Prepará el bolsillo: el precio del pan, a un paso de valer $500 el kilo, ¿por qué no para de aumentar?
Los panaderos de la provincia de Buenos Aires hicieron ruido la semana pasada, al amenazar con que el precio del pan se iría a 500 pesos por kilo porque "el trigo aumentó muchísimo" y porque "muchos molinos no están adheridos al fideicomiso" (en referencia al Fondo Estabilizador del Trigo Argentino, FETA), a la vez que "el Gobierno se atrasa en el pago" a los que sí adhirieron, según declaraciones del presidente de la Federación Industrial Panaderil de la Provincia de Buenos Aires (Fippba), Raúl Santoandré.
Mucho menos alarmista, Jorge Vitantonio, presidente de la Asociación de Industriales Panaderos y Afines de Rosario, le dijo a iProfesional que "hay incertidumbre, pero no para quitarle la tranquilidad a la gente; trabajamos nuestros costos, hoy tenemos el pan a $330-$360, la harina aumentó entre 10 y 15%, pero eso no implica que el pan aumente en la misma medida. Cuando termine el mes, veremos".
En este contexto, surgen varias preguntas acerca de la situación: ¿por qué sube el trigo en la Argentina cuando bajó en el mundo? ¿Cuánto impacta en el precio del pan? ¿Sirvió el fideicomiso que armó el Gobierno tras la guerra?
Precio récord del trigo: ¿culpa de Putin o de la devaluación?
A fin de febrero, cuando Rusia invadió Ucrania, el precio internacional del trigo se disparó: entre ambos países representaban casi un tercio del comercio mundial. En el mercado de referencia de Chicago, la tonelada llegó a acariciar los u$s500 a principio de marzo, y luego se mantuvo en torno de los u$s400; pero desde fines de junio no llega a u$s350, e incluso estuvo debajo de u$s300 por tonelada.
Mientras tanto, en el mercado local, que "desacopla" el precio internacional con un 12% de retenciones, gastos, "volúmenes de equilibrio" y otras cuestiones, la evolución del precio resulta distinta según la moneda en que se vea. En dólares, los picos se dieron en mayo, en torno de u$s380 por tonelada, pero desde junio los precios no alcanzan los u$s 350, según los datos de la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario. En cambio, en pesos (que es como compran los molinos), desde septiembre el trigo empezó a superar los niveles históricos de mayo (el máximo había sido $ 45.380) y así siguió casi sin detenerse, hasta ayer, lunes, que rondó los $52.000 por tonelada.
En otras palabras, si bien el precio del trigo es históricamente alto en todos lados, desde hace tres meses no está en sus niveles récord en el mundo. Y en la Argentina, respecto de hace 6 meses, está 11% más caro en dólares y 39% más caro en pesos. Lo cual no muestra otra cosa que el mayor ritmo devaluatorio desde que llegó Sergio Massa al Ministerio de Economía, a principio de agosto.
Una sequía cruel de impacto todavía incalculable
Más allá de sus diferencias, tanto en pesos como en dólares, la cotización del trigo local muestra una tendencia ascendente desde septiembre: "La perspectiva de que la cosecha sea floja por la seca les da mayor impulso a los precios locales respecto de los de Chicago, sobre todo en estos momentos en que hay incertidumbre con la producción y el número final todavía no está cerrado", explica Tomás Rodríguez Zurro, analista de mercados de la Bolsa de Comercio de Rosario.
En su relevamiento de la semana pasada, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estima que la mitad del trigo sembrado en el país está en condición "regular a mala", lo que afecta no solo las hectáreas cosechables sino también los rendimientos. Así, proyectó una cosecha de 16,5 millones de toneladas de trigo, un 22,4% menos que la campaña pasada, que muchos creen va a empeorar porque no hay perspectivas de lluvias importantes, y las estimaciones de producción triguera se están recortando cada semana.
Más del 80% del precio del pan no se debe al trigo
Por otra parte, la importancia que comúnmente se le asigna al trigo en el precio del pan está muy sobredimensionada: según fuentes del sector, usualmente ronda entre 13% y 18% del total. Es que las panaderías no compran trigo, compran harina. Y aunque el trigo sí es el mayor costo para el molino harinero, la harina no es el más importante para las panaderías.
De acuerdo con el último trabajo sobre este tema de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), en abril, la materia prima no llegaba a ser una cuarta parte de los costos de la panadería, mientras que el costo laboral significaba más del 42%; los impuestos, 14%; los costos fijos (como servicios y alquiler), 11%; y los administrativos, 4%, entre otros.
Así, en la composición del precio del pan, el trigo representó solo el 13% del valor final, pese a que incluyó el fuerte aumento de marzo. El resto del valor del pan lo conformaron el molino (4%), la panadería (60%) y los impuestos (23%). De estos últimos, más del 77% fueron recaudados por el Estado nacional (Ganancias e IVA concentraron el 70%), el 20% por las provincias y el 2,7% por los municipios.
