Falta lo peor en la caja de AFIP: la recaudación impositiva aún no refleja el verdadero "parate" de la economía
A pesar del desplome en la recaudación impositiva de marzo -se registró una caída de 7% en términos reales-, la realidad es que los números no indican, todavía, que la economía haya ingresado en una fase recesiva. Más bien al contrario, muchos de los impuestos ligados a la actividad industrial y comercial marcan números positivos.
De hecho, los indicadores en el inicio de 2023 han sido positivos: la producción industrial registra un aumento de 6,3% interanual, la construcción aumenta su personal empleado a una impactante tasa de 17% interanual, el gasto del turismo interno en los fines de semana largos ya supera el nivel pre-pandemia -sin ir más lejos, en la Semana Santa se movilizaron 2,5 millones de personas que gastaron unos $100.000 millones- y además el desempleo cae a 6,3%, una de sus tasas más bajas en décadas.
¿Por qué, entonces, la debilidad de la caja de la AFIP se está transformando en una preocupación central del Gobierno? Lo que genera un efecto distorsivo sobre la recaudación total es la sequía. Con el abrupto bajón en la exportación agrícola, el fisco recibió por el rubro de retenciones a la exportación un 64% menos en términos nominales y un 66% menos en términos reales.
De hecho, cuando se hace el cálculo "des-sojizado", la recaudación sigue marcando cifras positivas: un 2,2% en términos reales. Y algunos de los indicadores más directamente vinculados con el nivel de actividad económica siguen mostrando cifras robustas, como el caso del IVA que cobra la DGI -es decir, el de la actividad comercial interna-, que tuvo una suba nominal de 157,4%, lo que implica una suba real de 27%.
También tuvieron crecimientos reales el impuesto al cheque y el impuesto a los bienes personales.
Y, en coincidencia con la mejora registrada en el mercado de trabajo -donde la tasa de desempleo cayó al 6,3%- se registró también una suba en los rubros vinculados con la seguridad social, que en conjunto tuvieron un alza nominal de 113%, lo que supone una mejora real de 2,4%.
Sin embargo, a pesar de estos números positivos, en el mercado hay una sensación de escepticismo, porque los economistas creen que se producirá un cambio de tendencia más temprano que tarde, como consecuencia de la aguda escasez de divisas, que llevará a un enfriamiento en la actividad industrial.
De hecho, la mayoría de las consultoras privadas ya están calculando una caída del PBI del orden de tres puntos, mientras que los más pesimistas se permiten hablar de un 5%.
La "recaudación en dólares" se sostiene
Hay otro indicador que permite medir qué tan grave es la actividad y su impacto sobre la caja fiscal: la recaudación impositiva medida en dólares. En marzo, resultó equivalente a u$s11.181 millones. Un año atrás, se registraba una cifra casi idéntica: u$s11.179 millones.
Pero claro que ese es el cálculo correspondiente a la recaudación total. Si se le aplica el "efecto des-sojizador", entonces se llega a la conclusión de que la recaudación es ahora incluso mejor que la del año pasado: sin contabilizar las retenciones por exportación, la recaudación es ahora de u$s10.949 millones, lo que implica una suba 10% respecto de marzo 2022.
Estas cifras dan la confirmación de por qué el ministro Sergio Massa avanzó con el "dólar agro" a pesar de las críticas desde dentro y fuera del Gobierno. Ocurre que, en la actividad -y, por consiguiente, tampoco en la recaudación de impuestos- todavía no se ha empezado a notar en toda su intensidad el impacto de la crisis del campo.
Pero en la medida en que el inevitable contagio se produzca, la recaudación de los rubros vinculados a la industria y al consumo caerá en términos reales respecto de la inflación y, también, en términos de dólares. Los economistas ya anticipan en $1 billón la merma en la caja de la AFIP por la caída esperada en la recaudación de las retenciones.
En términos de "timing", el momento en el que se podría producir el quiebre a partir del cual la recaudación cae a niveles problemáticos es, justamente, este segundo trimestre, dado que es cuando el aporte del campo disminuirá, mientras en el lado del gasto público se intensificarán las presiones para la suba.
Según la proyección de la Bolsa de Comercio de Rosario -hecha antes de que se conociera la puesta en práctica del "dólar agro"- la exportación del sector agrícola entre abril y junio no superará los u$s9.000 millones, lo que implica un desplome de 30% respecto de la cifra que se había registrado en el mismo trimestre del 2022.
Y el nuevo esquema tiene el cometido específico de atenuar el impacto sobre la actividad productiva y sobre la capacidad de financiamiento del gasto público.
La hora de acumular
En los próximos días se tendrá una pauta de qué tan fuerte sea la respuesta de los productores al incentivo del nuevo régimen cambiario para el agro. La Cámara de la Industria Aceitera estimó que se podría llegar a u$s5.000 millones.
Esto significaría un punto intermedio entre la primera versión del "dólar soja" de septiembre -cuando Massa logró ingresar u$s8.000 millones- y la segunda versión de diciembre -en la que el ingreso se redujo a u$s3.000 millones.
Ahora resta en los silobolsas las últimas cinco millones de toneladas de la campaña anterior, que se estima sería lo que se vendería sin mayores dificultades. En cambio, hay dudas sobre cuánto se pueda liquidar de lo cosechado en la nueva campaña, y no todos los expertos del negocio agropecuario creen que el tipo de cambio de $300 resulte lo suficientemente atractivo como para que se produzca una venta masiva.
Con una cosecha de soja que ha quedado reducida a apenas 25 millones de toneladas -una cifra muy modesta después de las 43 millones de toneladas de la campaña previa-, lo que se está previendo es que los productores adoptarán una actitud negociadora más dura si en el sector exportador no hay una mejora en el precio.
Tienen a su favor, claro, las expectativas de un año electoral y con crisis económicas: ya todo el mercado da por descontado que en algún momento del segundo semestre habrá un "dólar soja 4".
En todo caso, desde el punto de vista de Massa habrá un alivio de corto plazo -tanto para la acumulación de reservas como para el refuerzo de la caja de la AFIP- porque el nuevo incentivo le permitirá acumular en un mes y medio unos u$s9.000 millones. Ocurre que, además de la venta que están previendo los exportadores, hay un remanente de u$s4.000 millones de operaciones ya concretadas pero todavía pendientes de liquidación.
La lupa en el impuesto PAIS
Queda otro dato preocupante en las entrelíneas de la recaudación impositiva: el impuesto PAIS, único rubro de la nómina cuya suba nunca es festejada, porque la contracara del mayor ingreso fiscal es la demanda de dólares por parte del público minorista.
Si bien en la comparación interanual sigue mostrando un menor volumen -lo cual es lógico porque a esta altura del año pasado todavía no se habían tomado las nuevas medidas para encarecer al turismo- lo cierto es que este rubro viene creciendo mes a mes en términos reales.
En lo que va del año, la cifra recaudada ha venido creciendo sistemáticamente por encima de la inflación -en marzo creció 12% contra un IPC probable de 7%- lo cual da la pauta de que otra vez comenzó a tomar velocidad la demanda en un rubro que le genera dolores de cabeza al Gobierno y que actualmente representa una "fuga" de u$s6.000 millones anuales.