Debate de candidatos: la astucia de Massa para parecer el más "market friendly"
Como siempre, la palabra final la tendrán los mercados. Si en los próximos días se nota una relativa estabilidad cambiaria y no hay corridas en los depósitos, será la confirmación de lo que todos los analistas vieron en la noche del domingo: que Sergio Massa fue superior a Javier Milei en el debate y que quedó más cerca de la Casa Rosada.
La realidad es que, para los que esperaban alguna profundización de las propuestas de campaña -que en el primer debate no habían tenido la posibilidad de tener mucho desarrollo, dado el formato restrictivo con cinco contendores- quedó un sabor a frustración. Ninguno de los dos explicó mucho sobre los aspectos de sus programas que dejan más dudas en el electorado.
Tampoco, contradiciendo algunas versiones extraoficiales que habían corrido antes del debate, se dio el anuncio por parte de Massa sobre quién sería su eventual ministro en caso de ganar. Se había especulado con que Massa, buscando ahuyentar los temores de los votantes de centro -es decir, lo que acompañaron a Patricia Bullrich y a Juan Schiaretti en la primera vuelta- tenía previsto anunciar un nombre de amplia aceptación en el mercado. Hasta se especuló con nombres como el de la economista Marina Dal Poggetto y el del ex presidente del BCRA Martín Redrado.
Nada de eso ocurrió, de manera que lo que dejó el debate para quienes tienen la ansiedad por saber cómo seguirá la economía fue el intercambio de chicanas entre los candidatos, un arte en el cual Massa superó por amplio margen a Milei.
A esta altura, ya es un caso de estudio para los politólogos cómo un ministro de economía que tiene una inflación que tiende al 300% anualizado y con más de 40% de pobreza, que no tiene acceso al crédito al punto de que están colapsando importaciones en rubros tan sensibles como los insumos médicos, no sólo no haya sufrido sofocones en el debate, sino que hasta haya adoptado la posición acusadora. De hecho, en la agenda económica, Massa se propuso "tomarle examen" a Milei, que se mostró más a la defensiva que en una actitud cuestionadora.
Milei nunca se apartó del libreto que le hizo ganar notoriedad, es decir la acusación a "la casta" como causa de los males del país, por la tendencia al déficit fiscal crónico y a la financiación monetaria de ese agujero. Pero no logró incomodar a Massa, a pesar de que el ministro/candidato ofrecía muchos flancos débiles, sin ir más lejos el desabastecimiento de combustible que hace dos semanas puso en vilo al país.
Milei no aprovechó los flancos de Massa
Milei tampoco repasó las definiciones que había hecho Massa en el debate anterior, en el cual había anunciado su idea de implantar una moneda digital nacional de curso forzoso, un tema que le valió muchas críticas de parte de los expertos del tema criptomonedas, que llegaron a hacer un paralelo entre esa idea con la que aplicó el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
Tampoco recordó Milei que en el primer debate Massa había prometido un plan para el crédito a la vivienda, un tema en el cual el libertario tenía mucho como para castigar a su rival, dado que el rubro crédito es uno de los grandes flancos débiles de este gobierno. De hecho, los préstamos del sistema bancario son hoy un 8,9% más bajos, en términos reales, que hace un año, y están en uno de sus momentos históricos más bajos. Esta es la contracara de la acumulación de la "bola de Leliqs", que ya supera los $23 billones.
Por insólito que parezca, Milei no mencionó durante el debate las palabras "crédito" ni "Leliqs". En cambio, se prestó al juego de ser "examinado" por Massa, quien le reclamó precisiones sobre sus propuestas de recorte de subsidios en servicios públicos y sobre el proyecto dolarizador.
Milei -que ya no habla de la "motosierra"- se preocupó por desmentir que su propuesta pueda implicar una suba desmesurada de tarifas, pero no dio detalles sobre cómo recortará el déficit fiscal sin afectar de manera sustancial los subsidios.
Y en cuanto a la dolarización, no profundizó en los aspectos que más dudas generan en el mercado, como la forma de sustituir la moneda nacional por el dólar con el pobre nivel de reservas del BCRA y si ese proyecto implica el riesgo de una licuación de depósitos.
