¿Un incentivo marginal?: el Gobierno le sube el dólar a los sojeros apenas un 13 por ciento
El incentivo que acaba de anunciar el Banco Central para que los sojeros aceleren el ritmo al que exportan los granos y no los dejen retenidos en las silobolsas está causando revuelo a nivel político, pero lo cierto es que representa una mejora apenas marginal, visto desde el punto de vista del productor.
La medida implica un permiso temporario para que el empresario pueda usar un 30% de lo obtenido por su venta -una vez restadas las retenciones- para comprar dólares al tipo de cambio en su variante "ahorro". Es decir, el oficial más el 30% del impuesto PAIS más el 35% de la percepción del impuesto a las Ganancias, lo que da un dólar de $226.
Esto implica que, en vez de quedar en el bolsillo del sojero u$s151, pasarían a quedar $171. Una mejora neta del 13%.
La cuenta es así: hasta antes de esta resolución, el productor obtenía por su venta u$s562, que es el precio al que cotiza la tonelada de soja en el mercado de Chicago; a eso se le debe restar un 33% de retenciones, lo cual deja u$s376,50. Esos dólares debe venderlos, obligadamente al tipo de cambio oficial al Banco Central, con lo cual le queda en el bolsillo $49.326; y finalmente el sojero cambia esos pesos en el mercado paralelo, al valor del dólar MEP, con lo cual queda en su bolsillo u$s151.
Sí, lo que el sojero termina recibiendo en términos netos es apenas el 27% del precio de la tonelada de soja en el mercado internacional. El 73% restante queda en las arcas estatales.
Ahora, con la nueva resolución, se permite que un 30% de esos $49.326 que les da el BCRA -es decir $14.798-, puedan ser utilizados para comprar el dólar en su modalidad "ahorrista", lo cual deja en su bolsillo u$s65. El restante 70% sigue sin acceso al mercado oficial, por lo que tiene que cambiarse al dólar MEP, y eso le deja al sojero u$s106.
Es decir, ahora al sojero le quedan u$s171, que es la suma de los u$s65 que le permiten comprar al cambio oficial por el 30% de su dinero, más los u$s106 que le dan en el mercado paralelo por el otro 70%. El Gobierno apuntó directamente a donde sabe que está el gran problema de los agricultores: la medida trata de disminuir el tamaño de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, que es un indicador mucho más relevante que el precio internacional del producto.
¿Una ayuda efectiva o una mejora marginal?
¿Es mucho o es poco lo que le quedaría ahora al productor? Pasar de u$s151 a u$s171 implica embolsar un 13% más, lo cual para algunos puede ser un incentivo a acelerar las liquidaciones, como espera el Gobierno.
Pero la realidad es que es una mejora apenas marginal cuando se considera el precio real de la soja para el productor. Esos u$s171 representan un 30% del precio al que vendió en el mercado internacional, es decir que si hasta ahora le quedaba un 27% del valor pleno, ahora agregará tres puntos porcentuales.
Y, visto desde el otro lado del mostrador, el Estado resignará también tres puntos, porque ya no se quedará con el 73% del precio de la soja sino con "apenas" el 70%.
Las primeras reacciones tras la publicación de la resolución del BCRA marcaban cierto escepticismo en el sentido de que los sojeros puedan ver esta nueva situación como un incentivo para vender.
Por lo pronto, el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, se quejó de que una vez más se tomó una medida sin consenso. Y adelantó que le parece "de difícil implementación. En las próximas horas se hará una evaluación en las principales agremiaciones agrícolas, para dar una respuesta oficial ante la propuesta del Gobierno.
Hasta ahora, la actitud del campo ha sido netamente defensiva –o "especulativa", según la interpretación del Gobierno- porque implica una rentabilidad muy baja para el productor. Y, sobre todo, porque existe la perspectiva de que, tarde o temprano, habrá una corrección cambiaria, que tanto los economistas críticos como los cercanos al Gobierno califican como inevitable.
