron desgastando, quitando artículos, modificando otros, y evidentemente, no es la perfección absoluta en materia de lo que Economía necesita para realizar el potente ajuste fiscal que pretende.
Pero, por otro lado, es mucho más que lo que hoy tiene. Y durante la ausencia del presidente, su ministro de Economía y su jefe de Gabinete, durante la estancia de todos en Davos, un proyecto que permanecía empantanado en la Cámara Baja, comenzó a ver la luz por obra y gracia de la intervención de alguien que hoy parece totalmente imprescindible en el gobierno: el consultor político Santiago Caputo.
"El pibe es el único de esa comparsa que entiende el poder. Son empresarios, economistas, financistas, gerentes, donde no mete la cuchara el pibe las cosas no salen", dice un veterano peronista de esos que el gobierno ha seleccionado para que lo acompañe en una gestión que no podría llevar a cabo por sí mismo.
Ley ómnibus: las internas de una negociación engorrosa
Pero lo que el pequeño Caputo había conseguido con esfuerzo, que concluyó en la firma de un dictamen del plenario de comisiones a primerísima hora del miércoles, lo destrozó su tío Toto pocas horas después. El plenario ya se sabe fue engorroso. Los radicales, uno de los bloques que son fundamentales para el oficialismo si pretende que sus objetivos parlamentarios se cumplan, se partieron una hora antes del horario en que fueron convocados. Alrededor de las 19 horas, se supo que un grupo liderado por Facundo Manes se negaba a firmar lo que había acordado el presidente de su bloque, Rodrigo De Loredo.
A Miguel Pichetto y Emilio Monzo, que lideran otro bloque sustancial, se le rebelaron tanto Margarita Stolbizer como la Coalición Cívica de Lilita Carrio. Y todo lo que aparecía cerrado se transformó en incierto. Otra vez el joven Caputo y dos colaboradores entraron en acción. Consiguieron que los radicales rebeldes de Manes, incluso no firmando el dictamen de mayoría, no elaborasen otro dictamen, en este caso de rechazo a la norma. Y que las fugas del poco consistente bloque de Pichetto, se contengan.
Y salió el dictamen de mayoría como se había acordado, dándole el primer triunfo legislativo en Diputados al oficialismo. Fue festejado, los legisladores se fueron a dormir con la premisa de sesionar hoy y terminar de aprobar la ley mañana, en lo que sería una sesión maratónica.
Pero a lo largo del miércoles, al ministro Toto Caputo se le dio por la incontinencia tuitera, y usó la red social X, para amenazar gobernadores, especialmente a los radicales, con que si no se aprobaba la totalidad del proyecto que el Ejecutivo había enviado, el ajuste mas brutal recaería sobre sus provincias. Fue la gota que rebalsó el vaso. Los herederos de Leandro Alem que habían suscripto el dictamen, lo hicieron sin emoción, sin convicción, casi como siguiendo un mandato partidario. El tuit de Caputo generó indignación, y el llamado iracundo de sus gobernadores, rebeldía.
"Estratégicamente es la idiotez mas grande que he visto. Ponele que esto no sea exactamente lo que el ministro necesitaba, y que con la ley así, pudiese hacer, digamos, el 60% del ajuste que pretendía. ¿Qué podría ganar con amenazar a los gobernadores que no sea quedarse sin nada? En todo caso dejas salir la ley, y el 40% que te faltó se los ajustas a las provincias después sin tanto Twitter", dijo un operador del gobierno un poco mas habituado a estas lides, mientras te tomaba la cabeza y se mordía el labio inferior.
Toto Caputo rompe los límites y deja con poca credibilidad a su sobrino
Ahora, la sesión de Diputados no solamente pasó para el martes próximo, sino que, tanto el radicalismo como el bloque Hacemos Coalición Federal, tienen pensado darle al presidente Milei, lo que llamaron, "un frasco sin caramelos". Un conspicuo diputado radical lo explicaba así: "La ley se la vamos a votar en general, y él va a poder decir, si quiere, sacamos la Ley ómnibus, vieron que podíamos. Pero cuando vayamos a la votación en particular, artículo por artículo, le vamos a voltear todas y cada una de las medidas que afecten al campo, a los actores, a la cultura, a los jubilados, adentro del frasco no va a haber nada", detalla frotándose las manos.
De aquí hasta el martes, les negociaciones para que eso no ocurra serán febriles. Pero ya no será lo mismo que la semana pasada, Toto Caputo rompió un límite y la credibilidad negociadora de su sobrino Santiago ha mermado por obra de tres tuits poco oportunos. "Lo que pasa es que no hay una estrategia general. Mandan un negociador que se gana la confianza, y ellos mismos lo desacreditan un día después, cuando el pibe había conseguido un triunfo casi imposible; son novatos", se queja un diputado del PRO que también participó de las negociaciones.
Y hablando el partido fundado por Mauricio Macri, si bien las internas en él todavía no vieron la luz pública, no quiere decir que las mismas no existan, y en muchos casos, que estén por dinamitar el bloque. Los legisladores que responden a gobernadores, como Ignacio Torres, afectados por medidas que la ley incluye en materia de pesca, ya amenazaron con romper en mas de una oportunidad. Otros, con la sangre en el ojo desde las primarias presidenciales, cercanos a Horacio Rodríguez Larreta, también.
En síntesis, la Cámara Baja es un pandemónium. Las corridas de los operadores del Palacio al Anexo, del Anexo al Hotel Savoy, e incluso, desde allí a las oficinas de un conocido líder radical en la intersección de las avenidas Callao y Corrientes, para lograr el dictamen, quedaron sepultadas por la impericia del ministro Caputo en materia política y su demasía tuitera. El gobierno debe esperar ahora que el fin de semana baje los ánimos y que, en la sesión del martes, en la votación en particular, se le veten la menor cantidad de artículos posible.
Lo que va a quedarle claro a Milei después de esta experiencia es que si bien "la batalla no la define la cantidad de soldados sino las fuerzas que vienen del cielo", un poder legislativo es una cuestión numérica, el que tiene más votos tiene gana, y no hay poder celestial que compense una mala gestión política o un gesto de prepotencia innecesario.