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En clima de campaña electoral, Cristina Kirchner marcó los límites de su apoyo al plan económico de Massa

Aunque evitó la crítica, Cristina evidenció diferencias en política salarial, pidió intervención en los precios e insistió sobre la "economía bimonetaria"
ECONOMÍA - 04 de Noviembre, 2022

Cristina Kirchner no defraudó la expectativa política que se había creado por su presencia en el acto de la Unión Obrera Metalúrgica, en su reaparición pública tras el atentado contra su vida. Habló de todos los temas de la agenda, en medio de un ambiente de "operativo clamor" por su candidatura para las elecciones de 2023.

Y, como suele ocurrir en sus discursos, Cristina no sólo comunica con lo que dice sino con lo que calla. Esta vez, a diferencia de lo ocurrido en otros discursos, fue notoria la falta de críticas al propio gobierno del Frente de Todos, sin alusiones a "funcionarios que no funcionan". Ni siquiera mencionó por su nombre al presidente Alberto Fernández ni al ministro de Economía, Sergio Massa.

Aunque no se privó de pasar algunas facturas políticas a quienes no mostraron en su momento una oposición firme contra el macrismo -en particular aludió a la cúpula de la CGT y a las organizaciones piqueteras-, esta vez prefirió no enfocarse en la crítica interna sino en la propuesta de gestión ya con vista al próximo gobierno.

Le vino bien para su discurso la reciente elección de Lula en Brasil. No solamente por el previsible paralelismo entre ambas figuras que han denunciado el "lawfare" sino porque le dio pie para plantear la necesidad de un pacto social y un frente de unidad.

Cristina se cuidó de no ser agresiva hacia otras facciones del peronismo, y hasta se permitió algún guiño a la Unión Cívica Radical, en el contexto del armado de "un proyecto que devuelva la alegría".

Acusaciones a la renta empresarial

Las críticas de Cristina se centraron más bien en la gestión macrista, y justificó los problemas actuales por las condicionalidades que dejó el endeudamiento y el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, camuflada en la crítica a las políticas "neoliberales", se deslizó también un mensaje para el ministro Massa, a quien le marcó los límites de su apoyo público. En particular al referirse al tema salarial, Cristina dio a entender que Massa comparte en cierta medida el punto de vista de quienes creen que las subas salariales pueden ser un factor acelerador de la inflación.

En un acto del sindicato metalúrgico realizado en Pilar, Cristina Kirchner hizo su reaparición pública tras el atentado

Aunque no la mencionó, fue inevitable recordar la reciente polémica creada en torno a advertencias de la nueva ministra de Trabajo, Raquel "Kelly" Olmos: en medio de la paritaria del gremio camionero, Olmos había advertido sobre el peligro de carrera nominal entre precios y salarios.

Y Cristina se valió de gráficos para apoyar su argumento: al mostrar uno que marcaba que el incremento de productividad de la industria metalúrgica coincidía con una caída salarial, aprovechó para fustigar el argumento clásico sobre que los salarios tienden a subir naturalmente cuando las empresas ganan en eficiencia.

Otro gráfico mostró una serie histórica sobre la participación del salario en el PBI, lo cual le dio pie para la reivindicación de su propia gestión de gobierno, porque fue en ese momento en que ese índice superó el 50%, mientras ahora está en uno de los momentos más bajos de la historia reciente.

Recordó que cuando ella estaba en la Casa Rosada, el "leit motiv" de la protesta sindical era el impuesto a las Ganancias, mientras que hoy los salarios están cerca de la línea de pobreza. Una alusión algo arriesgada, teniendo en cuenta que en el público había figuras como Pablo Moyano, que en 2015 convocaba a paros por ese tema.

Aunque se cuidó de disculpar a la gestión de Alberto Fernández, al recordar el contexto global adverso con el que debió enfrentarse, lo cierto es que Cristina planteó una comparación que deja mal parado al presente respecto de lo que había sido el final de su mandato. Aprovechando que estaba en la asamblea de la UOM recordó que en 2015 el salario promedio del gremio metalúrgico era de u$s2.400 millones -aunque, claro, no aclaró que estaba dando la cifra calculada al tipo de cambio oficial y no al del dólar blue-.

Y argumentó que la diferencia existente entre aquel ingreso y el actual se podía explicar por el incremento de la renta empresaria.

Cristina volvió a poner el foco en las ganancias empresariales como explicación para la aceleración inflacionaria

Aumento salarial: ¿la ruptura con Massa?

Fue en ese punto que Cristina volvió a esbozar diferencias con Massa. Retomando su queja sobre la necesidad de intervenir con mayor decisión en la determinación de precios y en las rentas salariales -lo había planteado cuando se conoció el crecimiento en el dato de indigencia, pese a una mejora en el empleo-.

