Guerra por los dólares, la primera crisis que enfrentará Scioli: deberá gestionar la escasez de divisas junto al BCRA
Con las malas noticias repitiéndose a un ritmo frenético, todos los ojos están puestos en cómo el Banco Central maneja la "puja distributiva de dólares", que cada vez muestra más intensidad. Y, además, esa pelea acaba de sumar a un nuevo protagonista, el flamante ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, en quien los industriales depositan esperanzas para que se establezca un criterio de prioridad para el sector productivo, en detrimento de otros considerados superfluos.
Así, situaciones de emergencia como la falta de gasoil marca un fuerte contraste el boom de ventas de paquetes turísticos en el Hot Sale o el furor de los diez estadios de River Plate vendidos para ver a la banda de rock inglesa Coldplay.
Y se mezcla con el enojo de los industriales, que denuncian que hay ramas de la actividad que están al borde de la parálisis. De hecho, en las últimas horas trascendió que una de las automotrices líderes instaladas en el país dejará de producir la caja para uno de sus productos estrella -una pick up que ocupa el tercer puesto en el ranking de modelos más vendidos-, por las dificultades de acceso a los dólares para comprar insumos.
En lo que respecta al gasoil, mientras las empresas petroleras anunciaron que en cuestión de días llegarán los nuevos barcos con gas licuado, ya se creó un mercado paralelo para el gasoil del transporte y las garrafas de uso hogareño, donde el "gas blue" ya ha alcanzado una brecha de 100% respecto del precio oficial.
Pero en el mientras tanto, todos sufren. Los transportistas, por la imposibilidad de desarrollar normalmente su trabajo, los productores, por el encarecimiento y las demoras en la logística, y los funcionarios del área económica porque ya están recalculando la salida de divisas que supondrá esta crisis energética.
Todos los días alguna gremial hace una advertencia severa: por ejemplo, la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (CEGLA) señaló que la situación crítica que se vive en 19 provincias está llevando a un colapso en el stock de garrafas.
Al mismo tiempo, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por intermedio de su presidente, Alfredo González, advirtió que las economías regionales "están al borde del colapso" por la falta de combustible y reclamó una solución urgente.
Esto induce a la conclusión de que la cifra de importación de u$s867 millones que se registró en abril por el rubro combustibles estará lejos de ser la mayor del año y que será superada en los próximos meses invernales. Así, es probable que este ítem -que está creciendo a un 200% interanual- vaya ganando participación sobre las importaciones totales: ya representa un 13%, el doble de lo que se registraba hace un año.
Se viene la explosión del gas importado
Todavía no se conocen los datos de comercio exterior de mayo, pero desde el Gobierno se filtró la información de que de un promedio diario de u$s39 millones en abril, se pasó a cerca de u$s60 en mayo, lo que implicaría una posible importación de combustibles en torno de u$s1.300 millones para el mes que acaba de terminar, y que a su vez será menor que la de junio.
Para tener una referencia de lo que implican esos montos, vale recordar que en mayo pasado el Banco Central apenas logró comprar en el mercado u$s790 de cambios, pese a haber recibido una liquidación agrícola récord de u$s4.230 millones.
Lo cierto es que la crisis del gasoil dejó más al rojo que nunca la discusión sobre cuál debe ser la prioridad para el uso de los dólares, un tema sobre el cual los industriales machacan casi a diario.
Además, la escasez de gas retrotrae el debate sobre el precio para el mercado local, que el Gobierno insiste en mantener "desacoplado", en contra de la opinión de los economistas, que afirman que sin un ajuste de los precios se llegará a un aumento desmesurado de la demanda.
Es otro tema de tensión dentro del propio sector energético, como dejó en evidencia el presidente de YPF, Pablo González, quien se quejó de que la compañía estatal tiene 55% del mercado y que esperaba un gesto de las competidoras privadas en el sentido de invertir en una mayor provisión de gas al mercado. Sus declaraciones fueron tomadas como una insinuación de que los jugadores privados mantenían una actitud reticente en ese mercado por considerarlo poco atractivo en términos de márgenes de rentabilidad.
La cuestión es que, sea cual sea la solución que se busque para el tema del gas, terminará costando un fuerte sacrificio de reservas. Los economistas más escépticos sobre el tema ya advierten que hay que pensar en un número en torno de los u$s8.000 millones.
Industriales enojados
Con semejante cuadro, llamó la atención ver cómo otros rubros de "fuga" de dólares han recobrado su vigor y amenazan la castigada caja del Banco Central. El evento Hot Sale no podía haber tenido peor "timing" desde el punto de vista político: justo cuando todas las miradas están sobre los dólares, el rubro de mayor crecimiento fue el de turismo, que creció un contundente 120% respecto del año pasado, dejando en un lejano segundo puesto al rubro farmacia, que subió un 50%.