A pesar de que Massa había dejado en los últimos días algunos flancos por los cuales Milei podía dirigir su ataque -por ejemplo, la promesa de que se levantaría el cepo cambiario a fines de 2024, y que eso ocurriría porque la exportación agrícola permitiría recomponer las reservas del BCRA- Milei no le pidió que profundizara en esa explicación. Durante los últimos días, hubo varias manifestaciones de escepticismo respecto de si las premisas que plantea Massa -empezando por las propias cifras de exportación agrícola- serían correctas. Pero Milei dejó pasar también esa oportunidad.
Massa, ¿garante del libre comercio?
La astucia retórica de Massa se reflejó, sobre todo, en el bloque dedicado a las relaciones internacionales. A primera vista, Milei, sólo por el hecho de definirse como liberal, parecía el candidato que mejor debería defender la necesidad de intensificar el comercio con el mundo. Sin embargo, Massa lo acusó de que, por sus prejuicios ideológicos respecto de los gobiernos de signo izquierdista, Milei pondría en riesgo los flujos exportadores hacia los dos países con los que más comercia Argentina.
La explicación de Milei -en el sentido de que el comercio dependerá de los privados, sin intervención de los gobiernos- no sonó convincente, y de hecho pareció una admisión tácita de que el vínculo diplomático con Brasil y China era un tema que no tenía previsto cultivar. De esa manera, Massa lo acusó de poner en riesgo la estabilidad de complejos exportadores como el automotor -que depende de Brasil, en un intercambio con alta injerencia estatal- y el de la agroindustria y frigorífica, que tiene a China como destino de su producción.
En definitiva, otra situación insólita: Massa, que tiene grandes dificultades para sostener el ritmo importador -en un contexto de endeudamiento de los importadores por más de u$s50.000 millones, que no encuentran respuesta en el BCRA-, terminó asumiendo el rol del garante del comercio internacional frente a un candidato que supuestamente encarnaba la adhesión al "laissez faire".
Increíblemente, Milei casi no se refirió a otro tema que ha sido uno de los "talones de Aquiles" del peronismo: su relación conflictiva con el campo, el sector más dinámico de la economía nacional. Y después de una campaña en la cual se debatió sobre cómo mejorar los incentivos para que el agro pudiera incrementar su producción, el candidato opositor no hizo mención a la cuestión de las retenciones a la exportación.
De hecho, quien sí habló del tema fue Massa, que se jactó que, desde su asunción como ministro, se habían eliminado los impuestos de exportación a las economías regionales.
Debate superficial sobre empleo
Los otros bloques que tocaron el tema económico, como el del trabajo, permitieron ver una discusión más pareja, en la que el intercambio de argumentos fue el previsible. Es decir, Massa alertando sobre que Milei encarnaba el peligro de la pérdida de derechos adquiridos, mientras que el libertario ponía el énfasis en la necesidad de aliviar la presión impositiva.
También ese bloque era, a priori, uno en el que Milei tendría argumentos suficientes como para acorralar al candidato oficialista. Después de todo, el grueso de sus votantes proviene de la economía informal y del sector de cuentapropistas, los únicos en los que se ha notado verdaderamente un crecimiento del empleo, y en los que no se aplican la mayoría de las garantías legales para el trabajador.
Massa lo "chicaneó" por su propuesta de expandir a nivel nacional el esquema de seguros de desempleo que se aplica en el gremio de la construcción, lo cual asimiló a la eliminación de las indemnizaciones laborales.
Lo curioso es que en el primer debate, sin dar muchos detalles, el propio Massa, en un guiño a los votantes de centro, había admitido que era necesaria una "modernización de la legislación laboral". Pero Milei no le preguntó en qué medidas concretas consistiría.
En definitiva, el debate dejó una sensación paradójica de mayor solidez argumental para Massa, que conduce la economía en una situación de alta inestabilidad, riesgo de hiperinflación y nubarrones de recesión. Así, el ministro se mostró como un candidato "market friendly". Y Milei, que a diferencia de su contrincante -que es abogado- tiene una formación académica en economía, no aprovechó la oportunidad y permitió que Massa lo asociara a la imagen de riesgo e incertidumbre para los mercados.