Las Leliqs del Banco Central crecen a toda velocidad: ¿una bomba a punto de explotar?
Los pasivos por los que paga interés el Banco Central ya representan un 11% del producto bruto (PBI) argentino. Son 2,35 veces la base monetaria, con tasas escalofriantes por encima del 105% y generan intereses diarios en torno a los $32.000 millones.
Pero, ¿cómo nos puede afectar esto? Aumentan los pasivos, aumenta el problema. Remunerar pasivos es una herramienta ampliamente utilizada por los distintos bancos centrales del mundo, incluso la "Fed" utiliza esta herramienta. Sin embargo, cada cierto tiempo en Argentina es un tema que resuena cada vez más seguido.
El problema central de ello es que se utilizan como herramienta "anti-inflacionaria" en vez de solucionar el problema de fondo, que es un Estado que gasta más de lo que le ingresa. De manera clara, el BCRA emite dinero sin respaldo para financiar el Tesoro, principalmente. Y, para que ese "exceso" de pesos no se vuelque en la economía generando presiones en los precios, los remunera a tasas que hoy lucen escalofriantes.
Ahora bien, el problema en el cual nos encontramos actualmente radica en dos elementos que actúan conjuntamente deteriorando el balance de la autoridad monetaria:
- Stock de pasivos remunerados: llegan a los $12 billones de pesos.
- Tasa a la que remunera: entre 113% para Letras de Liquidez y 105% para Pases Pasivos.
Esto lleva a que actualmente se "paguen" intereses mensuales en torno a los $800.000 millones. Y cada 4,6 meses, solo en intereses, se genera una nueva base monetaria. Sí, en un año el BCRA genera 2,6 bases monetarias solo en intereses que paga por dichos pasivos.
Consecuentemente, a medida que pasa el tiempo y los intereses pasan a formar parte del nuevo capital, se generan mayores intereses y así sucesivamente, de manera exponencial. Es por ello que los datos brindados en los párrafos anteriores poseen grandes probabilidades de agravarse.
Antecedentes inquietantes
Visto contra el producto argentino, los pasivos que remunera el Banco Central representan un 11% del primero. Son valores similares a los previos de la crisis de las "Lebacs" en 2018 en la gestión de Macri.
Se ve una fuerte aceleración desde junio del año pasado, cuando hubo gran inestabilidad en la curva de bonos en pesos que luego derivó en la salida del ministro Martín Guzmán y posteriormente se propició una suba mayor de tasas, desde un 61,8% -tasa efectiva anual- en junio 2022 hasta el 90% a mediados de agosto 2022.
Si se lo relaciona contra la base monetaria, encontramos números elocuentes que nos indican que los pasivos remunerados son 2,35 veces la base monetaria: es decir, por cada peso del circulante hay 2,35 en el balance del Banco Central generando intereses.
Es un número similar al que se registraba en marzo de 1989 -de 2,36 veces el PBI- previo al Plan Bonex.
Ambos datos, lamentablemente son poco alentadores e inducen a quien lo mira a pensar que estamos en la antesala de algún evento de crisis similares a los que nuestra historia nos indica, aunque no necesariamente tiene por qué derivar en resultados de tal magnitud.
Lo "bueno" es que, si se analiza en dólares, las métricas mejoran (y sobre todo si es a los dólares financieros como el MEP y "contado con liquidación"), por ende, en caso de enderezar el rumbo económico estos pasivos no necesariamente significarán desembocar en Plan Bonex o la crisis de las Lebacs. Sin embargo, dependerá de la gestión que se haga con ellos.
¿Cómo nos afecta?
No debemos desestimar este problema como ajeno, ya que estos pasivos son la contracara de los plazos fijos, donde el ahorrista coloca los pesos que le sobren para generar un rendimiento, o bien para no ser licuado frente a la inflación incesante a la que está sometido. Hoy el stock de plazos fijos (no ajustables) asciende a $ 11 billones.
Utilizar al Banco Central como un constante prestamista de última instancia que debe financiar a como dé lugar las cuentas públicas, hace que hoy estemos analizando las posibles soluciones a esto y cómo NO perjudicar al depositante, ya sea mediante mayor inflación -vía la no renovación de los pasivos-, o vía canje compulsivo como se hizo en el Plan Bonex. El ahorrista nunca debiera ser la variable de ajuste.
Sin dudas es uno de los grandes desafíos que deberá enfrentar la gestión entrante, con un balance de la autoridad monetaria muy deteriorado con pasivos exponenciales y reservas escasas, las cuales se drenan a diario.
Lamentablemente, el uso de los pasivos remunerados ha quedado supeditado a contener inflación latente, es decir, permitir la emisión para solventar los gastos del Estado, pero sin que esos pesos se "vuelquen" en la economía. El lado negativo de ello es que el stock aumenta cada vez más y las tasas a pagar por los mismos (para que no se vayan a la economía) debe ser mayor, ya que en caso de la no renovación, con los niveles de inflación actuales, podría generar un escenario aún peor del que nos encontramos.
Será crucial ser cautelosos al momento de buscar soluciones a esta situación ya que las consecuencias podrían repercutir en todo el entramado económico si no se logra desactivar esto de manera correcta.