• 22/12/2024

La paradoja de Cristina y el FMI: su crítica al salvataje de Macri puede trabar la ayuda que pide Massa

CFK polemiza con el FMI por haber "financiado la campaña macrista" en 2019. Pero la ayuda que pide Massa no elimina riesgo de financiar fuga de capitales
08/05/2023 - 06:40hs
La paradoja de Cristina y el FMI: su crítica al salvataje de Macri puede trabar la ayuda que pide Massa

Está en su naturaleza: como en la conocida fábula del escorpión y la rana, Cristina Kirchner no puede evitar la adopción de actitudes que perjudican al socio que la está ayudando, por lo que también termina perjudicándose a sí misma. Es lo que se ha visto en los últimos días con la polémica pública que la vice montó con el Fondo Monetario Internacional, y que sumó argumentos para que el organismo no ayude financieramente a Argentina.

Dentro del FMI, el pedido de asistencia que viene realizando el ministro Sergio Massa se está transformando en una situación cada vez más incómoda. Para el gobierno de Joe Biden, puede implicar una confrontación con los socios más estrictos del directorio del Fondo -como Alemania y Japón-.

Pero, además, para el personal del staff técnico que dirigen Kristalina Georgieva y Gita Gopinath puede suponer la repetición de un error que ya les costó el cargo a sus predecesores en 2019. Y para la imagen del FMI ante el mundo puede conllevar el riesgo de que aparezca una larga lista de países endeudados que pidan soluciones "al estilo argentino".

Pero acaso el argumento más fuerte sobre por qué no hay que prestarle más dinero a Argentina lo haya dado, involuntariamente, la propia Cristina Kirchner.

En sus discursos y debates, al recordar el programa firmado con Mauricio Macri y sus posteriores revisiones, Cristina acusó al FMI de haber violado sus propios estatutos, tanto por el monto prestado como por haber permitido que ese dinero se usara para defender el tipo de cambio -o, puesto en términos de Cristina, para financiar la "fuga de capitales"-.

Lo viene haciendo desde hace mucho tiempo, cuando impulsó denuncias judiciales no solamente contra los funcionarios de la administración macrista sino contra los propios burócratas del FMI. Pero ahora, cuando se da la conjunción de la campaña electoral argentina con una crisis financiera, redobló su ofensiva. Cristina viene sosteniendo que, a modo de resarcimiento con Argentina, el FMI debe modificar su esquema de condiciones para los préstamos, de forma tal que debe suavizar los cargos en las refinanciaciones y, además, atar el repago a variables macroeconómicas como la obtención de un superávit comercial.

Aunque el Fondo oficialmente no respondió a la propuesta, sí lo hicieron ex funcionarios que manejaron la política del organismo para América latina, como Alejandro Werner y Claudio Loser.

Werner calificó como "totalmente descabellado" el argumento de Cristina, mientras que Loser dijo que no pudo evitar reírse cuando leyó el discurso.

Cristina Kirchner se embarcó en una polémica pública con el FMI, pero sus argumentos se podrían volver en contra de la ayuda que está pidiendo Massa
Cristina Kirchner se embarcó en una polémica pública con el FMI, por considerar que la ayuda a Macri en 2018 violó los propios estatutos del organismo

Pero donde seguramente no se rieron fue en el departamento de legales del FMI: la postura de Cristina implica una contradicción peligrosa: Argentina le está reclamando al organismo que le dé una asistencia financiera bajo condiciones parecidas a las mismas que había calificado como ilegales cuando se le concedió el préstamo a la gestión macrista.

El "stand by" de Cristina

El objetivo declarado de Cristina, como dejó en claro en su último y muy comentado discurso de La Plata, es que haya una revisión completa del acuerdo "stand by" firmado por el ex ministro Martín Guzmán en 2022 -y ratificado por el Congreso, sin los votos kirchneristas-.

La visión de la vice es que el acuerdo es, en sí mismo, inflacionario, porque le quita a la economía todas las "anclas" y en particular la del tipo de cambio, dado que obliga a acelerar la tasa devaluatoria a la misma velocidad que la inflación, lo cual es inconducente en un país de "economía bimonetaria" en el que los empresarios toman como referente al dólar para ajustar sus costos de reposición.

