Transición caliente: amenaza de descontrol de precios y decisión de que Milei sea quien devalúe
La transición política rumbo al 10 de diciembre atravesó momentos de zozobra durante la mañana del martes, a poco de la apertura de los mercados. Fue cuando las cadenas de supermercados detectaron que empresas elaboradoras de productos de la canasta básica enviaron nuevas listas de precios con aumentos de entre 40% y 50%.
Las principales fabricantes de alimentos quedaron expectantes ante la novedad. A media mañana fue masiva la suspensión de las ventas. "No hay precio" fue la frase más escuchada por comerciantes, tanto grandes como pequeños.
A pesar de que no hubo una devaluación en el mercado cambiario oficial, el comportamiento de los formadores de precios fue parecido a cuando se da una situación disruptiva con el dólar.
Lo que sucede es que la economía se encuentra frente a la devaluación más "cantada" de la historia reciente: sin dólares en el Banco Central, con las reservas en negativo, y una brecha cambiaria cercana al 200%, no hay manera de seguir adelante sin un ajuste cambiario.
Está más que claro que algunas compañías formadoras de precios se adelantaron a esa devaluación. El mercado de futuros dio cuenta de esa incertidumbre: después del feriado, la cotización del dólar a diciembre se pactó en $790 contra $670 de la previa al balotaje.
La cuestión es que se desconoce si el plan de estabilización de Javier Milei, que recién se conocerá después de su asunción, logrará el objetivo de salir de la crisis.
Todo para el después del 10 de diciembre
Durante el encuentro en la Quinta de Olivos con Alberto Fernández, Milei dejó en claro que no quiere mover el barco antes del recambio presidencial. En contra de lo que sucedió durante la campaña, cuando recomendó a los ahorristas a rescatar sus plazos fijos en pesos y sugirió un dólar alto que le facilite el plan dolarizador, ahora -a pocas semanas de asumir-, el libertario quiere mostrarse racional.
"Quiere evitar una crisis más grave, pero también quiere dejar en claro que hasta el 10 de diciembre, toda la responsabilidad es de Sergio Massa y de Alberto Fernández", sugiere un asesor del presidente electo.
Está claro que el objetivo central del Gobierno es que la devaluación la aplique Milei después de asumir.
El presidente electo tiene un incentivo para aceptar ese desafío: recibir una economía lo más ordenada posible, y no en medio de un caos. Nadie olvida lo sucedido durante el comienzo del gobierno de Carlos Menem: aun con el respaldo popular de las urnas y el apoyo tanto del sector empresario y de la CGT, al riojano le costó un año y medio hasta que enderezó la economía.
Menem no pudo evitar una segunda cadena hiperinflacionaria y recién pudo salir de ese proceso con Domingo Cavallo y la convertibilidad, con un plan Bonex mediante.
El peligro a pesar de los acuerdos
Que Milei y Fernández acuerden la transición y que las empresas asuman mínimos compromisos para las últimas semanas, no significa que el terreno quedó limpio de malezas.
El mercado financiero está bajo estrés total. Un dato que expresa esa realidad: ayer, el Banco Central no pudo comprar ni siquiera un solo dólar a pesar del debut del nuevo "dólar exportador" de $620.
Todo un síntoma de que las cosas andan mal. Muy mal.
Por un lado, la realidad de que ya no queda demasiada soja en los silos por vender. Pero también influye que los operadores ya prefieren aguardar la asunción de Milei.
Todos saben que se viene una devaluación que, seguramente, llevará la cotización del dólar incluso por encima de lo que hoy se ofrece como "dólar exportador".
En este contexto, nadie podría augurar que el Gobierno podrá asegurar un crawling peg controlado hasta diciembre. Está claro que el Banco Central no está en condiciones de defender un tipo de cambio, aun cuando Milei se muestre comprensivo y no quiera generar más turbulencias.
Por más que el Gobierno haya citado para hoy a los principales fabricantes de alimentos para acordar alzas del 5% (adicional) en los precios de noviembre y del 8% al 12% para el comienzo de diciembre, nada servirá en medio de la incertidumbre y el convencimiento de que se viene una gran devaluación.
A esta altura, quedan sólo dos preguntas básicas: la primera es si el Gobierno logra llegar así hasta el traspaso presidencial y, la otra, de cuánto será la devaluación inicial.