Dólar a $800, con una suba del 2% mensual: ¿soportará el plan Caputo una inflación al rojo vivo?
Los debates post anuncios del ministro de Economía, Luis Caputo, se centraron en un tema inevitable: ¿está bien el dólar oficial a $800 o la devaluación se quedó corta?
Sobre ese punto, hubo quienes consideraron que la cifra está bien, argumentando que es el tipo de cambio real más alto desde la salida de la convertibilidad en 2002. Otros, en cambio, opinaron que la señal sobre si el nivel cambiario es correcto la dará el dólar paralelo, por lo que la primera reacción sería positiva. Y también están quienes miran la reacción en el precio de los bonos y el movimiento de la tasa de interés.
Para todos ellos, el nivel de $800 es correcto. Y en los mercados se festejó ampliamente el hecho de que el Banco Central haya podido comprar u$s284 millones, un síntoma de que aparecieron vendedores de divisas, después de una extensa "sequía" financiera.
Pero hay otra cuestión que, en realidad, pone una nota de duda sobre la estrategia del equipo económico: en un entorno de inflación creciente y con un crawling peg de 2% mensual -que, en la Argentina de hoy es prácticamente como decir que hay un tipo de cambio fijo-, ¿se logrará el objetivo de que este dólar dure hasta abril, cuando llegarán los ansiados dólares de la campaña agrícola?
Y es en este punto donde aparecen las dudas, porque lo que determinará si los $800 alcanzan será su capacidad de generar rápidamente un ingreso de dólares por exportaciones y de desincentivar las importaciones.
Lo que quiere Caputo es que el comercio exterior deje de implicar una pérdida de reservas, y para eso deben ser las exportaciones las que financien las importaciones. En otras palabras, con el nuevo esquema cambiario se quiere cortar el déficit comercial, que fue la tónica de todo el año -salvo en febrero, todos los meses tuvieron saldo en rojo-.
Es por eso que, al hacer los "números finos" de los anuncios se observa que todo está diseñado para desincentivar las compras del exterior, al tiempo que se exacerban los incentivos para vender.
Las cuentas del comercio exterior de Caputo
El objetivo del gobierno es que el sector agrícola pueda aportar más de u$s4.000 millones, para que esa suma sea un "puente" que permita atravesar el verano y, eventualmente, luego hacer otra corrección cambiaria, pero ya con la tranquilidad de saber que se ingresa en la época del año en la que ingresa el grueso de
Cuando se aplica el efecto del impuesto PAIS -que en los hechos funcionará como un sobre-arancel para las importaciones y como una retención a las exportaciones-, queda una diferencia muy alta.
Así, los importadores no pagarán $800 por dólar, sino $940, porque se debe agregar el 17,5% del impuesto. Es un encarecimiento importante, en torno del 160%, lo cual se supone que será un disuasivo lo suficientemente alto como para que las compras del exterior tengan una baja desde su actual nivel de u$s5.800 por mes.
En cambio, para el exportador el verdadero tipo de cambio será de $722 (un mix de 80% del oficial, que da $640, más el 20% del "contado con liqui", que da $210, da un dólar de $850, a lo cual hay que restarle el monto del impuesto, que da $128).
La conclusión es que no hay una mejora es mucho menor que lo que parecía en un principio, porque hasta la semana pasada los exportadores -excepto los alcanzados por retenciones- estaban recibiendo $650. Es decir, obtuvieron una mejora de poco más de 10%, lejos de una devaluación impactante.
Para los productores sojeros, el verdadero tipo de cambio será aun inferior, dado que se sigue manteniendo la retención de 33%. En definitiva, se quedarán con $570 por cada dólar, mientras que hasta la semana pasada obtenían u$s436. Paradójicamente, tuvieron una mejora cambiaria relativamente alta, de 30%, aun cuando su tipo de cambio efectivo resulte menor que para el resto de los exportadores.
La apuesta de Caputo es que los sojeros -que mantienen en los silobolsas un stock equivalente a u$s2.000 millones- se sientan tentados y vendan rápidamente. No es la conducta habitual en este sector, que suele moverse con cautela y desprenderse de su mercadería en cuentagotas, pero el ministro sabe que, como la inflación irá erosionando al nuevo tipo de cambio, este es el momento en el que los productores verán la exportación como la oportunidad de recibir el mejor precio.