"Fíjense cómo se dispara la inflación a partir de la firma del acuerdo, cuando se pierden herramientas. Desde entonces, la tasa de devaluación tiene que acompañar a la inflación en un país de economía bimonetaria, cuando es el dólar el que genera la inflación, y es algo que no les entra a los funcionarios del Fondo y parece que tampoco a muchos argentinos", disparó Cristina, mientras acompañaba sus palabras con un gráfico que mostraba la aceleración del IPC a partir de inicios de 2022.

Además, reafirmó su convicción de que no existe una relación causal entre déficit fiscal e inflación, lo cual le dio pie para criticar el afán fiscalista en un momento de crisis. Ella mantiene la visión "keynesiana" de que justamente cuando la recesión amenaza es cuando hay que echar mano al estímulo del gasto estatal.

"El gran caballito de batalla fue el déficit fiscal, y el año pasado Argentina sobrecumplió la meta y sin embargo tenemos inflación igual. Porque la inflación en Argentina está atada a abundancia o escasez de dólares; es lo que pasa en una economía bimonetaria como la nuestra", argumentó Cristina en su "clase magistral".

Pero el argumento más peligroso vino en forma de elogio para el ministro Massa: al ponderar su decisión de echar mano de las reservas para intervenir en el mercado del "contado con liqui" y del dólar MEP, Cristina no solamente consideró un valor positivo el haber violado un compromiso asumido con el FMI. Sobre todo, dejó en claro que la gran batalla del Gobierno argentino es el sostenimiento de un tipo de cambio que da señales de estar atrasado.

En su último discurso en La Plata, Cristina planteó la necesidad de una revisión del acuerdo
En su último discurso en La Plata, Cristina planteó la necesidad de una revisión del acuerdo "stand by"

El FMI, sosteniendo el peso a disgusto

En realidad, la postura histórica del FMI siempre ha sido la de apoyar los regímenes de cambio flotante, y siempre se ha negado a que sus programas de ayuda tuvieran como objetivo defender un determinado precio de la divisa. Por el contrario, su consejo a los gobiernos siempre fue que reforzaran las reservas del Banco Central y que dejaran que el mercado asignara el tipo de cambio de equilibrio para que la economía recuperara estabilidad. No por casualidad, el Fondo se ganó su legendaria fama de devaluador.

Y si hay un país que se erigió como gran excepción a esa tesitura fue Argentina. Como recordó Cristina en su discurso, el FMI apoyó la convertibilidad de Domingo Cavallo en los años ’90. De todas maneras, nunca dejó de manifestar su poca simpatía por la rigidez de la ecuación "uno a uno" que, finalmente, dejó de bancar en el 2001, cuando vio que su asistencia financiera se evaporaba en el marco de un plan económico que no podía cerrar la sangría de su crónico déficit de cuenta corriente.

No obstante aquella mala experiencia, otra vez durante la gestión de Macri constituyó para el FMI una excepción, en la que aceptó que sus dólares fueran destinados a pulsear con el mercado cambiario. Fue así que se le autorizó a Federico Sturzenegger primero y a Luis "Toto" Caputo después que se usara parte de los dólares para defender un tipo de cambio que el propio FMI juzgaba atrasado.

También en aquella ocasión los funcionarios de Macri plantearon el argumento de que Argentina es un caso diferente al resto, por su economía bimonetaria, y que una suba del dólar no resolvería los problemas porque sería rápidamente neutralizada por un pico inflacionario. Curiosamente, el mismo argumento que Cristina plantea hoy para pedir la revisión del acuerdo "stand by".

El FMI bajo la dirección de la francesa Christine Lagarde compró el argumento y en pocas semanas se esfumaron miles de millones de dólares sin que se pudiera evitar una sucesión de derrotas contra el mercado. Cuando se pidió la ayuda al Fondo, en mayo de 2028, el dólar había saltado a $23, y en menos de un mes ya estaba en $29 a pesar de las ventas de divisas que había realizado Sturzenegger, que renunció el 14 de junio.

