Lado B de la inflación desbocada: aumenta la "fuga hormiga" de dólares de las reservas
Ahora que el país vive una verdadera "puja distributiva por los dólares", en la que todos los sectores reclaman tener prioridad para usar las escasas divisas que entran a la caja del Banco Central, pocos están reparando en que los pequeños ahorristas vuelven a jugar un rol protagónico.
Un indicador que permite adelantar la demanda del público minorista por los dólares es la recaudación del impuesto PAIS, que grava con un 30% a todas las compras de divisas, de pasajes aéreos, servicios hoteleros y turísticos, uso de la tarjeta de crédito en el exterior y las mini importaciones desde Argentina mediante la modalidad e-commerce.
En abril, ese rubro alcanzó otro récord en más de un año: el público compró dólares por el equivalente a $79.000 millones, lo que supera los u$s640 millones en el mes. El incremento interanual de este impuesto es de un impactante 378%, lo que lo convierte, por lejos, en el de mayor crecimiento para las arcas de la AFIP.
Traducido a dólares, esto implica que los ahorristas se llevan ahora cuatro veces más cantidad de billetes verdes de la que demandaban hace un año.
Es cierto que todavía se está lejos del récord registrado en agosto de 2020, cuando los ahorristas se llevaron más de u$s920 en apenas un mes, pero la tendencia es clara y, desde el punto de vista del Banco Central, es preocupante. Sobre todo si se tiene en cuenta que -a diferencia de lo que ocurría hace dos años, cuando era relativamente accesible la posibilidad de compra el cupo de u$s200 al tipo de cambio oficial- hoy existe una fuerte restricción.
Una tendencia creciente
En el acumulado del año, el público ya se llevó más de u$s2.100 millones. A primera vista puede parecer un número no muy impactante, pero si se mantiene esta tendencia, se llegará a superar la cifra de u$s7.000 millones en el año. Como referencia, el objetivo del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que está haciendo transpirar a Martín Guzmán implica una acumulación de reservas por u$s5.800 millones, de las cuales más de la mitad serán aportadas por el propio organismo.
Pero, además, la cifra resulta llamativamente alta si se considera que ocurre después de que el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, haya eliminado la posibilidad de financiar con tarjeta de crédito las compras de paquetes turísticos.
Aun así, quedó en evidencia que el fin de la pandemia ha revitalizado al rubro turístico -que en sus años de mayor intensidad llegó a demandarle al BCRA más de u$s8.000 millones-. Y, además, como consecuencia de la mayor tecnificación de la población -y ayudadas por un creciente atraso cambiario- también se está haciendo más relevante el e-commerce con proveedores del exterior, lo cual implica otro importante canal de salida de divisas.
Es ante esta situación que han regresado las versiones sobre eventuales medidas que restrinjan más el gasto dolarizado del público minorista, en la medida en que el Central vea que la tendencia creciente de esa "fuga" atenta contra sus metas de acumulación de reservas.
Los turistas y el pago de deuda privada
Y también impacta la comparación de la demanda minorista de dólares con lo que sale mensualmente por el pago de deudas de las empresas privadas, que en marzo ascendió a u$s586, de los cuales u$s252 millones correspondieron al saldo de deudas mientras que u$s314 se explican por el pago de tarjetas de crédito con proveedores del exterior.
El tema saltó al primer plano de la atención política por el discurso realizado por Cristina Kirchner la semana pasada en Chaco, cuando dijo que el Banco Central estaba fallando en la gestión, porque no lograba acumular reservas a pesar de estar teniendo un ingreso récord de dólares proveniente de la exportación agrícola.
Según la vicepresidente, el rubro que explicaría esta "fisura" que impide que los dólares se queden en las arcas del BCRA es el pago de deudas del sector privado. Sin embargo, durante todo 2021, la salida de dólares por el concepto de "pagos del sector privado no financiero" fue de un promedio de u$s427 mensual. Es decir, menos de lo que ahora están llevándose los pequeños ahorristas.
Lo cierto es que, sea cual sea el motivo principal, el Banco Central está demostrando grandes dificultades para acumular reservas, a pesar de que en el primer cuatrimestre el campo dejó un ingreso récord de u$s11.000 millones.
