• 25/11/2024

Presionada por el debate de la dolarización, Cristina pide a la oposición un acuerdo para resolver la "fuga de capitales"

Criticó la iniciativa dolarizadora de Javier Milei, a la que ve potencial de seducir al electorado joven. Insiste en el pacto por la "economía bimonetaria"
28/04/2023 - 06:47hs
Presionada por el debate de la dolarización, Cristina pide a la oposición un acuerdo para resolver la "fuga de capitales"

Cristina Kirchner confirmó, al hablarle a su militancia en La Plata, que el tema que la obsesiona es el de la "economía bimonetaria" por encima de cualquier otro, incluyendo las candidaturas y las peleas internas. Y que no sólo considera que de ese tema depende la gobernabilidad del país sino que ahora también la propia elección dependerá de quién domine el debate sobre el dólar.

No por casualidad, elogió la forma en que el ministro de Economía, Sergio Massa, encaró la pulseada contra el dólar blue utilizando las reservas del Banco Central, en contra de la posición del Fondo Monetario Internacional. En las palabras de Cristina, ese solo hecho ya es un argumento contra las propuestas de dolarización, porque pone de relieve la importancia de contar con herramientas propias de política monetaria.

Pero, sobre todo, lo que dejó en claro la líder del kirchnerismo es su temor por la posibilidad de que el discurso de la dolarización pueda resultar atractivo para el electorado joven. Por eso dedicó todo el inicio de su discurso a hacer el repaso de la historia reciente, y a explicar las semejanzas entre la dolarización que promueve Javier Milei -el "pelífero de ojos claros"- con la convertibilidad de Domingo Cavallo -el "calvo de ojos claros"-.

Cristina se dirigió, en particular a quienes, por una cuestión de edad, no tienen experiencia directa de los años del "uno a uno" entre el peso y el dólar. Y no fue casual esa estrategia de comunicación, dado el nivel de crecimiento que la figura de Milei está registrando en el electorado joven.

Fue, además, un cambio respecto de su último discurso, cuando al referirse a la dolarización se había dirigido al público de clase media, al que le advirtió que sería el principal perjudicado. "Los planeros que cortan las calles no son los que van a tener el problema, porque ellos no son los grandes consumidores en dólares", había dicho en marzo, al hablar en la Universidad de Río Negro.

Ante su militancia en La Plata, Cristina eludió las definiciones sobre candidaturas y se centró en la polémica con las propuestas de dolarización
Ante su militancia en La Plata, Cristina eludió las definiciones sobre candidaturas y se centró en la polémica con las propuestas de dolarización

El recuerdo crítico de la convertibilidad

La descripción de la convertibilidad que hizo Cristina es la de un sistema que sólo pudo realizarse por dos circunstancias negativas: primero, una gran licuación de activos de los ahorristas y asalariados; y segundo, privatizaciones y una política de endeudamiento.

"La convertibilidad terminó como empezó", recordó Cristina, al comparar el plan Bonex de 1989 -cuando el entonces ministro Antonio Erman González hizo un canje compulsivo de depósitos bancarios por bonos a 10 años- con la implantación del "corralito" de Cavallo, que derivó en el final de hecho del "uno a uno", con la consiguiente mega-devaluación.

"Seguro me van a decir que no es lo mismo la dolarización que la convertibilidad. Y claro, es cierto: la dolarización es peor, porque de la convertibilidad salimos", argumentó.

Para Cristina, el problema de la dolarización es que la economía de Argentina se perjudicaría al adoptar la moneda estadounidense, por no poder adaptarse a los cambios del mercado internacional. En otras palabras, por perder su capacidad de devaluar la moneda nacional ante las crisis que afectan la competitividad.

"Imaginen un país donde Brasil devalúa el real, China devalúa el yuan y nosotros tenemos moneda dura, sin política monetaria ni cambiaria. Y además dependiendo de una moneda de Estados Unidos, que es una economía competitiva con la nuestra", dijo la líder kirchnerista, en una argumentación que, curiosamente, también defienden muchos economistas de Juntos por el Cambio.

Ecuador y la sospecha conspirativa

Aludiendo directamente a la dolarizadora propuesta de Milei, Cristina planteó una diferencia sustancial con el caso de Ecuador -el que más se menciona en los debates- y el argentino, por la estructura de ambas economías. Para Cristina, Ecuador puede ver una ventaja, dado que su economía es "complementaria" con la de Estados Unidos, dado que sus principales ingresos son la exportación de petróleo y el envío de remesas en dólares de ecuatorianos emigrados. En cambio, recordó, Argentina compite con Estados Unidos no sólo en la exportación agropecuaria sino también en varios rubros industriales, como la siderurgia y petroquímica.

De todas formas, eso no le impidió hacer observaciones críticas sobre la economía ecuatoriana. Ya en su anterior discurso había dicho una frase poco diplomática: "El otro día un empresario muy importante me hablaba del caso de Ecuador, y yo recomiendo que los que están pensando en eso, se den una vuelta por Ecuador".

Esta vez eligió un léxico más cuidadoso, pero también criticó las consecuencias de la dolarización para la economía ecuatoriana, al señalar que, desde que se adoptó el nuevo régimen, la inflación -en dólares- del país latinoamericano fue de 355% contra una de sólo 75% en Estados Unidos.

De la misma manera, puso el foco en la deuda de Ecuador, que desde la dolarización subió de un ratio de 24% del PBI a uno del 68%. "Como no emite moneda, cuando se endeuda lo tiene que hacer en dólares, no puede tener política monetaria", argumentó.

