Costo oculto de la calma pre electoral: menos yuanes para el comercio, más deuda y reservas al límite
A Sergio Massa le resulta difícil disimular sus estados de ánimo: se le nota cuando está contento y también cuando está preocupado. Y quien haya visto su anuncio sobre el acuerdo con el FMI no necesita ser un experto en expresión corporal para interpretar que el ministro/candidato no lucía precisamente exultante.
El mensaje intentaba llevar tranquilidad a un mercado plagado de dudas, pero resultó un objetivo de difícil cumplimiento. El centro de su argumentación es que se consiguió calma en el mercado cambiario, previsibilidad en el plan de desembolsos del Fondo y todo eso sin que el organismo se inmiscuyera con sus revisiones durante la campaña electoral y, además, sin que al país se costara ni un dólar de sus reservas.
La realidad es que el mercado hizo otra interpretación: que el FMI no está dispuesto a darle dinero al país hasta no tener en claro quién conducirá los destinos del país. Con lo cual es probable que si a Massa no le va bien en las PASO, se deba incluir en las negociaciones -aunque sea informalmente- a representantes de la oposición.
Pero, sobre todo, el punto que hizo "ruido político" es el referido a las reservas. Técnicamente es cierto que, como dijo Massa, no se tocarán los dólares de la caja del Banco Central. Pero también es cierto que sí se afectan las reservas, porque los yuanes provenientes del swap con el Banco Central chino son consideradas formalmente parte de esas reservas.
Ya se había echado mano a ese recurso a fines de junio, cuando se usó el equivalente a u$s1.000 millones para saldar un pago pendiente. Y ahora, según confirmó Massa, se vuelven a usar u$s1.700 millones. Como el tramo de u$s5.000 millones del primer acuerdo ya está usado en su totalidad, fue necesario obtener la luz verde del gobierno chino para activar este segundo monto.
Fue un punto que inmediatamente provocó la reacción de los economistas opositores. Como el ex ministro Alfonso Prat Gay, que ironizó en las redes sociales: "Pero, ¿cómo? ¿Acaso ellos no cuentan a los yuanes como reservas? ¿Cómo es la cosa? ¿Son reservas cuando conviene y cuando no conviene, no lo son? ¡No hay un solo día en que Massa no mienta!".
En tonos parecidos opinaron otros expertos del mercado, como Christian Buteler, quien expresó: "Las reservas líquidas están liquidadas". Mientras que Agustín Etchebarne, director de la Fundación Libertad y Progreso, argumentó: "La frase de Massa es populista y mentirosa. Si usás dinero del swap con China o un crédito puente de la CAF, estás usando reservas futuras".
No son dólares, pero son reservas
Ese es el otro punto que generó debate: Massa otra vez mostró su "cintura" y amplia agenda de contactos para obtener el crédito puente de u$s1.000 millones para saldar la cuota con el FMI, a través de otro organismo. Es la ex Corporación Andina de Fomento, ahora rebautizada como Banco Latinoamericano de Desarrollo.
Es un organismo que, a diferencia del FMI, no tiene su fuerte en los préstamos para fortalecer reservas y equilibrar las balanzas de pagos sino que efectúa préstamos para obras de infraestructura. Massa intenta mostrar el hecho de que esta ayuda de la CAF haya sido aprobada por amplia mayoría como una demostración de solidaridad regional con Argentina.
Claro que, por más que estos dólares ayuden al cronograma de pagos y que, técnicamente, no implique tocar reservas, suponen un nuevo pasivo a afrontar por el próximo gobierno. Con lo que, indirectamente, complica las reservas al generar una deuda.
Es un tema en el que cada vez más economistas están poniendo la lupa: el hecho de que en su afán por esquivar las exigencias del FMI, Massa está generando una deuda sustituta con otras entidades.
Quien más enfáticamente señaló este punto es Carlos Melconian, director de Fundación Mediterránea e insistentemente mencionado como "ministeriable" en caso de que Juntos por el Cambio llegue al poder en diciembre.
Melconian estima en u$s40.000 millones la nueva deuda generada por el ministro/candidato. Para llegar a esa cifra considera la deuda tomada con China por el swap de monedas, más la deuda del Banco Central con los importadores que pagaron por sus compras pero no recibieron las divisas, más el uso de reservas que forman parte de los encajes de los bancos privados.
"Con esa devaluación encubierta por el impuesto a las importaciones, lo que logra Massa s que se evite hablar de devaluación hasta el lunes 14. Y mientras tanto tiene que seguir pagando sin plata del FMI, y recién después de las PASO van va ver cómo está la situación", criticó el economista en una entrevista radial.
Y advirtió sobre la gravedad de la dinámica en que entraron las finanzas públicas: "Mientras tanto, como el Gobierno no quiso aflojar el ritmo de importaciones acumuló más deuda, el flujo de las reservas nos llevan a una deuda de u$s40.000 millones, que no son del Fondo pero son de otros lados. No terminan de criticar al que se fue y ya se vuelven a cargar de deuda, tanto en pesos como en dólares".
El costo oculto de usar yuanes
Respecto de los yuanes, se exacerba la polémica sobre cuál será el verdadero costo de su uso. Para empezar, porque el hecho de que se usen para saldar deudas con el FMI implica que no se estarán usando para la finalidad que, oficialmente, era la que motivó el acuerdo: que los importadores argentinos dispusieran de una divisa que permitiera mantener el flujo comercial.
