Mientras Milei endurece su postura, Massa auxilia a las provincias, que temen ser la variable de ajuste
La pulseada con los gobernadores provinciales por el pago del medio aguinaldo para los empleados estatales es para Javier Milei mucho más que un tironeo presupuestario sino que tiene un significado político profundo: marca el primer test sobre qué tan en serio es su compromiso con la austeridad.
Por eso, un día después del planteo de los gobernadores para que se habilite una asistencia financiera del gobierno nacional, el Presidente electo se preocupó por dar un mensaje contundente: "Hay que poner los números en orden. y la respuesta es corten otros gastos y paguen los salarios; no hay más plata".
Es por eso que la lupa del ambiente político está puesta en cómo se resuelva esta situación: si Milei "afloja" en su arranque, podrá poner minar su credibilidad y ya dejar sentado un precedente.
Es una situación que llevó a muchos a hacer un paralelismo, aunque en el sentido inverso: hace 20 años Néstor Kirchner quiso dar un mensaje claro cuando, recién asumido en el cargo, viajó a Entre Ríos, para poner fin a una larga huelga docente por un conflicto salarial. Era la forma de dar a conocer al país cuál sería el estilo presidencial: ejecutivo, con injerencia directa en todos los aspectos de la vida nacional y con una impronta de redistribución de renta.
Pero, además, ese estilo implicaba un beneficio político: un presidente electo con apenas 22% de los votos afianzaba las alianzas con gobernadores -fuera del partido que fueran-, que lo ayudarían a consolidar su base de poder.
En el caso de Milei, también hay una necesidad de marcar desde los primeros días un estilo propio y de buscar alianzas. Pero a diferencia de lo que le ocurría a Kirchner, está convencido de que su supervivencia política no depende de su disposición a abrir la billetera sino, más bien al contrario, de lo duro que se muestre en su "amarretismo" fiscal.
Massa y un favor con polémica
El problema de corto plazo, en lo que respecta a los sueldos de los próximos meses, fue resuelto por Sergio Massa, quien tras una reunión con los gobernadores aseguró la transferencia, por parte de la Nación, del Fondo de Aportes del Tesoro Nacional no utilizados en este ejercicio fiscal. Sumó a eso una deuda actualizada del Consenso Fiscal de 2018.
Hablando en plata, son unos $240.000 millones, que de todas formas no llegan a cubrir las necesidades de las provincias para sus obligaciones inmediatas, estimadas en $470.000 millones. El financiamiento obtenido por las recientes licitaciones del Tesoro aportaría el monto faltante para completar la cifra.
El ministro Massa asegura que esto no afectará al presupuesto 2024. Pero su discurso no puede ser más contradictorio con la situación que plantea el Presidente electo, quien denuncia una situación fiscal insostenible y ya avisó que la no asistencia financiera a las provincias será una cuestión de principios.
Es una postura que genera tantas adhesiones como expresiones de temor y rechazo. Para el economista jefe de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos, el país ingresó en una fase en la cual "un poco más" de déficit fiscal llevaría a "mucho más " de inflación.
Por su parte, la directora de la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, planteó un interrogante respecto de la relación futura de Milei con los gobernadores: "La gobernabilidad no es gratuita: es difícil pensar en gobernabilidad con una negociación con los gobernadores, con los intendentes, a quienes les cortás las transferencias discrecionales y la obra pública de arranque".
Mientras Darío Epstein, uno de los economistas que durante la campaña electoral formó parte del equipo de asesores -y uno de los que se entrevistó con inversores de Wall Street para sondear la posibilidad de préstamos- calificó como "extraordinario" el planteo de Milei de mostrar dureza ante el reclamo de las provincias: "Los gobernadores e intendentes tienen que ser parte de la necesidad de bajar el gasto".
Las cuentas del Plan Platita
Esta primera prueba implica tener que decirle que no a quienes, a primera vista, aparecen como aliados naturales de Milei, como por ejemplo el nuevo gobernador entrerriano, Rogelio Frigerio, electo por Juntos por el Cambio, que puso fin a una larga saga de gobernaciones peronistas. Frigerio responsabiliza de la precaria situación financiera de las provincias a Sergio Massa, que como parte de su estrategia electoral bajó impuestos que tenían una porción coparticipable de manera automática con las provincias, como Ganancias y el IVA.
"Acá hay un problema importante que surge con la decisión del oficialismo en la campaña, de hacer política con recursos provinciales. Hago referencia a la baja de impuestos que afectaron a la coparticipación de impuestos. Eso implica que nos falta prácticamente una masa salarial y eso complica el pago de sueldos y aguinaldos. Estamos muy preocupados por esta situación", planteó Frigerio, insinuando que ahora Milei deberá componer ese problema fiscal que recibirá como herencia.
En esas palabras de Frigerio se puede leer también una crítica entrelíneas al presidente electo. Porque lo cierto es que Milei no es 100 por ciento ajeno a aquella política de Massa fustigada con el mote de "Plan Platita", ya que el entonces candidato opositor votó positivamente el proyecto que elimina virtualmente el pago de Ganancias para los asalariados. Fue una de las principales notas disidentes respecto de Juntos por el Cambio, que denunció irresponsabilidad fiscal en esa iniciativa.
