Duro dato para el Gobierno en medio de la campaña: la pobreza subió al 40,1% en el primer semestre de 2023
La pobreza en la Argentina subió al 40,1% -contra el 39,2% del segundo semestre de 2022- y la indigencia al 9,3% de la población en el primer semestre del año, informó el INDEC.
La medición se hizo antes de la devaluación implementada por el Gobierno a mediados de agosto último, por lo que esos datos deberían haber empeorado en el tercer trimestre.
Así, la pobreza afectó a 18,4 millones de personas y la indigencia a 4,3 millones, según los datos oficiales proyectados para todo el país, y no únicamente a los conglomerados urbanos medidos por las estadísticas oficiales.
Es el dato más alto desde el pico del 42% alcanzado durante la severa crisis provocada por la pandemia en 2020.
En cuanto a los grupos de edad según condición de pobreza, se destaca que más de la mitad (56,2%) de las personas de 0 a 14 años son pobres.
El porcentaje total de pobres para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 46,8% y 35,4%, respectivamente. En la población de 65 años y más, el 13,2% se ubicó bajo la línea de pobreza.
Las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 42,0%; y GBA, 41,4%. Las menores, por su parte, se registraron en las regiones Patagonia, 33,2%; y Pampeana, 36,8%.
La pobreza y una situación que empeora
El período que dinfunció la encuesta del INDEC este miércoles corresponde al primer semestre del año, lo cual implica que los indicadores empeorarán, porque en ese lapso se produjo el salto inflacionario, que llevó al IPC desde el promedio mensual de 6% que se había registrado en el semestre anterior a un nuevo piso de 7%.
De hecho, ya hay mediciones privadas que anticipan que el índice dará una cifra por encima del 40%. Y lo peor de todo: el dato que se está por conocer ya es una "foto vieja", porque la aceleración inflacionaria de estas últimas semanas -que implicó el regreso a un IPC de dos dígitos tras la devaluación post PASO- ya permite suponer que, hoy mismo, la pobreza e indigencia están un escalón por encima que la que se registró en el primer semestre.
Un indicador que complica a Sergio Massa
Para un candidato peronista, no hay peor situación imaginable. Por más que el indicador no sea sorpresivo, no deja de ser doloroso, porque supone una admisión tácita de fracaso en la consigna de aplicar políticas de "justicia social".
Por otra parte, el incremento de la pobreza hace que quede deslucido otro indicador importante: la caída en el desempleo, que en el segundo trimestre del año arrojó apenas un 6,2% y que la cantidad de empleos formales haya crecido en 400.000 respecto de un año atrás.
El hecho de que haya menos desocupados pero más pobres está indicando que hay trabajadores asalariados que están por debajo de la línea de pobreza porque su ingreso no puede compensar la suba de precios. Es el fenómeno que desde hace tiempo vienen estudiando los sociólogos como la nueva marca de época en Argentina: la pobreza dejó de ser sinónimo de desempleo o de informalidad, y hoy ya existe la nueva categoría de asalariados pobres.
La canasta básica para un hogar de dos adultos y dos menores es de $284.687, una cifra que supera en 20% a un ingreso de dos salarios mínimos.
Para colmo, la inflación ha sido más acentuada en los alimentos y otros productos de primera necesidad, por lo cual la canasta se encarece a una mayor velocidad que la inflación promedio: mientras el IPC anual se ubica en 124,4%, la canasta que marca la línea de pobreza avanzó a una velocidad de 137,7%. Y la canasta alimentaria -la que marca la línea de indigencia- corrió aun más rápido, a una velocidad de 146,4% anual.
En otras palabras, el ingreso al mercado de trabajo dejó de ser el pasaporte al ascenso social, un tema que los politólogos están empezando a vincular con los cambios a nivel político, como la adhesión de los jóvenes al partido de Javier Milei.
Lo cierto es que hoy parecen muy lejanas las predicciones que hace un año hacían los funcionarios de Alberto Fernández, en el sentido de que el país sacaría de la pobreza a un millón de personas cada año. Aquel pronóstico, hecho en un momento en el que la economía se recuperaba a velocidad acelerada tras la crisis de la pandemia, suponía que sobre el final de la gestión de Fernández el índice de pobreza se ubicaría en torno de 34%, un nivel similar al que había dejado Mauricio Macri en 2019.
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