Clima "ochentoso" en la City: el dólar blue acelera y los bonos se desploman tras medidas del BCRA
Dólar blue disparado, bonos que se desploman, riesgo país récord, empresarios que "contestan con el bolsillo" a las medidas preventivas que anuncian el Gobierno y que dejan mal parados a los funcionarios que explican que toda la política está orientada a evitar una devaluación brusca… Las últimas horas del mercado financiero tuvieron un fuerte aroma a la previa de una crisis, y a los más veteranos de la city les hizo recordar el clima de los turbulentos años ’80.
Mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, salió a "pasar la gorra" por el mercado con la intención de renovar vencimientos por $243.000 millones, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, explicaba que su último anuncio para garantizar liquidez a los fondos de inversión -una especie de seguro de que siempre habría alguien dispuesto a comprar en situaciones de ventas masivas-, el mercado respondía con nuevas señales de escepticismo.
Y esto ocurrió a pesar de que Guzmán se preocupó por realizar un canje -con fuerte intervención de los organismos públicos- que hizo que se recortara a la mitad el masivo vencimiento de $600.000 millones, lo cual le permitió pasar el test, al "rollear" el vencimiento y quedarse con pequeño excedente de 6%.
Pero el ministro no pudo disimular el clima enrarecido que se vive en el mercado. A pesar de todos los anuncios y promesas de estabilización, los bonos abrieron la jornada con nuevos desplomes, tanto en el segmento de los títulos dolarizados como en el de los que cotizan en pesos. Y, dentro de los de moneda nacional, la caída no solamente afectó a los que indexan por CER sino también a los "dólar linked", que ajustan según la cotización del tipo de cambio oficial.
Los expertos del mercado hicieron una única lectura sobre lo que estaba ocurriendo: hay un descreimiento generalizado sobre las posibilidades del Gobierno para estabilizar la economía y poder hacer frente a la creciente deuda. En otras palabras, se palpa un temor a un reperfilamiento en el corto plazo.
Esto explica por qué, incluso con bonos que ya cotizan a un 20% de su valor nominal y que dejan tasas de retorno insólitamente altas, hay una reticencia por parte de los inversores, que solamente se animan a hacer colocaciones en títulos de cortísimo plazo y exigen tasas de interés todavía mayores.
El dólar paralelo, con potencial de suba
Como siempre, el síntoma más evidente del deterioro financiero es la escapada del dólar paralelo, que volvió a batir récords, con un blue que cerró en $239 y un "contado con liqui" en $251.
Aunque la acelerada de estas cotizaciones ha impresionado al mercado y puso en alerta a los ahorristas más sensibles, lo cierto es que para los expertos no fue una sorpresa. Más bien al contrario, lo que se marcaba como una rareza era la relativa estabilidad que estas cotizaciones habían mostrado en los últimos meses.
De hecho, desde comienzos del año, el dólar paralelo evoluciónó apenas un 16%, incluyendo los aumentos de los últimos días. Esto lo pone incluso por debajo de la tasa devaluatoria que tuvo el tipo de cambio oficial, que lleva acumulado un 20%. Y, desde ya, está muy lejos de la inflación observada durante el año, que ya se ubica por encima del 35%.
Si, como creen varios analistas, el blue tenderá a copiar al resto de los precios, eso implica que el dólar tiene todavía un recorrido alcista potencialmente importante. De haber subido a igual ritmo que la inflación, hoy el blue estaría cotizando a $278.
Para el trader Santiago López Alfaro, lo ocurrido en las últimas horas es una reacción ante una situación de atraso por parte de los dólares del mercado paralelo. Y agrega que, con la operatoria de los bonos CER desde el Banco Central, la situación esperable será "un CER y dólares financieros corriendo parecido en el 2022, similar a lo que sucedió en 2021".
Y abundan quienes creen que el mal manejo de la política económica por parte del Gobierno está provocando la huida de los inversores desde los pesos hacia el dólar.
Algunos son particularmente drásticos, como el caso de Carlos Rodríguez, ex secretario de política económica bajo la gestión menemista, quien pronosticó un colapso de la demanda de dinero y medidas que licuarán la deuda en pesos, al estilo de lo ocurrido tras la hiperinflacíon de fines de los años ’80.
"La inevitable eliminación de los bonos públicos en pesos implicará un desmesurado aumento de la oferta de liquidez, que sólo el Banco Central podrá absorber a cambio de un Bonex larguísimo y tasa casi nula. Salvo el Bonex, la inflación licuará el resto", advierte el polémico ex funcionario.
Lo cierto es que la reacción del dólar ocurrió a contramano del objetivo declarado por los funcionarios: el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, justificó las nuevas restricciones al acceso de divisas por parte de los importadores como una forma de "evitar una devaluación brusca".
Desde su punto de vista, el mensaje que se está transmitiendo al mercado es que el BCRA focalizará el cuidado de los dólares y la acumulación de reservas, todo lo cual contribuirá a bajar la volatilidad cambiaria.
Sin embargo, no fue esa la interpretación que se hizo en el mercado: lo que señalan los analistas es que, en los hechos, el Banco Central terminará emitiendo más pesos, por varios conceptos. Ya lo estaba haciendo para comprar los bonos que los inversores privados se sacaban de encima, y ahora agregará pesos que volcará en su intento de comprar los dólares que se le retacean a los importadores.
Por otra parte, las empresas que necesiten importar y no logren acceder al mercado oficial, terminarán presionando el mercado del "contado con liqui", lo cual exacerbará la brecha entre el paralelo y el tipo de cambio oficial, como se está viendo en este momento.
