El plan Batakis: freno al gasto, nueva caja para aliviar la deuda y ¿recorte a salarios públicos?
"¿Al final se fue Guzmán para que Silvina Batakis anuncie lo que quería hacer Guzmán?", se preguntaban en un foro afín al kirchnerismo. "Había un temor de que Batakis fuera Celestino Rodrigo, pero se terminó pareciendo más a Erman González, no por el plan Bonex sino porque vino a ajustar la caja", comentó un economista ortodoxo de la city. "Generó más calma por lo que no dijo que por lo que anunció", agregó otro economista que se había preparado para oír medidas intervencionistas.
Lo cierto es que los anuncios de la ministra de Economía sorprendieron a todo el mercado, que como primera reacción le dio un respiro: los tipos de cambio del paralelo cerraron a la baja y, como broche, el Banco Central pudo volver a comprar u$s80 millones tras una desastrosa semana en la que se había desprendido de u$s730 millones.
La lectura que hizo el mercado es que la ministra quiso enfatizar dos temas fundamentales: el primero es que tiene el foco en el equilibrio fiscal, algo que en definitiva la acerca al diagnóstico que hace la mayoría de los economistas. Y el segundo es que cuenta con el apoyo político del Gobierno, lo cual se reflejó en la presencia de la primera línea del gabinete económico, además del presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y de la directora de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.
La gran duda política que queda planteada es si, además, Batakis cuenta con el respaldo de Cristina Kirchner. Porque los anuncios de la ministra van en el sentido opuesto al que hasta ahora ha venido defendiendo la vicepresidenta. No sólo ratificó la vigencia del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional -y de todas sus metas numéricas- sino que confirmó que recortará el gasto público y que avanzará con el ajuste tarifario basado en el esquema de la segmentación.
No deja de ser una sorpresa el énfasis que puso la ministra en ese aspecto, dado que el mismo día en que se conoció la renuncia de Martín Guzmán, Cristina había ratificado su escepticismo sobre que el ajuste fiscal pudiera ser la solución a la alta inflación.
Un revalúo inmobiliario que ya genera polémica
El tema que inmediatamente llamó la atención del mercado fue el referido al revalúo inmobiliario, en el marco de un catastro único a nivel nacional. Los antecedentes políticos de Batakis -que en 2012, en medio de una severa restricción financiera a la que el entonces gobernador Daniel Scioli estaba sometido por la política de Cristina Kirchner, decidió un fuerte aumento de las valuaciones rurales-, llevaron de inmediato a pensar en que se estaba pensando en un incremento de la recaudación por esa vía.
De hecho, luego de los anuncios, la propia Marcó del Pont destacó el potencial de la mejora en los ingresos de las arcas fiscales a través del impacto de esa medida en el impuesto a los Bienes Personales.
Sin embargo, los expertos del mercado tienden a minimizar este punto. Primero, porque su impacto es relativamente pequeño en términos de PBI: en el acumulado de la recaudación tributaria del año, Bienes Personales representa apenas un 2,2% del total recaudado, una cifra menor en comparación con el 23% que aporta Ganancias, el 29% del IVA o el 8% de las retenciones a la exportación.
Pero, además, se trata de un impuesto cuyo efecto recién se vería el año próximo, dado que Bienes Personales considera las valuaciones al nivel que tenían el 31 de diciembre anterior.
Claro, esto no significa que el impacto vaya a ser menor para quienes efectivamente tengan que pagar Bienes Personales por un monto significativamente mayor al actual. Algunos analistas arriesgaban que, en determinadas zonas del país, hasta se podría triplicar el monto vigente.
Ante esa situación, y saltaron las alarmas en el campo, que ve venir otra exacción de fondos y ratificó su paro de protesta previsto para el miércoles.
"Nos hubiera gustado escuchar medidas que fomenten el desarrollo económico, la capacidad instalada y generen reglas claras para la inversión que el campo necesita. Batakis, cuando era ministra de la provincia de Buenos Aires, implementó un revalúo fiscal desmesurado. Esperemos que, en esta oportunidad, no genere el marco para que los gobernadores hagan lo mismo", afirmó Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural.
¿Recorte o relajación?
Pero acaso la señal más fuerte que dio Batakis haya sido la promesa de un ajuste de caja, que implica que el ministerio de Economía sólo autorizará a las reparticiones del Estado la ejecución de gastos en función de los recursos realmente disponibles.
Es una señal muy en línea con la ortodoxia fiscal, a tal punto que en medios afines al kirchnerismo se llegó a comparar el anuncio de la ministra con los que hace dos décadas hacía Domingo Cavallo. Algo así como una sobreactuación de ortodoxia para contrarrestar el clima que se había creado en los últimos días respecto de un proceso hiperinflacionario fogoneado por un descontrol fiscal.
Lo que Batakis quiso garantizar es que la meta comprometida con el FMI -de un déficit primario del 2,5% para todo el año- será cumplida. Y eso no es poco, ya que según la estimación del propio Fondo, supone un recorte, en términos reales, de 8% en el gasto público, después de la suba de 13% ocurrida en el primer semestre.
Un ajuste que, en palabras de Kristalina Georgieva, implicaba "medidas dolorosas". Y un recorte sobre cuya concreción el mercado ha dado señales de escepticismo, algo que se refleja en el desplome de los bonos de deuda soberana.
