• 22/11/2024

Devaluación de Massa puede ser la "menos exitosa" de la historia: quedaría neutralizada antes de las elecciones

El contagio a precios y el agrande de la brecha con el dólar paralelo ocurrió mucho más rápido de lo previsto. ¿El FMI presionará por un ajuste adicional?
17/08/2023 - 13:00hs
Devaluación de Massa puede ser la "menos exitosa" de la historia: quedaría neutralizada antes de las elecciones

En los agitados días de la crisis de 2022, el entonces ministro Roberto Lavagna solía jactarse de que, al menos, se había logrado "una devaluación exitosa". En aquel momento esa expresión generó una tormenta política, y el propio Lavagna admitió que se trataba de una frase dicha en un contexto técnico, pero que si se la leía en forma aislada podía interpretarse como que la devaluación fuera algo bueno.

Lo que el veterano ex ministro había querido decir era lo que todos los economistas argentinos saben de memoria: que la devaluación sólo tiene sentido si el resto de los precios de la economía se quedan relativamente quietos. Y que si los demás precios alcanzan rápido al dólar, entonces se habrá cometido el peor error: quedarse con el mismo atraso cambiario del principio, pero con una inflación más alta y más inquietud social.

Y eso es, precisamente, lo que empieza a notarse en los primeros días post devaluación de Sergio Massa: ya muchos temen que se trate de "la devaluación menos exitosa de la historia".

Un reporte de la consultora Alphacast compara cómo fueron los tiempos de contagio a precios en las últimas devaluaciones. Y si todas las comparaciones son odiosas, esta lo es en grado extremo: en las tres semanas siguientes a la devaluación de enero 2014 -con Axel Kicillof en Economía y Juan Carlos Fábrega en el BCRA- se había acumulado un "pass through" del 50%. Mientras que en septiembre de 2018 -cuando se agravó la crisis cambiaria del macrismo- ese pasaje del dólar a precios fue del 37%.

Después de las PASO de 2019, el contagio fue de 24% en las tres semanas siguientes a la devaluación del lunes post electoral, mientras que la marca más baja de la historia reciente fue la devaluación tras el recambio de gobierno en diciembre de 2015: en aquel momento, la expectativa de que se desarmaría el cepo ya había disparado precios en la previa, de manera que el "pass through" de corto plazo fue sólo del 7%.

¿Y ahora? Las expectativas de los economistas no pueden ser más pesimistas. Se espera que tanto en agosto como en septiembre se registre un IPC de dos dígitos -una situación que no ocurría desde hace 21 años-. Si ocurriera lo que están planteando las consultoras que hacen relevamientos propios y que son tomadas como referentes del mercado -como Eco Go o LCG, por ejemplo- entonces hay que esperar un "pass through" del orden del 60% en el lapso de tres semanas.

Y antes de las elecciones del 22 de octubre ya habrá sido superado ampliamente el nivel de suba del tipo de cambio, dado que para ese entonces se podrá acumular una inflación superior al 25%.

Los precios acusaron un
Tras la devaluación, los precios acusaron un "efecto contagio" mucho más rápido que el que había previsto el equipo de Sergio Massa

El fracaso en la brecha

El primer síntoma de ese fracaso, naturalmente, es el mercado del dólar paralelo. El blue, con su cierre del miércoles a $780, ya se despegó un 113% respecto del dólar oficial minorista -a $366,89 en los bancos. Es decir, la brecha ya es superior a la del viernes pre PASO, que entonces se ubicaba en 102,6%.

Cuando se toma en consideración el mercado del dólar MEP, ocurre lo mismo: la distancia entre el tipo de cambio implícito del mercado de bonos se ubicaba el viernes pre electoral a una distancia de 88% respecto del dólar mayorista del Banco Central. Tres días después de la devaluación, la brecha ya llega a 86%.