En definitiva, lo que se está interpretando es que, lejos de tender a una estabilización, el plano financiero y cambiario corre riesgos de sufrir mayores turbulencias en el corto plazo.
"Ni el más pesimista imaginó este presente desastroso para los bonos. Lo cual, más que sugerir que el mercado se equivoca, pone de relevancia lo mal que se han hecho las cosas hasta acá y lo difícil que se vislumbra su corrección hacia adelante", argumentó Gabriel Caamaño, economista jefe del Estudio Ledesma.
Un mercado a la defensiva
Lo ocurrido en las últimas horas es, en realidad, la aceleración de un proceso que se están insinuando desde hace varias semanas. La crisis que involucra a los bonos CER, originada por una ola de ventas que el Gobierno intentó detener mediante compras del Banco Central, tuvo su inicio hace tres semanas.
Y los bonistas, lejos de mostrar tranquilidad, continuaron con su actitud defensiva, al punto que los bonos pierden todos los días un promedio de 4% del valor, hasta llegar al inédito piso de 20%.
Las señales de desconfianza ya se estaban evidenciando en las licitaciones a las que recurría Guzmán para financiar el gasto público: después de un primer trimestre positivo, en el que logró renovar los vencimientos y además obtener un "excedente" del 50%, en abril tuvo un tropezón en el cual no pudo "rolloverar" la deuda.
Y a partir de allí se hizo evidente que había una sospecha de default o algún tipo de canje compulsivo por factores políticos. Fue por esto que los inversores se mostraron reticentes a comprar títulos con vencimientos posteriores a 2023, en medio de acusaciones cruzadas entre los funcionarios y los políticos de la oposición, que se culpaban mutuamente de estar generando el temor en el mercado.
Ya antes de esa crisis de la deuda en pesos, los bonos en dólares venían mostrando un marcado deterioro, que se agudizó en la medida en que surgieron dudas sobre las posibilidades de cumplimiento del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional.
Lo cierto es que la cotización de los bonos hoy volvió al punto que tenía antes del canje hecho por Guzmán en agosto de 2020, una situación en la que se despejó el panorama de vencimientos de corto plazo por títulos que sumaban un total de u$s41.750 millones.
En aquel momento, Guzmán celebró el acuerdo al afirmar que quedaba "resuelto el problema del endeudamiento insostenible", y que el nuevo cronograma con bajas tasas de interés implicaría un ahorro de u$s37.000 millones a pagarles a los acreedores privados por el período de una década.
Lo cierto es que hoy esos bonos se desplomaron y marcan un nivel de default, con un riesgo país que no deja de crecer y ya está en un nivel superior a 2.500 puntos, cercano al de los títulos de la deuda rusa, que en medio de la guerra de Ucrania acaba de ser defaulteada.
Señales preocupantes
En semejante cuadro, la pregunta del millón es cómo hará el Gobierno para restablecer la confianza de los inversores y su interés por la deuda en pesos. Es un tema que resulta de vital importancia para Guzmán, que desde acá hasta fin de año debe hacer frente a vencimientos por $3.540 millones.
Para colmo, si quiere cumplir con la meta comprometida con el FMI, en el sentido de no pasar el límite de 1% del PBI en la financiación del gasto mediante asistencia monetaria del Banco Central, no le alcanzará con renovar los vencimientos, sino que deberá lograr un excedente que consultoras como Ecolatina han estimado en 27%, equivalente a $955 millones.
Es un objetivo que hoy todo el mercado está poniendo en duda, incluso cuando en la última revisión de las cuentas el FMI flexibilizó las metas del primer semestre para evitar que Argentina tuviera que incurrir en un "waiver" del acuerdo.
Ocurre que tampoco ayuda el plano fiscal, donde se está constatando un incremento del gasto, que crece a un 17% real y no logra ser empardado por la recaudación impositiva, que apenas consigue ir en línea con la inflación.
Es por este motivo que el FMI amplió hasta $874.400 millones -sobre una meta previa de $566.800 millones- el rojo fiscal previsto para el primer semestre, mientras que la asistencia monetaria del Banco Central quedó establecida en $475.800 millones -desde un objetivo previo de $438.500.
Sin embargo, aun con esa flexibilización, en el mercado se palpa un evidente escepticismo. Para empezar, porque las señales políticas no permiten visualizar un esfuerzo de ajuste fiscal en lo que queda del año.
Y, además, porque la perspectiva es de un incremento de la emisión. En los últimos días, el Central gastó -es decir, emitió- casi $300.000 millones en la compra de bonos, para ayudar a sostener la demanda y recuperar las cotizaciones de la que, hasta ahora, había sido la gran arma de Guzmán para financiarse con el crédito del mercado.
Posteriormente, intentó movimientos compensatorios para reabsorber pesos circulantes y sacar presión inflacionaria. Mediante licitaciones de Leliqs, retiró unos $318.000 millones, al colocar letras por un monto mayor al de los vencimientos.
Lo cierto es que se acumula, en lo que va del año, una asistencia del Central al Tesoro por u$s340.100 millones por concepto de "adelantos transitorios", una cifra que todavía no traspasa el límite marcado por el FMI -el programa establece $480.000 millones al cierre del primer semestre, equivalente a 0,6% del PBI-.
Pero las perspectivas pueden ser a un empeoramiento de las necesidades de asistencia, en la medida en que el gasto público siga creciendo por encima del ingreso y que se agudice la reticencia de los inversores a financiar al Tesoro.