Esto demuestra que, a pesar de haberse prohibido a fin de año pasado la financiación con tarjeta de crédito para la compra de pasajes de avión y reservas hoteleras, el rubro turismo sigue su crecimiento indetenible, y ya está acumulando -sumado con los canales de compra electrónica- unos u$s600 millones mensuales. Lo cual llevó a la inevitable especulación sobre nuevas medidas, que obligó al Banco Central a salir a hacer un desmentido sobre que haya más restricciones en carpeta.
Lo cierto es que el titular del Central, Miguel Pesce, está en el centro de las críticas, que le llegan desde todos los costados.
Los industriales son quienes más fuerte hacen oír su enojo. En su último informe público, la agremiación Industriales Pyme Argentinos anunció que le planteará al nuevo ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, la urgencia por cambiar el criterio con el cual se asignan los cupos de dólares.
El pedido concreto es revisar la reglamentación actual, que establece la entrega de importaciones por un equivalente a las importaciones del año pasado más un 5%, y que otorga permisos para sobrepasar ese límite con la condición de que la empresa deberá financiar la operación y recién se hará de las divisas a los 180 días.
Creen que la fórmula no sigue un criterio productivo sino matemático. Explican que al cederle automáticamente subas a determinadas empresas sin pedir especificación sobre cuál será el producto a importar se está corriendo el riesgo de permitir la compra de bienes de consumo mientras que se está perjudicando a otras que sí están destinados a la producción nacional.
Además, se quejan de un sesgo favorable a las empresas grandes -que tienen espaldas financieras para financiarse a 180 días-, y afirman que esta situación lleva a una contradicción con el objetivo declarado por el Gobierno: cuando la empresa grande se encuentra con que su proveedor pyme está en problemas, usa las divisas disponibles para importar directamente el insumo industrial, dándose la situación insólita de sustituir con importación la producción local.
Pesce está apostando a un modelo de solución ya usado anteriormente para el sector automotor, de manera que las filiales de empresas multinacionales puedan financiarse con sus casas matrices, de manera de que esto permita "liberar" cupos de divisas que puedan se utilizados por las autopartistas nacionales, que tienen menos espaldas financieras.
Pesce, presionado desde el kirchnerismo
Pesce también está siendo cuestionado en el plano político. Lo que al principio eran quejas por lo bajo, se transformó en una crítica explícita cuando Cristina Kirchner puso el foco sobre los dólares que salen por el rubro de pago de deudas de empresas argentinas que tomaron crédito en dólares.
Y esa discusión llevó al ministro de economía, Martín Guzmán, a "blanquear" una discusión interna del Gobierno de hace dos años, cuando ante una corrida cambiaria, él propuso que las empresas endeudadas accedieran a un tipo de cambio más caro, para evitar que se produjera una crisis con las reservas, pero que su propuesta fue rechazada tanto por Guzmán como por el kirchnerismo.
Pero los cuestionamientos del kirchnerismo no terminan ahí. Tomando el mismo argumento de los industriales, en los medios de comunicación que amplifican el lobby político que responde a la vicepresidente, se cuestionó la forma en que productos de consumo final, como textiles y juguetes, están aumentando la cantidad de dólares requerida para importación.
Se trata de productos que compiten con la industria nacional y que, además, desde el punto de vista simbólico tienen una importancia primordial para el kirchnerismo, porque se asimilan a la recuperación del aparato productivo argentino.
Es cierto que, en términos numéricos, estos rubros pueden parecer poco importantes. A fin de cuentas, los u$s157 millones gastados en importaciones del rubro textil en abril no llegan al 20% de lo que se gastó en combustibles. Pero la situación llegó a un grado de hipersensibilidad que cada dólar cuenta, y cada vez se exige más que esté justificado.
El rubro textil -que en abril lideró las subas de precios, con un 6% de inflación mensual-, es un ejemplo claro. A pesar de las quejas que se plantean desde el ámbito político, los empresarios textiles no se quejan de que haya importación de ropa sino que, por el contrario, lo justifican con el argumento de que el sector sufre una incapacidad de oferta para satisfacer la demanda del mercado, y eso es lo que empuja los precios al alza.
Así, los próximos meses prometen ser una pelea despiadada por las divisas escasas. Algo que ya quedó en claro con el furor por los diez recitales de Coldplay, que califica dentro del rubro "importación de servicios". Aduciendo problemas en la presentación de la documentación, el Banco Central negó el acceso a las divisas de la empresa contratista, que tendrá que hacerse del cachet de los músicos -alrededor de u$s15 millones- en el mercado paralelo.