Lo peor es que nada hace prever que el paralelo pueda frenarse en este nivel. De hecho, si se toma en consideración los niveles a los que había llegado el dólar en crisis anteriores, como la corrida de abril, o como el pánico de julio pasado tras la renuncia de Martín Guzmán, todavía se trata de un paralelo relativamente barato. Llevado a precios de hoy, la brecha que tomo el blue en abril respecto del dólar bancario -de 118%- equivaldría a $797. Y el pico de julio del año pasado -una brecha de 149%- hoy significaría un blue en un escalofriante nivel de $910.

El Gobierno había hecho el cálculo de que, tras la devaluación -acompañada de la suba de tasa de interés el mercado entraría en una relativa calma, ante la certeza de que con esa medida se destrabaría un desembolso del Fondo Monetario Internacional por u$s8.000 millones antes de fin de mes.

Sin embargo, en el análisis del mercado jugaron también otros factores. Como, por ejemplo, la dinámica inflacionaria que ya venía acelerando tras la "devaluación indirecta" que supuso el impuesto a las importaciones y el encarecimiento del maíz para la industria alimenticia. O, también, el análisis político de la situación post PASO, con el inesperado liderazgo de Javier Milei, que puso nuevamente a la dolarización en el tope de la agenda nacional.

El campo, a la defensiva

Al Gobierno le queda el consuelo de poder informar que, después de la devaluación, el Banco Central pudo reforzar su posición compradora y aliviar así su crisis de reservas. Desde el lunes, acumula compras por u$s463 millones y en agosto ya supera los u$s600 millones.

Sin embargo, puede tratarse de un consuelo módico y de corta duración, porque justamente uno de los peores efectos colaterales de la devaluación es el que se está percibiendo sobre el agro.

El Gobierno había supuesto que, con un dólar más elevado, ahora sí los productores tendrían finalmente el incentivo que estaban esperando para sacar sus stocks de los silobolsas y exportar. Se estima que hay todavía guardadas unas nueve millones de toneladas de soja, que estaban a la expectativa de un mejor tipo de cambio.

Los expertos del negocio agrícola advierten que, al contrario de lo que preveía el Gobierno, el campo podría disminuir su ritmo exportador tras la devaluación
Los expertos del negocio agrícola advierten que, al contrario de lo que preveía el Gobierno, el campo podría disminuir su ritmo exportador tras la devaluación

Sin embargo, los analistas del sector creen que no vendrá el ansiado boom exportador que había imaginado el ministro/candidato. Por lo pronto, ante la incertidumbre, desaparecieron los precios de referencia, lo que llevó a que en la bolsa de Rosario no hubiera cotizaciones.

Los que venían vendiendo maíz a $340 por dólar se encontraron de golpe con que aquel tipo de cambio preferencial, súbitamente se había transformado en un dólar inferior al oficial.

Lo peor, según Salvador Vitelli, analista de Romano Group, es que tampoco el dólar alto resultará un estímulo para los productores sojeros que no habían entrado en el último programa de incentivo exportador. Y señala que la clave está en el hecho de que Massa se propone mantener el tipo de cambio de $350 fijo hasta las elecciones de octubre.

Así, el cálculo oficial es que conviene apurar la liquidación, porque cuanto más rápido se venda, mayor será la cantidad de dólares que se pueda recomprar en el mercado paralelo -dado que el MEP sigue subiendo-.

"Pero el problema radica en que el pase a precios de la devaluación está siendo prácticamente idéntico al aumento del tipo de cambio oficial, por ende, la brecha volvió a niveles similares a los anteriores, haciendo en conjunto con la incertidumbre post-PASO, que el interés por liquidar dólares oficiales caiga abruptamente", argumenta Vitelli.

De esa manera, uno de los principales objetivos de toda devaluación -la suba en el ingreso de divisas por exportación- queda puesta en duda.

Precios aceleran

Pero el tema primordial que marcará el fracaso de la devaluación será, sin dudas, la reacción de los precios. A pesar de que el Gobierno intentó transmitir calma al mercado al anunciar que los productos incluidos en el programa Precios Justos tendrán topes del 5% mensual durante los próximos 90 días, la realidad que se esta viviendo en el mercado es bien diferente.

