Sin dólares y con una economía que se enfría: los malabares de Massa para evitar un colapso y llegar al balotaje
Desde hace varios meses, la incertidumbre sobre la marcha de la economía es total. Sergio Massa se encargó de sacar "conejos de la galera" para acercar dólares al Banco Central y evitar un colapso. Ya sin margen para conseguir divisas y presionado por el Fondo Monetario, al ministro-candidato no le quedó otra que aplicar una devaluación del 22% apenas se contaron los votos de las PASO.
Esa medida disparó los precios. Algunas subas solo se moderaron porque se trata de sectores regulados, como los servicios públicos, los combustibles y la medicina prepaga.
Massa tendrá el test del impacto electoral esta misma semana, cuando el INDEC dé a conocer la inflación de agosto. En términos de realidad social, el reflejo de la devaluación ya lo cargó la sociedad. Ahora resta saber dos cosas: cómo la campaña del candidato oficialista absorberá una inflación de dos dígitos y si en septiembre se va a enfriar la evolución de los precios.
En el medio, Massa tendrá que decidir si habrá una suba adicional de la tasa de interés. Algo que no sucederá a menos que el Banco Central detecte una caída de los depósitos bancarios. En el gabinete económico consideran que la situación podrá manejarse mientras los dólares "libres" no tengan otra disparada descontrolada.
Por eso mismo, el ministro puso en marcha el "dólar soja 4", que le asegura una afluencia de divisas en el corto plazo, que en la Bolsa de Cereales estiman en unos u$s2.000 millones. Un volumen de dólares que le dan la garantía a Massa de que no necesitará una nueva devaluación antes de las elecciones de octubre.
La pregunta, en todo caso, refiere a si un evento disruptivo podría darse algunas semanas más adelante, más concretamente entre el 22-O y el eventual balotaje del 19-N.
El desafío máximo para una economía en crisis
Más allá de las especulaciones, hay algo contra lo que Massa ya no puede evitar: el súbito enfriamiento de la actividad económica. Algunos de los registros que se conocieron en las últimas horas dan cuenta de ese proceso recesivo.
El último fueron las ventas del comercio minorista, que retrocedió 4,1% en agosto, con una notoria influencia de sectores que necesitan dólares para producir y vender, como ferreterías, maquinarias y hasta en la construcción.
Precisamente, las principales compañías de la construcción -que elaboran el índice Construya- dijeron que la actividad se contrajo 7,5% en agosto versus el mismo mes del año pasado; y del 1,1% en relación a julio.
El INDEC ya había alertado que en julio se habían hundido tanto la construcción como la industria, en ambos casos por la falta de dólares.
Esa escasez de divisas se mantendrá aun en el escenario del "soja 4", que sólo vino para poner paños fríos a las expectativas de una nueva devaluación en el cortísimo plazo. El Gobierno entregará dólares para importaciones sólo en cuentagotas, y limitado a los rubros que aseguren la estabilidad de puestos laborales a pesar de la mala onda con la economía.
De eso se trataron las negociaciones de "Precios Justos" con la industria automotriz. El resto se debe poner en la fila, a la espera de una convocatoria oficial.
Dólar: malabares para evitar otra devaluación
Ya sin los conejos que sacaban dólares de las galeras, ahora el ministro hace equilibrio con los circenses "platitos chinos". De la buena destreza depende que los dólares alcancen hasta las elecciones generales -y eventualmente hasta el balotaje de noviembre- para evitar otro salto cambiario.
La última vez, el 14 de agosto, el ministro pudo evitar una espiralización cambiaria e inflacionaria gracias a que Massa se mantiene competitivo rumbo a la contienda electoral. Las empresas siguen alertas a los pedidos del titular del Palacio de Hacienda.
A Massa no le será nada fácil seguir con los malabares. El quebranto de la cosecha -superior a los u$s20.000 millones- resulta muy complicado de esquivar.
La economía cruje. Lo que hasta hace poco se podía disimular, ahora ya no. Massa mantuvo el volumen de importaciones -lo más cerca posible de los u$s7.000 millones mensuales- hasta que la realidad se impuso.
Ahora que ya no quedan más dólares -y ni siquiera logra reactivarse el segundo tramo del swap de monedas con China, por u$s5.000 millones-, la actividad de distintos sectores se vino abajo.
Algunas grandes empresas que quieren sostener el ritmo están utilizando dólares propios. Otras se están "comiendo" el stock, y también se cuentan algunas que empezaron a suspender turnos laborales. En este último grupo se cuentan a fabricantes de indumentaria y calzado.
La mayoría de las consultoras (y también el FMI) prevén una caída del PIB de entre 2% y 3% este año, pero con una incidencia casi exclusiva de este accidentado segundo semestre.
El Gobierno apuesta a llevar el tipo de cambio sin modificaciones hasta las elecciones. De hecho, Massa pretende que la inflación de este mes sea inferior al 10%. Quiere que sea de un solo dígito. Esa pretensión va en contra de los pronósticos de todas las consultoras privadas, que incluso advierten sobre un IPC superior al de agosto.
¿Lo logrará? Da la sensación que aunque más no sea una leve desaceleración, dependerá de una estabilidad cambiaria, pero también del impacto por el enfriamiento de la economía. Un escenario contrario al que quiere Massa para llegar a las elecciones.