Es un debate que no quedó saldado por el anuncio de la ministra. Algunos analistas creen que sí será factible el recorte. Por ejemplo, Daniel Artana, economista jefe de FIEL, apunta: "No es tan difícil de hacer, porque la base de comparación es el segundo semestre del año pasado, cuando hubo un gasto muy alto, similar al de la pandemia pero sin pandemia, en el marco del ‘Plan Platita’. Entonces, contra ese nivel de gasto, el recorte no luce incumplible".
Aclara que no es la forma ideal de ajuste, porque lo preferible es un recorte de gasto permanente, dado que recortar según la restricción de caja no impide que el gasto reaparezca en el futuro.
Ese un punto que está generando debate. Primero, porque existe la posibilidad de que se genere la llamada "deuda flotante", de una ejecución de gasto que se haga efectiva pero recién se contabilice para el año próximo, con lo cual se podría cumplir con la meta del FMI en los papeles, pero sin realizar un recorte real.
La nueva caja de $600.000 millones
Pero, sobre todo, hay polémica por otro punto relevante señalado por Batakis: la unificación de las cuentas del Estado implica que se tomará, como parte de los recursos disponibles, el excedente de organismos que hoy son superavitarios.
Para Gabriel Caamaño, economista jefe del Estudio Ledesma, esto deja la duda sobre si efectivamente habrá un recorte del gasto o si se aprovechará esa suma para relajar la disciplina fiscal.
"Si soy mal pensado, acaban de engrosar la caja con una modificación presupuestaria por $600.000 millones, un 0,8% PIB, y nos dicen que van a asignar partidas en base a esa proyección de caja real para cumplir con la meta con el FMI. Eso es relajar. Esperemos que la definición no esa esa", escribió el analista, que no ocultó su escepticismo sobre la voluntad real del recorte del gasto.
Otros economistas creen que esa masa de $600.000 será utilizada para aliviar la acuciante situación de la deuda en pesos. Batakis debe hacer frente a un exigente cronograma de vencimientos: sólo en julio vencen unos 500.000 millones, luego en agosto otra cifra similar y en septiembre la espera el mayor desafío, con vencimientos por $1 billón.
Guzmán tuvo dificultades para "rollear" el último vencimiento, por lo que recurrió a un "canje" de parte de la deuda con organismos estatales, de manera de reducir el monto a financiar.
Lo que el mercado especula es que ahora, con $600.000 millones en el bolsillo, Batakis les podrá cambiar pesos por bonos a los organismos superavitarios, de manera de sortear esos vencimientos sin que se genere turbulencia en el mercado. Además, se estima que un 40% de los vencimientos están en manos del propio sector público.
Salarios públicos, ¿variable de ajuste?
Lo cierto es que son todavía muchas las dudas que quedaron flotando tras la primera alocución oficial de Batakis. Para empezar, cuál será la variable de ajuste en caso de que la ministra esté efectivamente determinada a hacer un recorte fiscal.
Y, como suele suceder en estos casos, la sospecha que quedó planteada es que los salarios de los empleados estatales podrían ser la clave. La paritaria vigente, inducida por el renunciado Guzmán a comienzos de año, marcaba una mejora del 45%, que luego en algunos sectores fue retocada a un 60%.
Pero aun así, se trata de números que determinarán una pérdida salarial frente a la inflación, que ya se proyecta en 80% para el año. Además, los salarios estatales influyen sobre la fórmula de indexación de las jubilaciones. Entre ambos rubros, se explica más de la mitad del monto del gasto público.
La otra gran duda está referida al plano cambiario. Tal vez la frase que más haya repetido la ministra en sus pocos días de gestión es: "me siento cómoda con este tipo de cambio". Pero no aclaró si tomará medidas para revertir el retraso cambiario acumulado desde diciembre, que era el tipo de cambio que el Gobierno, en su acuerdo con el FMI, se comprometió a mantener.
Desde entonces, la inflación acumula un 35%, contra un dólar que sólo se ha movido un 20%. Eso implica la persistencia de una "inflación en dólares", incluso si esas cifras son corregidas por la inflación de Estados Unidos.
Batakis está viviendo la presión de varios sectores de la economía para recuperar competitividad por la vía de una mayor devaluación. Por ejemplo, el dirigente textil Teddy Karagozian emitió un comunicado en el que elogia los anuncios de la ministra y promete aumentar el nivel de inversión, pero deja entrever que esas decisiones empresarias dependerán de nuevas medidas que orienten los dólares hacia el sector industrial y de "mantener cierta firmeza en un dólar que con el tiempo deberá subir".
Hay economistas que interpretaron que el compromiso de Batakis es no avalar un mayor atraso cambiario a partir de ahora, lo cual implicaría una aceleración de la tasa devaluatoria, que actualmente está en torno de 4,5%. En todo caso, la presencia de Pesce en la mesa de los anuncios hace suponer que habrá una política coordinada en ese sentido, algo que en los últimos tiempos de Guzmán no se venía constatando.
Finalmente, está lo "no dicho". A contramano de la expectativa que se había generado, no hubo menciones a un desdoblamiento cambiario para el turismo ni mayores restricciones. Todavía no queda claro si los funcionarios se convencieron de que esa medida no haría más que exacerbar la brecha cambiaria o si, en los próximos días, podrá ser uno de los anuncios tendientes a canalizar las divisas hacia el sector productivo.