Su sucesor intentó un sistema de subastas diarias -echando mano a los dólares del FMI-, que le permitió un respiro de un mes y medio, pero a mediados de agosto la cotización saltó de $28 a $30 e inició una escalada que llegó hasta los $40 por dólar a fin de mes. Cuando Caputo renunció, el 25 de septiembre, el dólar ya cotizaba a $42.

Luis Caputo asumió en el BCRA con un dólar de
Luis Caputo asumió en el BCRA con un dólar de $28 y renunció tres meses más tarde con un dólar de $42: en el medio, el FMI desembolsó u$s15.000 millones

A esa altura, el FMI había desembolsado u$s15.000 millones sin que Argentina pudiera cumplir las metas macroeconómicas comprometidas, y con un fracaso total en la defensa del tipo de cambio.

El tercer presidente del BCRA de aquel período, Guido Sandleris, adoptó una estrategia de flotación dentro de una banda con máximos y mínimos, al tiempo que elevó las tasas de interés y comunicaba una drástica restricción monetaria en un plan de "emisión cero". De esa manera, liberó nuevos desembolsos que llegaron a u$s19.000 millones hasta fin de año.

Ese último año de gestión mostró una nueva escapada del dólar en abril, que terminó siendo controlada con una política de tasas de interés súper altas -llegaron a 73% en una economía con una inflación del 50%- y se logró una relativa estabilidad hasta las PASO de agosto, cuando el dólar salto desde $46,50 hasta $58.

Hasta ese momento, el Fondo había mantenido su compromiso de liberar pagos trimestrales por u$s5.400 millones, mientras en sus revisiones ponderaba el compromiso del gobierno argentino con la austeridad fiscal.

¿Cristina les da letra a los halcones del FMI?

Cuatro años más tarde, el staff del Fondo se pregunta por qué habría de repetir la mala experiencia. Argentina le pide una asistencia urgente de u$s10.000 millones, pero se resiste a corregir su retraso cambiario, del cual hay múltiples evidencias. Ya no solamente crece la brecha con el dólar paralelo -hasta un nivel que ahora está en 80% pero que en momentos de pánico supera el 120%-, sino que además se está haciendo costumbre que todos los meses la balanza comercial tenga déficit y ahora también, para colmo, desapareció el superávit de cuenta corriente, que según los economistas se encamina a un rojo de 2% del PBI.

Son demasiados puntos como para que el FMI desembolse dólares sin pedir nada a cambio. Quien entiende esa situación es Massa, que no por casualidad subió las tarifas de servicios públicos y apoyó al Banco Central en la aceleración del "crawling peg".

Gita Gopinath, del sector
Gita Gopinath, del sector "halcón" del FMI, presiona para una devaluación como condición para la asistencia financiera

Pero las señales que envía Cristina conllevan un "ruido" político. Si el Fondo presta dinero a un país con atraso cambiario -que ni siquiera con un cepo cambiario es capaz de evitar las filtraciones de divisas y que apenas puede hacer que un 14% del ingreso del "dólar soja" vaya a engordar las reservas del BCRA- nuevamente se expone no solamente a ver evaporarse su ayuda en poco tiempo sino a ser nuevamente acusado de ir en contra de sus propios postulados fijados en los estatutos.

Irónicamente, quien más intensamente está señalando ese riesgo es la propia Cristina Kirchner. No solamente se niega a una devaluación brusca sino que además argumentó que el crawling peg debe ir debajo de la inflación. Es decir, aboga por un regreso del "ancla cambiaria", expresamente prohibida por el FMI.

Y, además, recuerda que el Fondo, con ese mismo tipo de política, ayudó a la campaña electoral de Macri. En definitiva, lo que hoy le pide Massa al FMI no difiere tanto de la asistencia vigente en 2009 -en realidad, el programa actual es mucho más laxo en materia fiscal-.

Una situación, en fin, que podría llevar a plantear peligrosas analogías entre la ayuda a Macri y la que se da en el final de la gestión de Alberto Fernández. Usando la misma argumentación de Cristina Kirchner, los "halcones" del FMI podrían encontrar motivos para rechazar el nuevo salvataje financiero que está pidiendo Argentina.