Es una jugada no exenta de riesgos, claro. Porque si no se consigue que esa exportación se concrete en el corto plazo, es probable que ya no se produzca en el resto del verano. Con una inflación en torno al 20% mensual, el tipo de cambio se hará cada vez menos atractivo e, inexorablemente, el campo volverá a especular con un nuevo salto devaluatorio.
Objetivo: contención de la brecha
La decisión de que haya un crawling peg de apenas 2% tiene el expreso objetivo de que el tipo de cambio funcione como ancla de los precios, en medio de un proceso de aceleración inflacionaria.
Pero, en realidad, para que la estrategia tenga éxito, no alcanza con congelar al dólar oficial, como lo demostró la experiencia de Sergio Massa, cuya devaluación de 22% el lunes siguiente a las PASO fue completamente neutralizada en menos de dos meses, por culpa del "efecto contagio" del dólar hacia los precios.
¿Puede esta vez ser diferente? Los economistas advierten que para que eso ocurra, resulta clave el mantenimiento de una brecha pequeña entre el dólar oficial y el paralelo. El primer resultado fue positivo, dado que el blue cerró casi sin cambios a $1.070, mientras que el dólar MEP tuvo una leve suba y cayó el "contado con liqui".
En otras palabras, la brecha, que hasta la semana pasada estaba en 170% -o de 52%, si se toma como referencia al tipo de cambio del incentivo exportador- cayó a un 26%, un nivel que no se había registrado durante el período del gobierno peronista.
Lo que advirtieron los economistas tras las medidas anunciadas por Caputo es que, si se logra que esa brecha se mantenga contenida, entonces hay chances de que la inflación muestre un cambio de tendencia, dado que muchos empresarios se referencian en el mercado paralelo a la hora de determinar sus costos de reposición.
Pero la brecha, a su vez, también recibe la influencia de la inflación, dado que el público incrementa la demanda de divisas como forma de protección contra la suba de precios.
Y lo cierto es que, en contraste con el relativo optimismo que se percibió en el mercado financiero, la economía real reaccionó al paquete de Caputo con nuevas remarcaciones. Algunas se daban por descontadas, como las de combustibles y servicios regulados. Pero otras, más ligadas a la canasta básica, siguen sorprendiendo por su dimensión.
En alimentos, por caso, las grandes empresas fabricantes, que en las últimas semanas ya habían hecho dos grandes ajustes, anunciaron la tercera tanda. En este rubro, la inflación está corriendo a una velocidad semanal de 8%.
La necesidad de resultados de corto plazo
¿Qué ocurriría si, ante la ola de aumentos de precios, se volviera a ver una disparada del blue y los dólares financieros? En ese caso, el nuevo tipo de cambio corre el riesgo de que rápidamente sea visto como desactualizado y el mercado empiece a descontar que una nueva devaluación resulte inevitable.
El miércoles, tras los anuncios, en el mercado de futuros los contratos a marzo indican un tipo de cambio de $1.056, lo que implicaría una suba de 24% respecto del "dólar Caputo" -los $800 más la acumulación del crawling peg durante el verano-.
Y, tras la reunión que tuvieron con las nuevas autoridades del BCRA, los ejecutivos de la banca se fueron con la expectativa de que tal vez haya una aceleración del crawling peg,
Pero, mientras tanto, se está descontando que en dos meses se acumulará una inflación superior al 60%. Eso equivaldría a que los $800 de hoy cayeran al equivalente actual de $500. Es decir, un precio que ya no tendría tanto atractivo para el exportador y que empezaría a resultar más barato al importador.
En definitiva, el tiempo le juega en contra a Caputo, que debe aprovechar el impacto positivo que tuvieron sus anuncios sobre el mercado para acumular dólares en el Banco Central y mantener la brecha en niveles bajos.
Si logra que en enero haya una inflación menor a la de diciembre, entonces podría estirar el nuevo tipo de cambio hasta abril. Si la inflación siguiera en alza frente a un dólar que se mueve a 2% mensual, las presiones aparecerán rápido.