De mantenerse estas proporciones hoy, de los $ 400 que vale el pan en las panaderías barriales de la Ciudad de Buenos Aires, casi $ 100 serían por lo que se lleva el Fisco.
En la misma línea, un trabajo de los economistas Jimena Vicentin y Agustín Tejeda, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, muestra que las variaciones de los precios internacionales del trigo explican, en promedio, el 10% de las variaciones en el precio del pan, mientras que el resto se debe a otros factores. Según estimaron, en febrero/marzo, cuando la cotización FOB del trigo argentino subió un 45%, el traslado al pan debería haber sido de $8,45 por kilo; sin embargo, el pan aumentó $38,46 ese mes, de acuerdo con el INDEC.
Fideicomisos que no funcionan
Casi en las antípodas de los panaderos bonaerenses, la Cámara de Industriales Molineros (CIM), que nuclea a molinos chicos, publicó la semana pasada un comunicado en el que volvió a rechazar "la extensión incomprensible y sin motivos del FETA", que "sólo ha causado ingentes perjuicios en la cadena comercial triguera, y el pan no ha parado de subir". Todo esto, mientras la Secretaría de Comercio, que había anunciado el fin de este instrumento el mes pasado, establecía los nuevos precios de referencia para la harina subsidiada por el FETA. No está muerto quien recauda.
Este FETA (que algunos con picardía maliciosa traducen como "tajada") fue creado subrepticiamente por el ex secretario de Comercio Roberto Feletti en abril, en el marco de la "guerra contra la inflación" que había declarado el presidente Alberto Fernández. Con el argumento de que el aumento del trigo no fuera a parar a los alimentos que utilizan sus derivados, el fideicomiso dispuso asignar fondos a los molinos para que les vendieran harina a precios subsidiados a las panaderías. Para financiarlo, el Gobierno aumentó dos puntos las retenciones a la harina y el aceite de soja (pasaron de 31 a 33%) y un punto las de biodiesel de soja (de 29 a 30%), lo que en ese momento suponía recaudar un extra de entre 400 y 450 millones de dólares anuales.
Por la implementación del FETA, Feletti fue denunciado penalmente en junio por la Coalición Cívica, por la posible comisión de los delitos de defraudación contra la administración pública, fraude al comercio y la industria y lavado de activos, debido a un traspaso de fondos millonario al mayor grupo molinero del país, Molinos Cañuelas.
Más allá de si hubo algo turbio o no, la mayoría de los cerca de 150 molinos harineros de la Argentina se resiste a entrar a ese sistema, e incluso algunos tampoco pueden porque no reúnen los requisitos. Así, el precio de referencia que fija la Secretaría de Comercio tiene un impacto más que limitado y es casi imposible de controlar en qué medida llega al pan.
La semana pasada, Comercio actualizó el precio de la bolsa de 25 kilos de harina 000 (la que se usa para el pan) en un valor de $1.472, un 3,9% más que en septiembre y un 28% más que cuando comenzó el sistema, seis meses atrás. Sin embargo, el precio de la harina por fuera del FETA rondaría los $2.200, viene subiendo al ritmo de la inflación y se está recalentando porque se llega al final del ciclo 2021/22 con muy malas perspectivas sobre la nueva cosecha.
Subsidiar a quien lo precisa
Los molinos de la CIM sostienen que "la intervención del mercado de trigo a través del Fideicomiso ha vulnerado la competencia natural, ha creado graves distorsiones y bruscos cambios relativos, alterando también la cadena de pagos", y reiteraron el pedido que en agosto le habían hecho al Gobierno, para que en vez de subsidiar a la industria molinera se subsidie a los consumidores que lo necesitan.
El secretario de Comercio arribado con Massa, Matías Tombolini, intentó algo intermedio, redireccionar el sistema hacia un subsidio a las panaderías, pero aparentemente estas lo rechazaron. Suena lógico: más allá del valor de la harina, los panaderos deben enfrentar aumentos de salarios, de servicios, de insumos importados y de alquiler.
Según el trabajo de Tejeda y Vicentin, una política de subsidio directo a la población por debajo de la línea de pobreza para compensar el aumento de los derivados del trigo requeriría un 40% menos de recursos que subsidiar a la industria, además de ser más equitativo y eficiente.
Finalmente, ¿llegará a $ 500 el pan? Sí, claro, el tema es cuándo. Solo por estar en la balsa de una inflación del 83% anual, debería llegar a ese nivel, al menos en CABA, antes de fin de año. Apurarán el plazo eventuales aumentos de tarifas, de sueldos, de combustibles, de alquileres y un agravamiento de la sequía, y lo retrasarán (momentáneamente) sistemas de precios cuidados y otro tipo de intervenciones y controles que no resuelven nada de fondo.