Precios desatados: con una inflación de 100%, la economía muestra una distorsión total
Un viaje en colectivo en la ciudad de Buenos Aires cuesta lo mismo que un par de caramelos masticables. O diez veces menos que un alfajor Havanna de chocolate. Un kilo de salame que, según el INDEC, tiene un valor de $2.400, similar a los $2.600 que paga un usuario de luz en el AMBA que consume unos 385 megavatios. Son precios que, comparados, pueden dejar perplejo a más de un consumidor.
Otros ejemplos: un kilo de asado -en $1.150 según el INDEC- vale la mitad que un kilo de helado en algunas de las cadenas reconocidas. El alquiler de un monoambiente -que ronda los $50.000- se asemeja al valor de un par de zapatillas de primera marca. Y llenar un tanque de nafta súper cuesta $6.530 (45 litros), lo que significa, aproximadamente, la cuarta parte de lo que vale la camiseta oficial de la selección de Messi ($29.000).
Los ejemplos podrían acumularse, y el lector terminar eligiendo el caso más disparatado.
La economía argentina se llenó de distorsiones -empezando por el mercado cambiario- y eso se refleja, más temprano que tarde, en los precios de los productos y de los servicios.
Está claro que los precios que se pagan por los servicios regulados -transporte en la ciudad de Buenos Aires o las facturas de luz y gas- terminan con distorsiones mayúsculas.
Lo mismo que sucede cuando un sector -en este caso, el textil- goza de una protección superior al promedio y aprovecha ese beneficio para aplicar las mayores subas de precios en el mercado interno. La indumentaria se encareció 121,5% en los últimos 12 meses, nada menos que 33,5 puntos por arriba del índice de inflación.
Los precios, impactados por los costos de una devaluación (que no fue)
La brecha cambiaria en torno al 100% y la incertidumbre total terminaron impactando sobre la dinámica inflacionaria.
Este año, la inflación será prácticamente del 100% a pesar de que el Gobierno demora la actualización de las tarifas de los servicios públicos, y del transporte público en el área metropolitana.
Las causas de la aceleración de la inflación son múltiples, pero no caben dudas de que las peleas en el seno del Gobierno y la salida repentina de Martín Guzmán llevaron ese proceso a un nuevo escalón.
"Pagamos los costos de una devaluación sin devaluar", admite, con resignación, un funcionario del gabinete económico.
Sin dudas, la escasez de dólares en el Banco Central influyó decididamente en este escenario. Sin divisas suficientes, el Gobierno se vio obligado a aplicar restricciones cada vez más duras para las importaciones, y este esquema se paga con alzas en los costos.
Sin la certeza de que Sergio Massa y Miguel Pesce podrán sostener el actual esquema cambiario, los formadores de precios -y cada uno que puede- aumenta sus bienes y servicios "por las dudas". Inercia inflacionaria a full.
A cuánto calcular el dólar: esa es la cuestión
Sergio Massa tomó como una verdadera "política de Estado" evitar una devaluación. A esta altura, no obstante, son cada vez más quienes piensan que, bajo las actuales condiciones, la posibilidad de una devaluación ya no depende tanto de la voluntad del titular del Palacio de Hacienda. Esa ola de pesimismo se expande como una mancha de aceite en el mar y abarca distintos círculos: desde economistas profesionales a empresarios.
Las trabas a las importaciones son más notorias, a juzgar por las quejas de empresarios de distintos sectores, desde industriales al rubro comercial. Pequeñas y grandes compañías protestan porque les cuesta acceder a los dólares oficiales.
Lo que está pasando tras el lanzamiento de "Precios Justos" es una clara muestra de la complicada dinámica que ha tomado la economía.
Para apurar la firma de adhesión al programa, el Gobierno convocó de urgencia a los ejecutivos para garantizarles que no habrá inconvenientes en acceder a los dólares "oficiales" y que la semana que viene tendrán un detalle de cómo será ese acceso a las divisas.
Para adherir al acuerdo de precios -que dispone de un congelamiento de una canasta de más de 1.700 productos durante 120 días y de un tope de aumento del 4% para el resto de los artículos-, el Gobierno les prometió a las compañías que no tendrían ningún inconveniente en conseguir los dólares necesarios para pagar las importaciones de sus insumos o productos críticos para la producción.
A casi dos semanas del anuncio, las empresas no tuvieron ninguna novedad sobre la flexibilización de los dólares. Los ejecutivos quieren disponer del detalle de la ecuación por la cual se calcularán las divisas que el Banco Central les liberará en los próximos meses.
Precios "de locos"
Sin la seguridad de que contarán con divisas para los próximos meses, compañías de distintos sectores fueron remarcando los precios de sus productos "por las dudas". "¿Cuál será el dólar de reposición de la mercadería que está en la calle?", pregunta retóricamente un empresario con asiento en la Unión Industrial. Este fenómeno se está extendiendo, advierten en distintas cámaras empresarias.
Los alimentos, en el sentido contrario, es el sector que mantiene sus precios con la referencia del dólar oficial. Por eso Massa y también Miguel Pesce se niegan a aplicar un ajuste abrupto del tipo de cambio.
El problema es que en una dinámica de por sí complicada, este fenómeno se extiende cada vez a más sectores. La situación podría complicarse si la brecha cambiaria, tal como sucedió la última semana, vuelve a ampliarse.