• 22/11/2024

Tormenta perfecta: invierno frío con gas más caro y soja en baja, ¿habrá menos dólares en la balanza comercial?

La escasez de gasoil dejó en evidencia la necesidad de importar más, justo cuando el mercado global está volátil. ¿Menos dólares en la balanza comercial?
02/06/2022 - 13:00hs
Tormenta perfecta: invierno frío con gas más caro y soja en baja, ¿habrá menos dólares en la balanza comercial?

La tormenta perfecta parece estar formándose: los precios de los combustibles que Argentina importa cobraron un impulso al alza, los precios de la exportación agrícola están dan señales de poder bajar, y para colmo el clima marca un invierno más frío de lo acostumbrado, con riesgo de que las actuales faltas de gasoil se agraven y que la industria sufra cortes de suministro.

Este combo impacta al Gobierno desde todos los ángulos: al malhumor por la escasez de gasoil, que llevó a que se tuviera que hacer un anuncio de urgencia para tratar de llevar tranquilidad, se suma el temor a que se agrave la principal preocupación en el ámbito de la economía: la escasez de dólares.

Por lo pronto, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, ante la ola de protestas por la falta de gasoil que llevó a las temidas postales de largas colas de automovilistas enojados, anunció una pronta solución al problema. Una solución que, naturalmente, implica incrementar los volúmenes de importación, dado que el país registra un déficit estructural en la producción gasífera. En lo que refiere específicamente al gasoil, casi un tercio del consumo doméstico depende del suministro del exterior.

No se sabe cuánto habrá contribuido Manzur a calmar el enojo de los automovilistas y empresas de transporte, pero lo que sí está claro es que trajo más nerviosismo para quienes miran las cifras del comercio exterior.

El rubro de combustibles es, por lejos el de crecimiento más rápido entre todos los productos de importación: avanza a una asustadora tasa de 203% anual, según los últimos registros del Indec. Y en el total de las importaciones, su participación ya asciende a 13%, lo cual duplica el porcentaje de hace un año.

La crisis por la escasez de gasoil dejó en evidencia que habrá que incrementar los volúmenes de importación
La crisis por la escasez de gasoil dejó en evidencia que habrá que incrementar los volúmenes de importación

Suba de gas y más frío, un combo letal

Pero las malas noticias pueden agravarse, dado que en los últimos días volvió la volatilidad al mercado global de los hidrocarburos, con una suba del petróleo Brent, que llegó hasta los u$s122.

Así, desde el inicio del conflicto bélico en Ucrania, la suba acumula un 25%. Y los temores a una continuidad en el aumento no se han despejado. Las miradas de los analistas están puestas en la producción y venta de petróleo ruso, sobre el cual se teme una contracción que podría golpear en el resto del mercado.

De hecho, los reportes de bancos de inversión no han descartado que el precio del barril pudiera trepar hasta la marca de u$s150 si se produjera el temido recorte en la exportación del combustible ruso.

La Unión Europea está dispuesta a seguir su embargo, con el argumento de que no puede seguir financiando la invasión rusa a Ucrania, dado que las ventas de petróleo le dejan u$s850 millones diarios a las arcas de Vladimir Putin.

Por eso, en estas horas la atención mundial está en la nueva reunión de jerarcas de la OPEP, que debe definir si incrementará su producción para compensar el faltante del crudo de Rusia y así ayudar a estabilizar el mercado. Algunas de las potencias productoras se han mostrado reticentes a aumentar la producción, lo cual ha llevado a negociaciones con el gobierno estadounidense, que está dispuesto a suministrar material militar a cambio de una ayuda a controlar el precio del barril.

En todo caso, la Argentina enfrenta la posibilidad de mayores problemas. Por un lado, es cierto que el país está aumentando su nivel de exportación petrolera, por lo que en ese sentido podría considerarse beneficiado, pero hay también efectos colaterales negativos.

Para empezar, los analistas ven el temor a que se produzca un impacto sobre los precios locales de la nafta, justo cuando el Gobierno está buscando denodadamente la fórmula para "desacoplar" el mercado doméstico y el internacional.

Desde comienzo de año, la nafta ya cuenta tres aumentos. Y, como bien saben los argentinos, tiene la propiedad de un efecto contagio sobre el resto de los precios, dado que afecta todas las cadenas comerciales. En definitiva, un riesgo adicional para el complicado panorama inflacionario -el IPC acumulado a mayo se estima en 29%-.

Pero, además, también está el riesgo de una suba adicional en el gas, dado que Rusia es uno de los grandes productores mundiales.Para Argentina, sería la peor noticia: de hecho, hoy los analistas más escépticos ya asumen que la importación de gas implicará un sacrificio de divisas por u$s8.000 millones.

El agravamiento del conflicto geopolítico entre Estados Unidos, Rusia y China está llevando a nuevos movimientos en el mercado global de materias primas
El agravamiento del conflicto geopolítico entre Estados Unidos, Rusia y China está llevando a nuevos movimientos en el mercado global de materias primas

Y, por si no alcanzara con la situación del mercado internacional, hay que agregar el factor climático: los expertos afirman que el inusual frío de mayo, lejos de ser una excepción, será también la tónica en los meses de junio y julio.

En definitiva, el consumo hogareño de gas tenderá a aumentar, aun con el incremento tarifario promedio de 25% -con un 46% en el caso de los hogares de mayores ingresos-.

