La predicción de Tomás Bulat en 2012 sobre el valor del peso se hizo realidad
La propuesta de Javier Milei, de dolarizar la economía argentina, está en boca de todos. La constante inflación, la pérdida de poder adquisitivo y las ganas de los argentinos de contar con dólares en sus bolsillos le dan fuerza a la iniciativa del candidato a presidente por La Libertad Avanza.
Mientras tanto, el peso parece que quema en las manos de los argentinos, que prefieren darse pequeños gustos, porque si ahorran, pierden.
Explicó por qué el peso no debe ser considerado "una moneda"
"Para ser moneda, se necesitan 3 requisitos", comienza diciendo el fallecido economista Tomás Bulat, en una entrevista con Alejandro Fantino. Y detalla: "Uno, que me sirva como moneda de cambio. Quiere decir que yo te doy por ejemplo 100 pesos y vos me das algún bien. Un café o algo así. Dos, referencia de valor. Me tenés que podér decir cuánto vale esta camisa, o esta mesa. Y la tercera condición es la reserva de valor. Quiere decir que lo guardo durante tres meses, lo saco y compro lo mismo que hace tres meses.
"Para comprar y vender, cumplimos. La referencia de valor, en parte sí y en parte no. Porque si pregunto el precio de un departamento, me lo dicen en dólares. Y no tenemos dinero, porque no podés ahorrar. El peso argentino no cumple los tres requisitos.
Clase media no puede ahorrar y solo apuesta a darse gustitos
La semana pasada Kiss se despidió por segunda vez de los argentinos. Unos 45.000 fueron al recital. Esto que representa el cierre de una de las bandas de rock más importantes de la historia luego de tocar 50 años también es el espejo del comportamiento dual de los argentinos. Con caída del consumo, pérdida de poder adquisitivo del ingreso, inflación y devaluación del peso en ascenso se pagaron hasta $50.000 por ticket para despedirlos.
Para muchos argentinos, el refugio más cercano para escaparle al peso es cambiarlos por bienes de consumo masivo (alimentos, bebidas, artículos de limpieza y cuidado personal) en la góndola del supermercado, para otros que tienen excedentes del gasto para dedicar al ahorro van al dólar.
Pero para la gran mayoría que están en esta segunda circunstancia el "ahorro" no tiene ningún sentido. No encuentran ni el mecanismo ni el incentivo para hacerlo por lo cual "adelantan consumo futuro en el presente". Viven la vida postpandemia desde lo social y también se desprenden del "peso" desde lo económico disfrutando del ocio, entretenimiento y esparcimiento hoy antes la inestabilidad que ofrece nuestra economía como para pensar en un bien como un auto o una casa en el futuro.
Las personas racionales cuando se enfrentan a disyuntivas valoran de una forma más o menos consciente las consecuencias de esa elección, realizando un análisis costo-beneficio de cada alternativa.
En nuestro caso, sería pensar si dedicar los pesos al ahorro o destinarlo a servicios como pueden ser los gastronómicos. Los costos explícitos implican un desembolso monetario en nuestro caso ir a un restaurante, bar o café mientras los costes implícitos no van asociados a un desembolso monetario directo, pero sí al coste de oportunidad, a los ingresos que se obtendrían en la mejor alternativa no elegida. En nuestro caso la clase media hoy tiene como preferencia el gasto más que el ahorro en una moneda como el peso que no tiene destino eficiente para su consumo futuro.