Milei dejó entrever que no dejará flotar al dólar ni liberará el cepo por temor a una hiperinflación
Javier Milei dejó en claro que había estudiado con detalle los errores de la gestión de Mauricio Macri y que se propone ir por un camino diferente, tanto a nivel económico como político. Ya en su primer discurso, en vez de minimizar la gravedad de la crisis y de prometer una rápida recuperación, trazó un diagnóstico sombrío.
Y, en los que respecta a cómo se instrumentará el shock económico, dio pistas en las entrelíneas del discurso sobre cuál será la secuencia prevista: primero señales fuertes desde el plano fiscal, junto con una corrección de los precios relativos, y recién una segunda etapa la corrección cambiaria.
Milei, contundente: no habrá flotación del dólar para evitar hiperinflación
En todo caso, su mensaje dejó un punto sobre el que en los últimos días hubo mucha especulación: no hay margen para una flotación cambiaria en el inicio de la gestión, porque esa alternativa conlleva el riesgo de una hiperinflación.
Así lo insinuó Milei, cuando hizo referencia a las dos grandes crisis inflacionarias de la historia reciente: la del "Rodrigazo" de 1975 y la del final del gobierno de Raúl Alfonsín en 1989.
Milei definió al cepo como "una pesadilla social y productiva", que había generado un sobrante de dinero que duplica a la previa del Rodrigazo. También remarcó que los pasivos del Banco Central -el llamado déficit cuasifiscal, que él estima en 10 puntos del PBI- es peor que la de 1989-.
Fue un momento de su exposición en la que el Presidente hizo cuestión de abundar en cifras, como forma de alertar sobre el riesgo inflacionario en que se encuentra la economía. Recordó que luego del Rodrigazo la inflación se multiplicó por seis, e insinuó que evitaría un ajuste del mismo tipo, dado que si se repitiera esa experiencia, ahora la inflación tiene un potencial para multiplicarse por 12.
El Rodrigazo una mega corrección del tipo de cambio, que subió un 160%, y un aumento generalizado de tarifas y precios regulados como el de combustibles, con alzas de entre 70% y 180%.
Y, al comparar la situación actual del Banco Central con la que existía en 1989, advirtió que si se siguiera el mismo camino se podría cuadruplicar en poco tiempo la cantidad de dinero, con lo cual la inflación tendría potencial para dispararse hasta un nivel de 15.000% anual.
En 1989, al quedarse sin reservas para seguir pulseando con el mercado, la dirección del BCRA de aquel entonces decidió liberar al tipo de cambio, lo cual disparó la espiral inflacionaria.
En definitiva, lo que Milei dejó implícito en su primer discurso es que evitará un salto cambiario violento como el de 1975 y que también queda descartada una flotación del tipo de cambio como la de 1989.
Al calificar la situación económica como la más grave que había recibido un gobierno, marcó una diferencia respecto de la estrategia que en 2015 había adoptado Macri, que sí optó por una inmediata flotación cambiaria. Milei descarta esa posibilidad, pero en cambio se focalizará en un camino de shock en lo fiscal, a diferencia del gradualismo que caracterizó a la gestión macrista.
"No hay alternativa al ajuste y al shock. Impactará de modo negativo sobre la actividad, el empleo, la cantidad de pobres e indigentes. Habrá estanflación, pero no es algo muy distinto a los últimos 12 años", advirtió el flamante Presidente.
El dólar sube en un mercado expectante
La cuestión cambiaria ha sido el tema de discusión más intensa desde que Milei ganó el balotaje el 19 de noviembre. Dentro del propio espacio político del nuevo mandatario se han escuchado opiniones divergentes respecto de la forma en que se debe corregir el retraso del dólar y la velocidad a la que deben levantarse las regulaciones del cepo cambiario.
En un principio, habían circulado versiones en el sentido de que se buscaría una rápida unificación cambiaria en un nivel alto, y que se trataría de desmontar los controles para ir a un régimen de flotación con cotización liberada a las fuerzas del mercado.
Sin embargo, la convocatoria a Luis Caputo para hacerse cargo del ministerio de Economía, así como la renuncia de Emilio Ocampo, que durante la campaña electoral había sido pre-designado para la presidencia del BCRA, dejaron en evidencia que las prioridades habían cambiado.