Es en ese contexto de incertidumbre que los productores han ralentizado su ritmo de ventas -a esta altura del año se llevan liquidados un 27% de la cosecha, cuando lo habitual es un 45%- y van soltando la soja "a cuentagotas" en la medida en que van teniendo que hacer frente a gastos para financiar la próxima campaña.
La estimación que ha hecho la Cámara de la Industria Aceitera es que hay retenidos en silobolsas unas 29 millones de toneladas de soja, que a la cotización de hoy equivalen a más de u$s16.000 millones.
El efecto devaluación y la baja de retenciones
Una de las mayores preocupaciones del Gobierno es que el estímulo para que los sojeros liquiden su producción pueda interpretarse como dar el brazo a torcer frente a los mismos "poderes concentrados" con los que suele confrontar en su retórica.
Es por eso que, antes de conocerse la resolución del BCRA, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, puso especial énfasis en aclarar que las medidas que se estaban preparando no implicaban una devaluación sectorial -la creación de un "dólar agro"- ni una baja en las retenciones.
Pero lo cierto es que esta medida tiene, efectivamente, el mismo efecto que el de haber hecho una devaluación. Más concretamente, lo que percibirán ahora los sojeros es lo que corresponde a un tipo de cambio un 13% más alto que el oficial.
Para que los u$s376,50 que les queda a los productores después de descontar las retenciones, se transformen en u$s171, se necesita que el Banco Central les compre los pesos a un tipo de cambio de $148 -es decir un 13% más que el actual dólar oficial-, con lo cual le quedan $55.722, que al llevarlos al mercado del MEP se transforman en u$s171.
También es posible interpretar la medida como una baja de las retenciones, desde el actual nivel de 33% a un nivel de 24,5%. La cuenta es así: si a la cotización de la soja de u$s562 se le aplica una retención de 24,5%, entonces en el bolsillo del productor quedan u$424, que convertidos al tipo de cambio oficial da $55.584 y luego otra vez se convierten en dólares del mercado MEP, que les deja como ingreso neto dolarizado la suma de u$s171.
Claro, desde el punto de vista del Gobierno no es lo mismo, porque una rebaja en la alícuota de las retenciones implicaría una disminución del ingreso fiscal para la caja de la AFIP, algo que con esta medida no ocurre.
Compensando la devaluación con "relato"
Pero, como sea que se lo mire, lo cierto es que el Gobierno terminó reconociendo la necesidad de disminuir la cantidad de recursos que capta en la venta de las materias primas agrícolas. En otros momentos, habría sido algo imposible de llevar a la práctica sin que se creara una crisis política interna, pero ahora la necesidad extrema de generar un ingreso de divisas a las alicaídas arcas del Banco Central hizo que los pruritos ideológicos quedaran de lado.
De todas formas, se notó una preocupación por no dejar entre la militancia una sensación de derrota en la eterna pulseada con el campo. Es lo que explica que Alberto Fernández haya intensificado en los últimos días su nivel de agresividad en el discurso.
El Presidente no dudó en calificar como "especuladores" a los agricultores que guardan su producto en los silobolsas y dijo que la defensa de ese derecho a disponer de su propiedad se choca con la estabilidad financiera del país.
Sin hacerlo explícito, el mandatario pareció avalar la iniciativa de grupos piqueteros, que anunciaron el próximo sábado marcharán para manifestarse en la exposición rural de Palermo, en demanda de que se venda la soja retenida.
Pero también hay quienes interpretan que la agresividad en el discurso fue una manera de compensar con "relato" las medidas de un mayor tipo de cambio para el campo. De hecho, la postura del Presidente siempre fue contraria a las insinuaciones de que se debería aplicar alguna medida compulsiva para forzar a los productores a vender contra su voluntad.
Ahora, la gran incógnita es si, con este anuncio del Banco Central, será suficiente como para que los productores abandonen su actitud defensiva y liquiden a mayor ritmo o si, por el contrario, se tratará de una medida que no moverá la aguja.
Si esa última fuera la situación, entonces el Gobierno se encontrará con la peor combinación: habrá obligado a su militancia a "tragar un sapo" al hacer una concesión al campo sin haber obtenido el beneficio de aliviar su desesperante situación de reservas.