El "divorcio" del verano: por qué mientras el dólar blue se escapa, el BCRA le pone freno al tipo de cambio oficial
Ya es un reflejo condicionado: cuando el dólar blue se escapa, todos miran al Banco Central a la espera de que acelere el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial. Y, por lo general, esa era la secuencia: con el objetivo de frenar la brecha, el dólar oficial se movía para dar una señal tranquilizadora al mercado.
Sin embargo, en estos días está ocurriendo algo a contramano de la tradición: justo cuando el blue acelera, el equipo económico del Gobierno da la señal exactamente inversa y está ralentizando la tasa devaluatoria.
Con sólo dos días hábiles antes de fin de año, la suba del dólar oficial acumula un 5,2% en diciembre, lo que implica una sensible baja desde el 6,6% que se había registrado en noviembre. Y no sólo eso: el freno al dólar será un cambio de tendencia, dado que desde que Sergio Massa asumió en el ministerio de Economía la norma había sido que cada mes se producía una devaluación más alta que el mes anterior.
El objetivo era evitar que se acumulara un mayor atraso cambiario -algo que, por otra parte, era una promesa incumplida con el Fondo Monetario Internacional- y que, de esa forma, la economía ganara competitividad.
Fue así que el "crawling peg" tuvo un camino ascendente: 5,7% en agosto, 6,2% en septiembre, 6,3% en octubre -primer mes del año en que el dólar superó a la inflación- y luego el 6,6% de noviembre con una inflación sorpresivamente inferior al 5%.
Esto llevó a que en diciembre, con una inflación que bajó un escalón, el Gobierno haya visto como salida natural un freno a su tasa devaluatoria, de manera de que las variables -incluyendo también la tasa de interés- se empiecen a alinear con una inflación que baja gradualmente.
Dato clave para el dólar: suben las reservas
El freno al "crawling peg" se daba por descontado en el ámbito político: era un motivo de tensión dentro de la propia coalición gubernamental, dado que se consideraba que una devaluación acelerada empeoraba la situación salarial y hasta podía ser, en sí misma, un factor inflacionario. Fue así que, al principio con disimulo y luego de manera explícita, economistas afines al kirchnerismo empezaron a reclamar que se volviera a la situación clásica de un dólar que actuara como "ancla" del resto de los precios.
Con una inflación que, según Massa, irá bajando un punto por bimestre hasta ubicarse por debajo de 4% en abril, era una respuesta esperable que también el "crawling peg" fuera bajando con una graduación a tono.
Sin embargo, Massa y el Banco Central se encontraron con un dilema que no había sido previsto en el plan: que una suba acelerada del blue pusiera una nota de presión para que la devaluación del tipo de cambio oficial continúe en su velocidad crucero de más de 6% mensual.
En diciembre, el dólar del mercado paralelo rompió una calma de meses y tuvo una aceleración de 13%, algo que no se veía desde la crisis cambiaria de julio pasado. ¿Qué tan grave es la situación? Si bien el 102% que se registra hoy la brecha entre el blue y el oficial está lejos del pico de 160% que se había alcanzado en julio, es una cifra alta en comparación con el promedio de 70% que se registraba en el primer semestre del año.
Es en ese marco que se plantea el dilema del momento: ¿seguir devaluando para evitar que la brecha con el paralelo se dispare, o ralentizar al dólar oficial para mantenerlo a tono con una inflación que está dando señales de moderación?
Y las señales han sido claras: se optará por la segunda opción. Aunque no se mencionó al blue en forma explícita, el comunicado del Banco Central del pasado martes dio una argumentación al respecto: este es un momento de acumulación de reservas.
Dólar: ¿calma pasajera y verano turbulento?
Solamente en las jornadas del martes y el miércoles, entraron a las arcas del BCRA u$s386 millones, gracias al ingreso de los dólares provenientes de la exportación sojera. El régimen de dólar preferencial para la soja se está acercando a su objetivo de exportación de u$s3.000 millones en el mes, con lo cual las reservas orillan los u$s43.700 millones.
Esto implica que las reservas netas -es decir, las que quedan disponibles para hacer frente a obligaciones, una vez que se restan los encajes bancarios y los créditos- supera los u$s5.000 millones, con lo cual queda cumplida la meta comprometida con el FMI.
