El balance de La Anónima, un símbolo de la Argentina 2022: pérdida operativa y ganancia financiera
Desde el infortunado chiste de Federico Braun en la reunión de la Asociación de Empresarios Argentinos, la cadena de supermercados La Anónima se ha sumado al imaginario político como el ejemplo de empresa que, con falta de solidaridad, remarca precios y obtiene grandes ganancias a costa de una erosión del poder adquisitivo del salario. Lo irónico de la situación es que el balance de la compañía marca absolutamente lo contrario: La Anónima está perdiendo plata en su negocio supermercadista, porque sus costos superan a los ingresos que obtiene con esas remarcaciones.
Claro, para ver ese dato hay que pasar por encima de la lógica prejuiciosa de la "grieta" y leer en detalle el balance, cosa que pocos han hecho desde que Cristina Kirchner y sus medios afines entendieron la veta política que dejaba la insólita gaffe del supermercadista.
Es por eso que en las últimas horas se han visto informes que machacan en que esta cadena tuvo en el último balance un incremento de 142% en su resultado neto para los nueve meses terminados a marzo pasado, en comparación con el mismo período del año anterior. Lo cual llevó a la comparación con una inflación de 55% anual y llevó a una conclusión obvia para quienes ven al accionar de los "formadores de precios" como impulsores de la inflación: lo consideran la prueba definitiva de la culpabilidad.
Sin embargo, cuando se mira con atención los diversos ítems que componen el balance de Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia -tal la razón social de "La Anónima", la percepción cambia radicalmente.
La empresa tiene cuatro sectores principales: el supermercadismo, la actividad frigorífica, una tarjeta de crédito propia y un sector de inversión inmobiliaria.
Y cuando se pone la lupa sobre el supermercado, la conclusión a la que se llega es la absolutamente inversa a la que se ha estado publicitando: con sus remarcaciones, La Anónima no logró cubrir los aumentos de costos, de manera que tuvo en este período una pérdida operativa por $1.866 millones.
Sobre ingresos totales de caja por $132.712 millones, se debe restar un costo de ventas -es decir, por la adquisición de la mercadería vendida- por $96.684 millones. Queda una ganancia bruta de $36.027 millones, a la que se debe restar gastos operativos por comercialización y administración, que totalizan $37.894 millones. En la línea final, el supermercado dejó una pérdida de $1.866 millones.
Pérdida operativa, ganancia financiera
¿Por qué un supermercado que remarca precios tiene pérdidas? Lo que explica el detalle del balance de La Anónima es que los gastos operativos representan aproximadamente un 26% de lo que entra por la venta de productos.
Y, dentro de esos costos, un 58% va al pago de sueldos de los empleados y aportes sociales, un 23% al pago de impuestos, un 14% a gastos de servicios y funcionamiento y un 5% a depreciación de equipamiento y locales.
Y, sin embargo, es cierto que el balance de la compañía arroja un resultado final positivo, por un 142% más que hace un año.
¿Cómo se explica que un supermercado pueda tener pérdida operativa y, al mismo tiempo, dar un balance con ganancias? La clave, como ya se había visto en otros balances de grandes empresas argentinas, está en el manejo de la caja. Y, más concretamente, en su capacidad para "licuar" deudas.
"Las empresas tienen dos tipos de activos y pasivos. Por un lado están los monetarios, como la caja, que está totalmente expuesta al a inflación, mientras que los no monetarios, co mo los bienes de uso, ajustan su valor por inflación. Y con los pasivos ocurre lo mismo: una deuda es un pasivo monetario, y si varía por debajo de la inflación, entonces la empresa redujo un costo", explica un director de una de las principales empresas consultoras de finanzas corporativas.
"En una situación así, la clave está en el manejo de la caja, el gerente financiero trata de no quedarse con nada de pesos encima, porque van a perder valor, y entonces los mueve para invertirlos en algo que defienda el valor o aprovecha para comprar equipamiento. Es su deber hacerlo, si no lo hace, echan al gerente financiero", agrega.
En el caso específico del balance de La Anónima, el concepto clave es "Resultado por exposición a los cambios en el poder adquisitivo de la moneda". Que, traducido, significa una disminución de la deuda por la diferencia entre la evolución de la inflación y la del tipo de cambio.
Una política que licúa deudas
Es una situación que ya se había constatado anteriormente en los balances de gigantes de la fabricación de alimentos, como Arcor y Molinos, que compensaban con una ganancia financiera sus problemas de ventas en el mercado doméstico.