¿Qué implica esto en términos de los dólares que el equipo económico se esmera por cuidar? Nada bueno: los datos de Indec señalan que la importación de combustibles tuvo un aumento de 73,8% en los precios y de un 72,6% en las cantidades compradas. Esto significa que el déficit por la importación de este rubro no se debe únicamente al impacto global causado por la guerra, sino también a los propios problemas estructurales de Argentina en su matriz energética: la dependencia del suministro del gas importado es cada vez más acentuada.

Y ahora, con un invierno más frío de lo previsto, puede ocurrir una necesidad de mayor volumen comprado, justo en el contexto de una mayor volatilidad del mercado internacional.

Y del otro lado del mostrador, cae la soja

Si algo podía agravar este panorama ya de por sí preocupante es el otro renglón de la economía: el del ingreso de los dólares. Porque mientras los combustibles están sufriendo nuevas presiones a la suba, las materias primas agrícolas están dando señales de baja de precios.

En particular, preocupa la caída en los contratos futuros de la soja que se negocian en el mercado de Chicago. Si bien siguen por encima de los u$s600, el martes hubo una fuerte caída, lo cual dio lugar a la especulación sobre un agotamiento de la escalada alcista de los cereales.

Nuevamente se da una confluencia de motivos. Uno de ellos es que finalmente el factor climático en Estados Unidos fue menos grave de lo que se preveía y obligó a revisar las proyecciones.

Pero, sobre todo, está el escenario internacional. La versión de que podría liberarse parte de la existencia de trigo y maíz ucraniano, gracias a una negociación por la cual se lograría un puente a través de Turquía, tuvo un impacto que mejoró las expectativas de un faltante agudo de cereales. Ucrania, un líder global en la exportación de alimentos, lograría así incrementar la oferta mundial en unos 20 millones de granos.

Pero, además, hubo otras noticias geopolíticas que movieron la aguja de los mercados. En Estados Unidos hay un temor sobre una eventual intervención militar china sobre Taiwan. Si esa posibilidad ocurriera, entonces se alterarían profundamente las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos, lo cual daría lugar a esa caída de precios, dado el rol preponderante de la demanda china en el mercado.

De todas formas, no está tan claro cuál será el efecto neto para Argentina: si bien por una parte podría sufrir una caída de precios, por otro lado estaría en posición de ocupar espacios libres que dejen otras potencias que dejen de venderle sus materias primas a China.

Pero claro, eso forma parte de la especulación sobre el ajedrez global. Mientras tanto, lo que aparece con claridad es la señal de que los precios de los productos que Argentina exporta puedan ya haber tocado su máximo y que, en adelante, se vea disminuir el efecto económico de la exportación.

Muchos dólares, poco festejo

Esto es lo que hace que en el Gobierno no haya euforia, pese a que en mayo se liquidaron u$s4.231 millones de "sojadólares" y que el acumulado en el año sea mayor a u$s15.300 millones.

El Banco Central apenas pudo retener u$s790 millones de todo ese aporte hecho por el campo en mayo. Y, si el mercado global sigue mostrando signos de volatilidad, hay motivos para pensar que pueda haber sido la mejor marca mensual del año y que, en adelante, los aportes vayan en sendero decreciente.

Para colmo, en el ámbito agropecuario se sigue notando una retracción de los productores, que a pesar de los altos precios mantienen su tradicional cautela a la hora de desprenderse de su stock.

Pese a los excelentes números de exportación agrícola, hay señales de inquietud en el campo, por la volatilidad global de los precios
Pese a los excelentes números de exportación agrícola, hay señales de inquietud en el campo, por la volatilidad global de los precios

Los analistas advierten sobre el riesgo de esta actitud, porque puede ocurrir que las ventas se terminen concretando justo en un momento bajista del mercado, lo cual afectaría tanto la rentabilidad empresaria como el ingreso de divisas a la caja del Central.

Marianela de Emilio, experta del Inta, que viene realizando una prédica para que los productores se cubran mediante contratos que aseguren el precio, atribuye la actitud de los exportadores a "una cuestión de idiosincrasia".

"La esperanza de obtener más precio en un recorrido alcista o lateral-alcista, frena las decisiones comerciales de venta, mientras el miedo a perder precio en un recorrido bajista, activa las ventas con precio. Sostener este comportamiento es peligroso, dado que, aunque sobra decirlo, nunca hay certeza de cuándo llegará el invierno, ni de cuantos grados podría bajar la temperatura de los precios", advierte. 

¿Un saldo comercial que se achica?

De momento, en el Gobierno mantienen la esperanza de que el año deje exportaciones por u$s85.000 millones, una mejora de 9% respecto del año pasado. Pese a los vaivenes del mercado global, la expectativa no parece exagerada, ya que aun con una caída de precios agrícolas, se estima que el campo hará un aporte no menor a u$s40.000 millones.

En cambio, las expectativas son diferentes respecto de las importaciones, cuyo ritmo alcista no para, al punto que se estima que mayo habrá dejado un récord de compras, superando la cifra de u$s7.083 de marzo pasado.

Es por eso que, cuando se pone la lupa en el saldo comercial, el escepticismo es la tónica dominante: mientras las ventas corren a una velocidad de 28% interanual, las importaciones lo hacen a un 42%.

Y los analistas contradicen las expectativas oficiales sobre un superávit comercial holgado. La reciente encuesta Focus Economics, en la que participan analistas de los mayores bancos y firmas de consultoría, cree que en el año quedará un superávit de u$s10.700 millones, lo que implica una drástica reducción de 28% respecto del saldo de u$s14.750 que se había conseguido en 2021.

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