El mensaje implícito que envió el Banco Central al mercado fue que no hay que errar el diagnóstico sobre la situación cambiaria: a diferencia de lo que ocurría en otras oportunidades, cuando la suba del dólar paralelo ocurría en simultánea con una situación crítica de las reservas, hoy las cosas son diferentes.
Es decir, se está dando una situación anómala en la que el mercado paralelo tiene una reacción que no parecería estar motivada por un deterioro de la situación macro.
Claro que se trata de un tema donde se está lejos del consenso: son muchos los economistas que creen que la caja del BCRA podría deteriorarse rápidamente y que hay motivos para pensar que el blue podría seguir subiendo.
Las mayores preocupaciones se focalizan en el exigente cronograma financiero del verano: en enero habrá que pagarle u$s2.751 millones al FMI, mientras que en febrero la cuenta será de u$s561 millones y en marzo de u$s3.033 millones. En contraste con esa salida de divisas, se prevé que este verano sea uno de los más flojos en aporte de dólares por parte del campo, dado el efecto de la sequía que redujo a la mitad la proyección de la campaña de trigo.
Algunos expertos del mercado, como Salvador Di Stefano, mantienen su visión sobre que el blue podría ubicarse en un nivel de $400 en el corto plazo. Y un informe de la consultora Ecolatina recordó que, en términos reales, el blue mantiene cierto nivel de rezago. "A precios de hoy, el blue de los picos de julio pasado sería de $460, mientras que, en la misma comparación, el de enero era un blue de $380", advierte Ecolatina.
Por qué subió el dólar blue
Lo cierto es que muchos analistas del mercado desaconsejan que el Banco Central pise el freno de la devaluación y aconsejan que, entre seguir a la inflación o al blue, opten por lo segundo. La argumentación es que si la inflación se está moderando, entonces es el momento ideal para recuperar competitividad de la economía justo en el momento en que más se necesita apuntalar las exportaciones.
La perspectiva de una "sequía" de divisas hasta abril próximo -cuando empiece la temporada de ingreso por la cosecha de la soja- lleva a que los economistas recomienden no excederse en el optimismo y, en consecuencia, mantener el ritmo de la devaluación.
Pero en el Gobierno la visión es diferente. Creen que, esta vez, hay motivos completamente divorciados entre el dólar blue y la situación macroeconómica. En contra de la percepción que existe en el mercado, los funcionarios argumentan que la suba del blue podría ser apenas pasajera y que quienes ahora están comprando podrían llevarse un disgusto en enero.
La explicación oficial sobre la suba repentina del blue es que hubo un incremento de la demanda en el mercado informal, como consecuencia de inversores que desarmaron sus posiciones en Estados Unidos, temerosos de que por el nuevo acuerdo de intercambio de información, puedan quedar expuestos ante la AFIP.
Por otra parte, señalan los funcionarios que hubo una retracción de la oferta, como consecuencia de la nueva regulación que favorece a los turistas, a quienes ahora se les reconoce el tipo de cambio del mercado bursátil. En consecuencia, ahora los visitantes usan tarjeta de crédito y ya no tanto efectivo comprado a los "arbolitos".
En otras palabras, que los motivos por los cuales está subiendo el blue son, en definitiva, reflejos de situaciones positivas, como la mayor formalización del turismo receptivo y como el combate más eficaz a la fuga de capitales hacia paraísos fiscales.
Las próximas semanas dirán cuál de las dos visiones es la correcta. Si bien las situaciones que argumentan los funcionarios pueden ser ciertas, también hay otros motivos más de fondo para empujar al dólar al alza. Principalmente, la expansión monetaria que continúa a pesar de que no haya emisión desde el punto de vista tradicional: ocurre que todos los meses se vuelcan al mercado $440.000 millones por pago de intereses de las Leliq que usa el Banco Central para retirar liquidez sobrante.
Y esa liquidez es uno de los problemas clásicos de todos los veranos, dado que por cuestiones estacionales en esa época del año cae la demanda de pesos por parte del público.
En todo caso, el mensaje que está transmitiendo el Gobierno es claro: por más que el blue siga subiendo, no piensa acelerar el "crawling peg" sino que lo mantendrá alineado con el índice de inflación.