Alerta en el mercado: los dólares del FMI no alcanzarán para cubrir los compromisos del 2024
Son horas de festejo para el Gobierno: el anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional devolvió algo de calma a la economía, justo en el momento en que más se lo necesitaba.
Las cotizaciones del mercado paralelo del dólar -incluyendo al blue- continuaron a la baja, después de la escapada de las últimas dos semanas, que había hecho temer una corrida bancaria. Además, volvió a caer el índice de riesgo país.
Hasta el peor dato de la economía, el IPC de diciembre, dio lugar para declaraciones optimistas: desde el ministerio de economía dijeron que el 25,5% era un número menor que el que esperaba el mercado, y que eso confirmaba que el plan marchaba en la dirección correcta. Como confirmación de ese discurso, desde el Banco Central se confirmó que no habrá cambios en la política de tasas de interés, que se mantiene en zona fuertemente negativa.
Los primeros análisis del mercado financiero y el ámbito político apuntan a que el acuerdo con el Fondo implica un respaldo político, dado que el organismo apoyó todos los aspectos del plan económico de Luis Caputo y además elogió la desregulación y las medidas fiscalistas contenidas en el DNU y la "ley ómnibus".
Pero, sobre todo, lo que se está interpretando es que quedó despejada una de las mayores dudas que acechaban al plan económico: si habría riesgos de una volatilidad cambiaria en pleno verano, dada la escasez de divisas típica de esta época, justo en el marco de un exigente cronograma de vencimientos de deuda.
El acuerdo con el FMI, un puente para el verano
En el primer cuatrimestre del año, Argentina debe pagarle al FMI u$s3.900 millones por concepto de capital, más u$s800 por intereses y, además, tiene que devolverle a la Corporación Andina de Fomento los u$s920 millones que le había prestado para hacer frente a una obligación a fin de año.
El Gobierno, después de la devaluación de diciembre y un nuevo esquema de comercio exterior, logró que volvieran a entrar dólares a las arcas del Banco Central. Con la reactivación exportadora ingresraron u$s3.600 millones, lo que permitió que se saldara con fondos propios el vencimiento de intereses por un bono con acreedores privados. Pero todo indicaba que sería difícil continuar con esa tónica durante el resto del año.
Lo que generaba duda era que este refuerzo de las reservas había ocurrido en una situación excepcional, con ventas relativamente altas del sector agrícola, una baja demanda de divisas por parte del público y con importaciones virtualmente frenadas.
Pero esa es una situación que no podrá extenderse por mucho tiempo. De acuerdo con el nuevo esquema de comercio exterior, a partir de la semana próxima se agregarán varios rubros a la lista de los autorizados para recibir divisas -hasta ahora sólo se entregaban dólares para la importación de energía-.
Ahora empezará un esquema de acceso paulatino a las divisas por parte de los importadores, lo que supone una menor capacidad del BCRA para comprar dólares. Para colmo, ya se nota la ralentización en la exportación agrícola, que tuvo su momento fuerte en la segunda mitad de diciembre, cuando los productores aprovecharon la "ventana" de oportunidad que les daba la devaluación para sacar el máximo provecho de su mercadería mientras la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo tocó su punto mínimo.
Ahora, con la brecha otra vez en el escalón del 50%, la actitud del campo vuelve a ser cautelosa, como queda en evidencia por las cifras cada vez menores que el BCRA está adquiriendo en un mercado cambiario donde es casi el único comprador.
En definitiva, la noticia de que entrarán u$s4.700 millones cuando el directorio del Fondo confirme el acuerdo supone un alivio ante lo que parecía un cuadro de incertezas crecientes, en medio de rumores sobre un nuevo salto devaluatorio antes del fin del verano.
Y no es casualidad que se haya aprobado una ayuda como para cubrir las obligaciones hasta abril. Más allá de que las evaluaciones tienen un ciclo trimestral, lo cierto es que abril es un mes clave, porque es cuando empiezan a ingresar los dólares de la cosecha gruesa, que este año -con una campaña agrícola que duplica a la del año pasado- prometen un aporte de peso para las reservas.
¿Se complica el segundo semestre?
En contraste con ese alivio de corto plazo, aparece la otra evidencia del acuerdo con el Fondo: los dólares que entran son los que estaban previstos originalmente, y que habían sido bloqueados por los desvíos fiscales del ex ministro Sergio Massa. Pero no habrá dólares "frescos" para ayudar a recomponer las reservas.
El FMI fue elogioso en la retórica política, pero, parafraseando a Milei, deja en evidencia que "no hay plata" y solamente está dispuesto a aportar los dólares necesarios para que Argentina no caiga en default con el organismo.
Aun así, lo cierto es que el calendario de pagos se pone más exigente a partir de mayo. Es por eso que muchos analistas prefirieron ser cautelosos ante los comentarios sobre que había despejado el horizonte financiero del año.
En principio, vienen con obligaciones por unos u$s2.900 millones, sumando capital e intereses, mientras que los desembolsos previstos en el último acuerdo son u$s1.900 millones. En la próxima reunión del gobierno con el staff técnico se decidirá si se mantiene el mismo "acuerdo de facilidades extendidas" negociado por Massa o si se buscará un nuevo tipo de acuerdo en el que entren más dólares.
A juzgar por lo que planteó el comunicado oficial del Fondo, la intención es que el gobierno haga frente a las necesidades del año únicamente con los dólares que ingresen por el superávit de la balanza comercial.
Eso significa que tienen que entrar dólares en cantidad suficiente como para engrosar las reservas en u$s10.000 millones, además saldar los vencimientos de los intereses de la deuda con acreedores privados y, además, pagar el remanente con el FMI que no llega a ser cubierto por los desembolsos.
Contando los dólares
¿Alcanzará? Es la pregunta del millón, porque aunque en el campo se festeja una buena cosecha, los precios del mercado internacional ya no muestran los niveles récord de hace dos años. Y, para colmo, es probable que otra vez sea necesario importar gas, lo que echaría por tierra con la perspectiva de que la balanza energética eliminara el déficit.
Las estimaciones del equipo económico habían previsto un superávit comercial de más de u$s15.000 millones. Sin embargo, hay estimaciones de consultores del sector agrícola que lo sitúan en el entorno de los u$s12.700 millones. Y la encuesta REM que realiza el BCRA es más pesimista todavía: prevé que la balanza arroje apenas u$s11.600 millones.
En todo caso, aun suponiendo que se pudiera acumular las reservas por los u$s10.000 millones que Caputo le prometió al Fondo, se trata de una cifra que coincide aproximadamente con el saldo negativo que hoy registran las reservas en términos netos.
Es decir, Argentina seguiría siendo dependiente de la asistencia externa para saldar obligaciones dolarizadas -que, por otra parte, se incrementarán por la colocación del bono Bopreal para saldar la deuda con los importadores-.
El panorama se pondrá todavía más complicado para 2025, si es que antes no se renegocia todo el calendario: en principio se prevé que Argentina pague u$s11.200 millones, de los cuales u$s1.500 millones deberán salir de sus propios recursos. Pero claro, desde la perspectiva de hoy, el año que viene es el largo plazo.