Y lo irónico es que esa ganancia financiera no es causada por otro mismo que por el Gobierno, al generar una política de retraso cambiario, en la cual el IPC avanza a una velocidad de más del doble que el dólar.
La explicación es sencilla: si una empresa tiene una deuda en dólares y vende su mercadería en el mercado argentino, entonces su ingreso caja crece igual que la inflación -a un 55%- mientras que su erogación en deuda lo hará a una tasa de 30% -que es la tasa devaluatoria fijada por el BCRA-, entonces se beneficiará de un "efecto licuación", porque comprará más barato los dólares necesarios para saldar sus obligaciones.
En otras palabras, gracias a la política económica del Banco Central, que incurrió en un retraso cambiario, las empresas han visto una disminución de su costo financiero en comparación a su ingreso y a su patrimonio.
En el balance de La Anónima, cuando a la pérdida operativa se le contrapone la mejora financiera por la ganancia de activos y por la licuación de la deuda, entonces el resultado final -antes del pago de impuestos- asciende a $2.431 millones. Y, en el balance consolidado -el que suma todas las áreas de actividad de la empresa- se llega a una ganancia final -antes de impuestos- por $5.781 millones.
Un balance que es una síntesis de la Argentina
En todo caso, si algo demuestra la polémica generada en torno a las declaraciones de Braun y al balance de La Anónima es que en la Argentina de hoy, no hay nadie más importante en las empresas que el gerente financiero. Como ya había ocurrido en otras épocas, es la figura que, gracias a su manejo de la caja -realizando inversiones o disminuyendo las deudas- logra revertir un resultado comercial que puede tener pérdidas operativas.
"Es algo que les cuesta entender a quienes vienen de otro país. Yo tenía un cliente de Estados Unidos que perdía plata porque su plazo de cobro era el doble del plazo al que ellos le pagaban a los proveedores. Y dejaban la caja quieta, porque así es como se manejan allá, donde se considera que no es lícito usar la caja para invertir en rubros que no sean los del propio negocio. Les advertí que, en Argentina, o se adaptaban o se fundían", recuerda el consultor financiero.
Por cierto que entre los principales antecedentes históricos de esta situación se encuentran los inflacionarios años 80. Como receptores de la liquidez, eran compañías que movían grandes sumas de dinero en inversiones financieras, gracias a lo cual lograban obtener ganancias que compensaban el aumento incesante de los costos.
Y, como recordó el diario Página 12, Cristina Kirchner y todos los medios afines al Gobierno, fue el propio Braun quien recordó cómo en aquellos años La Anónima había logrado balances con ganancias: "Para nosotros, la inflación fue un momento muy positivo. La inflación creciente, la hiper-inflación desembocó en esa crisis. Pero para un supermercado que paga a los 60 días y vende al contado, yo decía ‘no era un rey, era un emperador’, porque nuestro balance en el 86, 87, 88, con inflación creciente, fue espectacular", dijo Braun en una entrevista publicada en 2008 por la revista Creating Emerging Markets.
Hoy, esa frase de Braun está siendo tomada como una especie de confesión de culpabilidad para avanzar contra el sector comercial. Por caso, Agustín D’ Attellis, director del Banco Central, que advirtió sobre las medidas más drásticas a adoptar si la inflación no cede: "Muchas herramientas que están ahí, en la caja, tendrán que utilizarse cuando sea necesario si es que estos empresarios están dispuestos a incumplir con los programas".
También los dirigentes sindicales más proclives a la protesta callejera, como el camionero Pablo Moyano, han anunciado la convocatoria a una marcha "para repudiar las expresiones de Federico Braun y empresarios de la Asociación Empresaria Argentina y también su política inflacionaria".
Y el propio ministro de economía, Martín Guzmán, hizo mención al desafortunado chiste de Braun: "Esto no debería dar risa en un contexto donde hay tanta gente sufriendo; debería dar vergüenza".
Lo cierto es que, una vez más, la lógica de la "grieta" ha encontrado otro motivo para alimentarse: Braun dio la excusa perfecta para quienes argumentan que la inflación se combate con una mayor confrontación con el empresariado, aun cuando el balance de la compañía marca una pérdida operativa.
Y la ganancia financiera por la inflación -una política de supervivencia que es, en última instancia, provocada por el Banco Central- es presentada como una prueba de culpabilidad de los nuevos "villanos" de la inflación.