Javier Milei fue el blanco elegido por Cristina Kirchner: dijo que su propuesta es más perjudicial que la convertibilidad de Domingo Cavallo
Javier Milei fue el blanco elegido por Cristina Kirchner: dijo que su propuesta es más perjudicial que la convertibilidad de Domingo Cavallo

En otras palabras, Cristina hizo una reivindicación explícita de la potestad de emitir dinero en momentos de crisis -puso el ejemplo de la pandemia de covid, cuando se recurrió a la emisión de pesos para financiar el déficit fiscal y las ayudas estatales a empresas y desocupados-.

Pero, además, se justificó con el recordatorio de que también Estados Unidos y países de la Unión Europea han emitido en grandes cantidades para sofocar crisis bancarias como la del "efecto Lehman Brothers" de 2008. "Claro, en ese momento nadie dijo ni pío, porque parece que si es para fondear a los bancos, ahí la emisión no produce inflación", ironizó la vice.

Pero además, tratándose de Cristina, no podía faltar una visión conspirativa, como ella misma reconoció al decir "las mujeres somos desconfiadas". Y deslizó su sospecha de que la propuesta que explicitó el economista Emilio Ocampo -el principal impulsor de la dolarización, cuyo plan fue apoyado por Milei- podría tener objetivos ocultos. Concretamente, Cristina se refirió a la iniciativa de formar un fondo de activos que respalde los ahorros, y que ese vehículo financiero podría ser el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses.

Para Cristina, el efecto de esa propuesta podría ser "la recompra barata de las acciones a precio de remate" por parte de las compañías cuyas participaciones accionarias fueron tomadas por el FGS cuando se privatizó el sistema de AFJP en 2008.

Lo que Cristina no se anima a proponer

El discurso también dejó en evidencia cuál es el problema de Cristina Kirchner en el debate sobre la "economía bimonetaria": hace tres años que viene planteando ese tema como la dificultad central del país y que viene convocando a la oposición a un acuerdo nacional por ese tema, pero nunca termina de explicitar una propuesta.

Tampoco lo hizo en La Plata, y dejó flotando la duda sobre si no tiene un plan para corregir el problema o si lo tiene, pero no quiere presentarlo en soledad, sino que quiere compartir la responsabilidad política con el resto de la dirigencia política.

Acaso esa actitud sea una secuela de sus intentos frustrados por resolver el problema durante su gestión de gobierno. En 2012, su llamamiento a que los ahorristas vendieran sus dólares para pasarse a plazos fijos en pesos, con el argumento de que así se ganaba más dinero por las altas tasas de interés, no fue respetado ni siquiera por los ministros de su gabinete.

Y su intento más fuerte -y su fracaso más grande- en este terreno fue el intento de un título emitido por el Banco Central -llamado Cedin- que debía sustituir a los dólares en las operaciones del mercado inmobiliario. Era, en términos reales, una cuasi moneda, que algunos compararon con el CUC de Cuba, y que nunca terminó de ser aceptada por los propietarios.

Cristina aceptó que la adopción del "cepo" fue una medida que tomó a disgusto, porque ante la escasez de reservas se vio "obligada a elegir entre lo malo y lo menos malo".

La gravedad que este tema tiene para la líder kirchnerista quedó en claro al punto que fue el único tema en el que se mostró indulgente con Mauricio Macri, al admitir que el problema de la economía bimonetaria "no tiene ideologías" y que ha afectados a gobiernos de distinto signo partidario.

Cristina no termina de explicitar su plan anti dolarizador, aunque apuntó algunas medidas, como que el BCRA no dé divisas a las empresas con crédito en el exterior
Cristina no termina de explicitar su plan anti dolarizador, aunque apuntó algunas medidas, como que el BCRA no dé divisas a las empresas con crédito en el exterior

Pistas para la lucha anti fuga de capitales

En realidad, a lo largo de sus últimos discursos, ella ha venido insinuando algunos principios básicos sobre los cuales quiere acordar con la oposición. Para empezar, claro, sobre el diagnóstico de que Argentina es diferente al resto de los países: primero, porque su matriz económica hace que los dólares que ingresa la exportación agrícola nunca alcancen para satisfacer la demanda de la industria que necesita importar insumos; y segundo por la vocación de los argentinos de todas las clases sociales de convertir sus ahorros en dólares.

En sus últimas intervenciones dio algunas pistas de su propuesta. Por ejemplo, remarcó la necesidad de un control mucho más eficaz sobre el comercio exterior, de manera de evitar que se repita lo que ocurrió en la primera mitad del período de Alberto Fernández, cuando a pesar de que se registraban altas cifras de exportaciones, el Banco Central no lograba acumular divisas.

En un acto planteó el poco sentido que tiene el potencial de Vaca Muerta para generar u$s30.000 millones en exportaciones o que haya un boom en la explotación de litio si luego esos dólares "no se cuidan" o se produce "un festival de importaciones".

Aunque ella no lo mencionó, hubo quienes interpretaron sus definiciones como el intento de instaurar un nuevo IAPI, como se conocía al legendario instituto del primer peronismo, que intermediaba en el comercio, comprándole directamente -a un tipo de cambio regulado- la producción al sector agropecuario y gestionando directamente la exportación.

Ahora, en el discurso de La Plata, ratificó otra de sus obsesiones: que las empresas que toman crédito en el exterior no pueden pedirle al Banco Central que les dé las divisas para saldar obligaciones. Fue uno de los temas que la llevó a chocar con el sector afín al Presidente.

Pero, sobre todo, lo que Cristina quiere plantear es la necesidad de encontrar la fórmula para que los argentinos saquen de las cajas de ahorro y los cambien por pesos o algún título valor que les genere confianza. En definitiva, el sueño de terminar con la "fuga de capitales", por el cual está dispuesta a sentarse a dialogar incluso con sus enemigos acérrimos.