Pero Milei lo justificó con argumentos ideológicos: dijo que siempre apoyaría una rebaja de impuestos y aseguró que no reestablecería gravámenes en el caso de ser electo.
La diferencia entre Milei y Massa es que el derrotado ministro había hecho un guiño a los gobernadores, en el sentido de que lo que iban a dejar de recibir por concepto de Ganancias e IVA sería compensado con la coparticipación de lo recaudado por otros impuestos, en particular el impuesto al cheque, uno de los más criticados por los empresarios, por su efecto distorsivo sobre la actividad comercial.
De hecho, hay un proyecto de ley presentado por el peronismo para que las provincias reciban un 30% de ese impuesto -cuyo nombre oficial es "a los créditos y débitos en cuenta corriente"-, que en octubre pasado recaudó $353.536 millones, equivalente a un 8% de la torta impositiva.
¿Qué hará Milei ante esa iniciativa? No se ha referido al tema de manera explícita, pero sus declaraciones parecen claras en el sentido de que no tiene incentivos políticos ni fiscales para apoyar esa iniciativa.
"¿Acaso no somos un país federal? ¿Las finanzas de las provincias no son responsabilidad de las provincias? Qué culpa tengo yo del desmadre de la administración anterior y de lo que han hecho los gobernadores. No es culpa mía", fue la expresiva definición de Milei.
Las provincias, ¿variable de ajuste?
Esta situación, sumada además al anuncio sobre un corte a la obra pública, ha puesto en alerta a los gobernadores, que en estos días han mantenido reuniones, tanto entre sí como con los nuevos funcionarios, para evitar ser la "variable del ajuste".
Es una negociación en la cual se usan todos los recursos políticos a mano. Ya en la campaña, los gobernadores que apoyaban la candidatura de Massa se aferraron a esa promesa y advirtieron que, en caso de ganar Milei, estaba en riesgo ya no solamente el medio aguinaldo de diciembre sino también el pago de los salarios de empleados provinciales. Uno de quienes hizo esa advertencia de manera explícita fue Gerardo Morales, el saliente gobernador de Jujuy, y principal dirigente de la Unión Cívica Radical.
Sin embargo, la mayoría de los economistas plantea que, salvo por la siempre problemática provincia de Buenos Aires, en el resto hay un razonable situacíon financiera como para poder hacer frente a los pagos de sus nóminas de personal.
Y la postura es reivindicada incluso por dirigentes del peronismo, como el diputado Alejandro "Topo" Rodríguez, quien planteó que "la gran mayoría de las provincias tiene solidez financiera".
De hecho, el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, en la previa a una reunión, dijo que su provincia contaba con un fondo contracíclico que está previsto justamente para poder sostener los pagos en situación de crisis.
También en Catamarca, donde hay un conato de conflicto con funcionarios judiciales, el gobierno del peronista Raúl Jalil dijo que nunca había estado en duda el pago del salario de diciembre ni del medio aguinaldo. También recordó que hay un fideicomiso en conjunto con Salta y Jujuy para la gestión de la obra pública en la zona de los yacimientos mineros.
Pero más allá de que la situación de corto plazo pueda ser sostenible, el temor que sobrevuela en las provincias es a la profundización de los recortes en las transferencias directas, uno de los rubros candidatos al recorte en el marco de la austeridad fiscal que proyecta Milei.
Sobre un gasto público que equivale a un 20,6% del PBI, estas transferencias representan 0,8 punto, un monto relativamente menor cuando se lo compara con los principales rubros del gasto, como las jubilaciones, que representan un 6,7%.
Dicho de otra forma, las transferencias representan menos de 4% del gasto total. Si se agrega la obra pública, se llega a un 12% del total. Es decir, lejos de representar el problema más grave en el frente fiscal, pero uno de los pocos rubros en los cuales Milei puede recortar sin tener un conflicto social inmediato.
El presidente electo ya avisó que no piensa recortar en la sensible área de la ayuda social a los sectores de menores ingresos, porque ya está previendo que sus primeros meses sean de "estanflación" y necesita ese contrapeso por parte del Estado "para dar contención a los caídos". De hecho, los economistas que hacen mediciones propias de inflación ya proyectan que los alimentos tendrán en noviembre un encarecimiento del 15% y que la situación se podrá agravar luego de la asunción de Milei, sobre todo si se produce la devaluación que en el mercado financiero consideran inevitable.
El resto de los rubros son difíciles de cortar, si bien se prevé que en el gasto jubilatorio habrá otra erosión en términos reales por el efecto inflacionario de los primeros meses. Pero lo cierto es que Milei se está proponiendo un ajuste de grandes dimensiones: del déficit primario aproximado de 3% en que cerrará este año se propone ir a un superávit de al menos un punto del PBI. Y esto, sin contar con el aporte tributario de los rubros ya cortados por Massa, que suman otro punto del producto.