Hay sectores en parálisis comercial, donde los proveedores dejaron de entregar mercadería a la espera de tener un nuevo precio de referencia.

Y en las cadenas de supermercados ya se están actualizando todos los precios de la canasta básica, con alzas que promedian un 20%. A ese ritmo de aumentos van productos esenciales como los fideos, el aceite y el arroz.

Mientras que la carne, ya desde el mismo lunes sufrió en el mercado de hacienda de Cañuelas un fuerte empuje. De hecho, ya habían experimentado una suba de 20% tras el incremento en el precio del maíz anunciado en julio, y ahora tiene una nueva aceleración, mientras el Gobierno amaga con un cierre exportador. Lo cierto es que la carne vacuna tiene una alta ponderación en rubro alimentos, que a su vez es el de más peso en el IPC del Indec. Y las señales de estos días no podían haber sido peores.

El clima político no ayuda, porque se da por descontado que, ante una suba en los precios de alimentos, habrá incrementos nominales de salarios y jubilaciones, que a su vez alimentarán la espiral de precios, dado que ya hubo gremiales de pymes que advirtieron que no están en condiciones de soportar pagos de bonos extrasalariales.

Sergio Massa se prepara para reunirse con el FMI: espera que la devaluación sea suficiente para destrabar el desembolso de u$s8.000 millones
Sergio Massa se prepara para reunirse con el FMI: espera que la devaluación sea suficiente para destrabar el desembolso de u$s8.000 millones

¿Le alcanzará al FMI?

Es en ese contexto que Massa se enfrenta a su mayor riesgo: ¿le alcanzará con esta devaluación de 22% para llegar a la elección de octubre?

Y más grave aun, ¿considerará el FMI que es suficiente este ajuste cambiario para finalmente desembolsar su ayuda financiera, o pedirá un ajuste adicional ante la evidencia de que la ganancia de competitividad fue neutralizada rápidamente por los aumentos del resto de los precios? Es algo de lo que se enterará Massa la semana próxima cuando viaje a Washington para reunirse con las autoridades del organismo.

De momento, una de las pocas situaciones beneficiosas que Massa tiene para mostrarle al FMI es la posibilidad de un incremento en la recaudación de impuestos, algo que ocurre después de toda devaluación y después de toda ola inflacionaria. Nominalmente, la caja de la AFIP engordará, y si el "Massa ministro" se impone al "Massa candidato", eso podría significar una mejora de la situación fiscal.

Después de todo, el compromiso de austeridad es la otra condición que el FMI había puesto para dar su ayuda. Hasta ahora, ese esfuerzo se puede demostrar con números: en el acumulado a julio, los gastos primarios se redujeron un 8,3% real, según informó la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Pero del otro lado Massa tiene la fuerte presión por lubricar el consumo como forma de mejorar el humor social. Eso implica no solamente decretar aumentos para el sector privado, sino mejorar el nivel de ingresos en sectores como el de los empleados municipales, que representan casi un 20% de los 3,7 millones de trabajadores estatales y es un rubro en el que, según admitió el propio Massa, un 40% percibe una paga inferior a la línea de pobreza.

Ante esa situación, lo que entra en duda es si efectivamente se podrá cumplir la promesa de mantener al dólar oficial clavado en su nuevo escalón de $350 o si, en pleno cierre de la campaña electoral, habrá que volver al deslizamiento diario de la cotización, retomando el "crawling peg".

Sería un escenario de pesadilla para la coalición Unión por la Patria: un dólar que vuelve a quedar retrasado y que genera otra presión cambiaria con el peor "timing" político imaginable. Algunos ya habían presentido que ese escenario podría llegar a ocurrir. Por ejemplo, Cristina Kirchner, que le envió el mensaje tácito a Alberto Fernández cuando para su cumpleaños le regaló el libro de Juan Carlos Torre que narra la debacle del Plan Austral.

Como complemento de ese clima enrarecido post devaluación, un síntoma causó inquietud: el hecho de que Javier Milei haya declarado en TV que se está preparando para asumir la presidencia en caso de que sea necesario una entrega anticipada del poder.