En otras palabras, todos los yuanes que van al FMI, deben descontarse de los que podían haberse utilizado en los sectores que son importadores intensivos de insumos y partes desde China, como la industria electrónica.
De hecho, en los primeros dos meses de vigencia del swap, se habían anotado 4.000 empresas para acceder a ese beneficio. Y fueron más de u$s2.400 millones los que se usaron para el comercio bilateral sin necesidad de recurrir a los dólares. La continuidad de este flujo es la que ahora aparece en duda.
Pero después está el tema del costo financiero. Los economistas de la oposición suelen quejarse sobre la opacidad del acuerdo con el Gobierno chino, que implica que no se sabe exactamente las condiciones bajo las que se firma el swap, que en los hechos funciona como un préstamo con una tasa desconocida.
Hasta hace poco tiempo, los reportes sobre la asistencia china a países en crisis hablaban sobre una tasa de 7% en dólares. Pero esa referencia se hacía antes de que el propio FMI subiera su tasa de interés, como consecuencia de la fluctuación en el componente variable de su costo financiero.
Lo cierto es que hoy Argentina está pagándole más de 8% al Fondo, cuando en el momento en el que Martín Guzmán firmó el "stand by" original el cargo era de 4,25%. Dado que tradicionalmente China cobró más que el organismo, hay quienes presuponen que el swap de Massa podría estar dejando un mayor costo a futuro.
De todas formas, cuando se habla de China, los políticos no sólo se muestran preocupados por el costo en el plano financiero, sino por las condiciones que la potencia asiática suele fijar en cuanto a grado de injerencia en los recursos de sus países socios.
En ocasión de firmarse el nuevo swap, uno de los probables "ministeriables" de la oposición, Luciano Laspina, se quejó de la falta de información al respecto, y recordó que el primer trato de 2014 -que permitió reforzar las reservas hacia el final de la gestión de Cristina Kirchner- implicó "la entrega de una base de observación espacial en la Patagonia para poder llegar al final del mandato, de modo tal que no quiero imaginar lo que estaremos entregando ahora".
Dólares: para pagar con lo justo
Lo cierto es que si el objetivo de Massa era calmar el frente cambiario, sólo lo logró a medias. En el paralelo, el blue tuvo una leve baja, pero sigue en un nivel alto, de $550. Es una brecha de 91% respecto del tipo de cambio oficial.
Esa distancia está dentro del margen de lo que el Gobierno considera aceptable, si se considera que en el pico registrado en abril pasado se había llegado a 118%, y que durante el pánico de julio de 2022, justo antes que Massa se hiciera cargo del ministerio, se había llegado a un 149%. Para preservar ese nivel de brecha, Massa se comprometió a mantener un nivel relativamente alto de "crawling peg". De hecho, los últimos tres meses, la tasa de devaluación oficial le ganó a la inflación.
Pero en otros ámbitos hubo señales de nerviosismo. Se registraron variaciones bruscas en el mercado de futuros. Y se intensifica la especulación sobre el dólar post PASO. Mientras tanto, tras el pago efectuado al FMI -y en una jornada en la que el Banco Central compró u$s177 millones gracias al "dólar maíz"- las reservas netas cerraron en terreno negativo por un monto de u$s9.400 millones.
Los economistas que siguen estas cuentan afirman que, por más que no se use la caja del BCRA, el pago que acaba de hacer Massa debe computarse como una mayor deuda. Recién en la tercera semana de agosto, cuando ingresen los prometidos u$s7.500 millones del FMI, el rojo de las reservas estará debajo de los u$s3.000 millones.
"El problema es que después de eso, se va a seguir desacumulando, con lo cual se puede llegar a noviembre con u$s10.000 millones abajo", afirmó Carlos Pérez, director de Fundación Capital, en una entrevista radial. El economista, cercano a Martín Redrado, cree que después de las PASO el Fondo podría pedir medidas adicionales a las que se mencionaron en el comunicado del viernes.
Lejos de las aspiraciones de Massa
Lo cierto es que el dinero que llegará en agosto apenas cubrirá los u$s1.000 millones que Massa tuvo que gastar en yuanes en junio, más el nuevo pago hecho con dólares de la CAF y con el segundo tramo de yuanes. El remanente, alcanzará para cubrir los vencimientos de septiembre y octubre, respectivamente por u$s918 millones y u$s2.638 millones.
En otras palabras, el dinero necesario para llegar a la primera vuelta electoral sin que el país incumpla un pago. Todo indica que no sobrarán dólares como para que Massa pueda intervenir en el mercado cambiario en el caso de que se repita una corrida cambiaria como la de abril pasado.
Es una situación que contrasta fuertemente con las aspiraciones que exhibía Massa a comienzos de año. Durante su participación en la cumbre de ministros del G20 realizada en febrero en India, Massa había declarado ante sus colegas y ante las autoridades del FMI, que el organismo debía asistir a los países que habían sufrido un daño económico por la guerra de Ucrania. En el caso argentino, estimaba esa compensación en u$s5.000 millones. Y, además, planteaba que, como consecuencia de la sequía, el Fondo debería adelantar desembolsos previstos en el cronograma de 2024.
Nada de eso ocurrirá, y es por eso que se intensifican las sospechas respecto de si, ante la falta de divisas, hay posibilidades de que corran peligro los encajes bancarios.