Milei decidió que no es momento para una liberación cambiaria, porque teme que los pasivos del Central -las Leliqs y los pases pasivos, que suman $24 billones- puedan convertirse en una bomba inflacionaria. En contra de la opinión de economistas que lo habían acompañado en la campaña, que minimizan la gravedad de este problema y le sugieren que baje las tasas de interés para generar un efecto de licuación, Milei quiere una "solución de mercado" en la que Caputo buscará un canje de bonos con vencimiento a mediano plazo.
No es el único motivo por el cual el nuevo gobierno quiere evitar un shock cambiario en su arranque: también existe el temor por el impacto que podría tener una suba del dólar sobre la deuda en pesos que tiene cláusula de indexación.
En las últimas semanas explotó la demanda de "seguros de devaluación", en particular las polémicas Lediv emitidas por el BCRA, cuyo volumen se agrandó hasta los u$s5.100 millones. Además, hay un monto grande de bonos duales y dólar linked, que se estima en u$s22.700 millones sin contar las tenencias intraestatales.
Lo que trascendió en el mercado es que Caputo quiere evitar a toda costa el costo que tendría una devaluación alta, porque supondría pagarle un alto premio a los que buscaron esta cobertura. El impacto podría ser fuerte en términos de financiamiento fiscal: los economistas calculan que podría superar el 100% de la base monetaria actual, que ronda los $9 billones.
Pero, sobre todo, está el temor a que una flotación cambiaria dispare una inflación imposible de controlar. Los economistas vienen advirtiendo que, aunque en las últimas semanas los aumentos en el rubro alimentos ya viajan a una velocidad del 7% semanal, todavía no reflejan el ajuste cambiario que correspondería a un dólar de $650 -que es el actual tipo de cambio del régimen de estímulo exportador, y que se descuenta que será, como mínimo, el dólar de arranque de la nueva gestión-.
Milei aprovecha la inflación para ajustar
Mientras el mercado espera que Caputo dé su primer mensaje, ya investido como ministro, empezó a dar sus primeras señales desde las operaciones del mercado "cripto", que funciona sin interrupciones los siete días de la semana. Después del discurso de Milei, esa cotización del mercado paralelo subió al escalón de $1.060, en un probable anticipo del precio que podría buscar el blue en la apertura del mercado del lunes.
Una continuidad del cepo cambiario, con un eventual desdoblamiento entre un dólar de comercio exterior en torno de $650 y otro financiero más libre que el actual régimen de dólar MEP, no ha sido bien vista por economistas de la línea ortodoxa, que prefieren una rápida normalización.
El principal argumento para favorecer una unificación cambiaria en un nivel alto -cercano a los $1.000 que hoy refleja el paralelo- es que sólo de esa forma se reactivará un nivel de exportación que le permita al Banco Central recuperar reservas.
El gobierno necesita atravesar un verano con escasez de divisas antes de que comiencen a entrar los dólares de la cosecha agrícola en abril. Pero se percibe como difícil que Caputo pueda cumplir su objetivo de que el campo deje u$s5.000 millones en el corto plazo si no tiene un incentivo cambiario inmediato o si percibe que el dólar al que abra el mercado el lunes es apenas un primer paso para un segundo salto cambiario post veraniego.
Mientras tanto, en contraste con las dudas que ha generado la política cambiaria, Milei ha despejado toda duda respecto de la dureza con la que piensa encarar el recorte fiscal. Prueba de ello ya había sido la decisión de no sancionar la ley de presupuesto del 2024 y mantener vigente el de 2023: eso implica que el gobierno congelará nominalmente las partidas -ya licuadas por la inflación de 150% transcurrida en el año- y hacer aumentos discrecionales.
De esta manera, Milei dejó también en claro cuál será su primera estrategia: aprovechar la propia herencia inflacionaria para facilitar el ajuste del gasto público en términos reales. Su propia estimación es que, sólo por el efecto de la emisión monetaria del gobierno saliente, está garantizado un nivel de entre 20% y 40% en los primeros meses. Y está claro que ni los salarios de empleados estatales ni las jubilaciones podrán emparejar ese ritmo de aumentos. Milei lo insinuó con su estilo frontal, al repetir su frase favorita de estos días: "No hay plata".