La corrida llegó a las góndolas: crece el "stockeo" y se endurece la pulseada entre Gobierno y empresas por precios
La reacción de los consumidores tras la devaluación del lunes 14 de agosto fue automática: hubo una verdadera corrida hacia las góndolas de los supermercados para comprar productos de la canasta básica y abastecerse antes de que se produjeran los aumentos de precios.
De acuerdo al relevamiento de la consultora Scentia, con datos de las principales supermercados de todo el país, en esas horas inmediatamente posteriores al salto cambiario, las ventas de las grandes cadenas se incrementaron 26,7% (en cantidades) respecto de la misma semana del año pasado, en la que también mandaba la incertidumbre y las tensiones cambiarias, tras la intempestiva salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía.
La gente no se equivocaba: esa misma semana hubo aumentos de entre 15% y 25% por parte de las grandes empresas, que luego dieron marcha atrás parcialmente cuando el Gobierno negoció un menor ajuste en los precios a cambio de concesiones impositivas para esas compañías.
El tradicional relevamiento de ISEPCI (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana) entre comercios de barrio del conurbano determinó que el aumento de la canasta de alimentos y productos de limpieza básicos alcanzó al 27% durante agosto.
A la hora de abastecerse, las preferencias de los consumidores fueron amplias: compraron desde artículos que están atados a la cotización del dólar -como latas de atún o frascos de café- hasta fideos, arroz, aceite, azúcar y harinas.
También hubo un aluvión de compras de productos de limpieza e higiene personal, muchos de los cuales provienen desde Brasil.
Las compras en las grandes superficies vienen siendo positivas porque los consumidores encuentran en esas cadenas los productos más baratos que en los autoservicios y almacenes de barrio, por los acuerdos que firma el Gobierno con esos grandes comercios. Pero las subas, que venían en un rango del 4% al 7% interanual, explotaron al 26,7% apenas sucedida la devaluación.
Alerta por los precios: todo el mundo quiere stock
"Hay poca mercadería", admite el ejecutivo de una compañía alimenticia que es referente en el mercado. "Somos varias las empresas que vendemos lo justo", amplía.
Se refiere a que a las empresas les cuesta cumplir con el mandato de Sergio Massa para limitar el aumento del 5% en los precios de los productos, al menos en los que se expenden en los supermercados.
Otros, a precios libres, pero que no forman parte de la canasta básica, pueden conseguirse a menos que sean importados o se fabriquen con insumos de afuera. La provisión de insumos y artículos que provengan del exterior viene con problemas ante la escasez de divisas en el Banco Central.
"Hay muchos faltantes", cuenta a iProfesional el dueño de una importante cadena de autoservicios del conurbano.
Un mayorista de zona sur completa el escenario: "Las páginas web de varias empresas rechazan los pedidos. Dicen que hay faltantes, y no dan idea de cuándo habrá reposiciones", dice el comerciante, que le saca una foto a la computadora para repartirla por WhatsApp con algunos colegas suyos.
Desde las oficinas de algunos fabricantes dicen que hay supermercados y mayoristas que incrementaron los pedidos para hacerse de stock, como forma de prevenir lo que pueda suceder después de las elecciones. ¿Otra devaluación, quizás? Nadie lo sabe con precisión, pero el mercado ya lo da por hecho y actúa en consecuencia.
"Es típico que después de una devaluación haya cierto desorden en el abastecimiento durante algunas semanas; después se normaliza. El problema que notamos ahora es que la incertidumbre cambiaria se mantiene, en un contexto político muy complejo. Nadie quiere perder y todos extreman la cautela", argumenta el ejecutivo de otra empresa alimenticia, ante la consulta de iProfesional.
Inflación alta, con pulseada entre Gobierno y empresas
El pedido de Massa de limitar los aumentos del 5% en los supermercados se cumplió durante agosto, más allá de los mencionados problemas con el abastecimiento. Lo que todavía nadie puede asegurar es que vayan a cumplirse este mes.
En las próximas horas, las empresas líderes de la alimentación se encontrarán en la Copal -la cámara que las agrupa- para delinear una estrategia común.
Le pedirán al Gobierno una nueva reunión en Comercio Interior, donde manda Guillermo Michel, el hombre del equipo económico de mayor confianza de Massa, ante un Tombolini que ha quedado relegado.
Las compañías no quieren firmar el acuerdo hasta que terminen de evaluar los beneficios fiscales que el Gobierno prometió a cambio de limitar los aumentos al 5% mensual de acá a las elecciones. Esos beneficios salieron publicados recién ayer lunes en el Boletín Oficial.
Mientras tanto, ninguna de las empresas quiso sacar "los pies del plato" y accedieron a cumplir con el pedido. Incluso algunas compañías, por ejemplo del sector lácteo, pusieron bonificaciones a sus clientes, como demostración de buena voluntad.
¿Es sólo eso -la buena voluntad- o detrás del cumplimiento se esconde una decisión bien racional, que tiene que ver con una brusca contracción de las ventas en algunas de esas compañías?
Más allá del fenómeno visto en las grandes cadenas, donde se da un fuerte salto en las ventas, el mercado del consumo masivo estaría mostrando una fuerte caída en el resto de los canales, que esas mismas empresas atienden a través de distribuidores y mayoristas.