Las últimas jornadas financieras mostraron, incluso, un empeoramiento de la situación, dado que, tras un período de calma, el Central tuvo que volver a vender dólares por unos u$s100 millones en dos días. No es que la cifra sea tan preocupante, pero sí resulta llamativo el contexto: no estaba en los planes vender en un momento de fuerte ingreso de divisas por exportación, y además cuando se esperaba que muchas empresas privados liquidaran dólares para hacer frente a vencimientos impositivos y mayores pagos salariales.
La inflación, el aliciente dolarizador
Claro que la situación cambiaria está íntimamente ligada al hecho que en las últimas horas impactó en la opinión pública: la confirmación de una inflación de 6% para el mes de abril, que a esta altura ya hace que el pronóstico de 65% para todo el año se quede corto.
De hecho, para llegar a esa cifra en diciembre, sería necesario que en el resto del año la inflación mensual bajara a un promedio de 3,8%, algo que hoy luce como una utopía. En realidad, los analistas son más proclives a pensar en que, si el Gobierno logra estabilizar el mercado, el promedio estará por encima del 4% mensual, lo cual implica que hasta diciembre la inflación podría estar cerca del 75%.
Es en ese contexto de erosión de la moneda que el público ahorrista tiende a escaparse de las posiciones en pesos y busca el refugio del dólar, ya sea mediante la adquisición de billetes en el mercado paralelo o a través de la compra de bienes y servicios dolarizados al tipo de cambio oficial.
Una prueba contundente de la preocupación oficial al respecto es la nueva suba de tasas de interés, la quinta del año, que llevó el tipo de referencia a 49%. Así, un depósito bancario en plazo fijo tendría un rendimiento anual de 60%, que si bien acorta distancias, sigue estando por debajo de la inflación prevista por el mercado.
Un entorno financiero que sube el riesgo de los pesos
Lo cierto es que todo apunta a que el apetito de los ahorristas por los dólares tiene altas chances de mantenerse: además de los impactantes números de la inflación, están llegando malas noticias también desde la política monetaria.
Después de un arranque de año en el que Martín Guzmán había tenido una buena respuesta del mercado, que en cada licitación de deuda le renovaba los vencimientos y además le dejaba un "excedente" de 50%, ahora se produjo un punto de inflexión.
Ya en abril, la tónica del mercado fue diferente, y Guzmán debió conformarse con tomar un 11% menos de los pesos que necesitaba para renovar las obligaciones.
Así, después de haber acumulado una financiación neta de $640.000 millones en el primer trimestre, luego tuvo que volver a la práctica que el mercado pensaba que iba a evitarse: el encendido de la "maquinita" del Banco Central para ayudar a financiar el gasto público.
Los últimos datos oficiales marcan que el 6 de mayo la autoridad monetaria realizó adelantos transitorios por $83.700 millones. Y eso implica que, en lo que va del año, se acumulan así asistencias por $285.700 millones, lo cual equivale a 0,4% del PBI. Dicho en otras palabras, Guzmán ya "gastó" el 40% de la cuota de asistencia monetaria comprometida con el FMI, a pesar de estar en la época del año más benigna en cuanto a ingreso de recursos.
Tendrá que acotarse, en lo que resta del año, a una ayuda del Central por no más de $152.800 millones, una meta sobre la cual ya los economistas están expresando sus dudas.
Por lo pronto, Guzmán tendrá que conseguir en mayo fondeo por $900.000 millones, en un mercado que está dando muestras de temor ante el "ruido político" por las peleas internas de la coalición gubernamental. Esto se ve reflejado en el hecho de que la mayoría de los inversores -más de un 70%- no toman otra deuda que no sea indexada por inflación. Y, peor aun, muy pocos se animan a tomar títulos con vencimiento posterior a 2023, lo cual refleja el temor a que, con el cambio de gobierno, pueda haber algún "reperfilamiento" o licuación de la abultada deuda en pesos.
Teniendo en cuenta los antecedentes históricos, están todos los ingredientes como para pensar que la suba en la compra de dólares por parte de los ahorristas no es un accidente sino que será, en adelante, una tendencia a profundizarse.