Cristina evitó criticar expresamente el nuevo programa de congelamiento de precios, que tiene un alcance mucho más limitado que el plan de shock que en su momento había impulsado el kirchnerismo. Pero dejó en claro su escepticismo sobre la capacidad del mercado para ordenar los precios, dado su alto nivel de concentración.

Es ese marco fue que reclamó una política más intervencionista hacia la redistribución del ingreso. Y criticó la tendencia empresarial a remarcar precios de manera preventiva. Los empresarios que escucharon el discurso de Cristina deben haber recordado en ese momento la advertencia del secretario de comercio, Matías Tombolini, que en las negociaciones por los congelamientos de precios les avisó que si no llegaban a un acuerdo y había una crisis inflacionaria, luego les tocaría verse con funcionarios que les dispensarían un trato mucho más agresivo.

Por lo pronto, Cristina ya avisó que uno de sus objetivos centrales en la confección de un nuevo proyecto de gestión sería la reforma tributaria con mayor progresividad. Criticó el hecho de que los asalariados y trabajadores autónomos aporten a la recaudación de Ganancias más que las grandes empresas.

"O sea, los que se llevan la productividad, los que ponen los precios en los supermercados pagan mucho menos de ganancias que los trabajadores", dijo Cristina. Fue uno de los puntos en los que la vicepresidente marcó una coincidencia con Massa, que tradicionalmente ha tomado como bandera propia el alivio en Ganancias para los trabajadores de ingresos medios.

También elogió al ministro por haber puesto en evidencia, durante los debates por el presupuesto, el costo que implicaba para el Estado los regímenes de subsidio a varios rubros de la actividad empresarial.

Sin embargo, las diferencias tuvieron más peso que los elogios, especialmente cuando tocó el espinoso tema de la situación salarial, a la que, con números en la mano, calificó como "absolutamente regresiva".

En su discurso, Cristina retomó otro de sus temas recurrentes: la necesidad de una solución a la "economía bimonetaria"

Para Cristina, el Gobierno no puede limitarse a dejar que sea el sistema de paritarias el que determine los salarios en un contexto de alta inflación. Y reclamó que, mediante el decreto por un refuerzo de suma fija, un tema al que se resiste la cúpula de la CGT, al que se había resistido el ex ministro Martín Guzmán y al que, ahora, también se resiste Massa.

Es un punto en el que Cristina fue explícita y firme, lo cual anticipa que puede haber un motivo de fisura interna. Por lo pronto, la ministra Olmos dio a entender que hay margen para una ayuda de única vez -como la que ya se dispuso para los empleados estatales, que recibirán un bono de $30.000 en diciembre-, pero sigue firme la negativa a un aumento permanente vía decreto.

El foco en la "economía bimonetaria"

Finalmente, y ya con la mira puesta definitivamente en la propuesta de campaña electoral, Cristina volvió sobre uno de los temas que la obsesionan: la "economía bimonetaria".

Es un tema que planteó por primera vez ya a fines de 2020, y advirtió que sería el talón de Aquiles del modelo económico del Frente de Todos, y que ha repetido desde entonces en cada una de sus apariciones públicas.

Otra vez planteó que la resolución de ese tema debería implicar un amplio acuerdo social, aunque no llegó a esbozar cuál es el esquema que ella imagina como alternativa a la aplicación del actual cepo cambiario ni a la profusión de múltiples tipos de cambios sectoriales, que están en el centro del programa de Massa.

Por lo pronto, Cristina se mostró descreída sobre la posibilidad de un sistema de libre circulación de las dos monedas, como el que está planteando en Patricia Bullrich, y que guarda parecidos con el de economías como las de Uruguay y Paraguay.

También rechazó explícitamente una convertibilidad con tipo de cambio fijo al estilo de la que instrumentó Domingo Cavallo en la década de los ’90. Fue una manera de criticar las propuestas de Javier Milei, a quien aludió repetidas veces, sin nombrarlo.

Lo que sí dejó en claro Cristina es su convencimiento de que la economía argentina no podrá resolver sus problemas mientras haya "una sociedad que decidió que parte de su vida va a ser en dólares".

Es una afirmación que podría ser interpretada como el intento de abolir el dólar como moneda de cambio en sectores como el inmobiliario. De hecho, ya en su gestión Cristina había intentado, sin éxito, sustituir la moneda estadounidense por cheques cancelatorios.

Así, ya casi en postura de candidata y hablando expresamente del programa de gobierno de 2023, Cristina tomó distancia del gobierno de Alberto y esbozó sus prioridades de gestión: por lo pronto, interpretó a la inflación como una consecuencia de que la gente, al pensar en dólares, incrementa los precios para cubrirse de eventuales devaluaciones futuras.

Y se mostró convencida de que el fogoneo al consumo será la puerta de la superación del estancamiento.

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