Impuesto a la vivienda vacía: alerta por el impacto que tendría en el precio de los alquileres
El impulso de un impuesto a la vivienda vacía para hacerle frente a la baja oferta de las propiedades en alquiler viene generando controversias desde febrero.
Uno de los motivos que dan puntapié a este debate surge de la misma definición que el Instituto de Vivienda de la Ciudad le otorga a este concepto: se trata de "aquellos inmuebles de tipo residencial que registran un consumo eléctrico anual inferior al mínimo indispensable considerado para su uso permanente".
Eso significa por debajo de los 50 kilovatios hora por mes. Traducido: alcanzaría con encender una lámpara de bajo consumo todo el día para "esquivar" este impuesto.
En adición, esta descripción deja puntos grises, cálculos que hacen agua, porque ¿cuántas propiedades están sin habitar por asuntos judiciales, como sucesiones? ¿Y las que se encuentran a la venta? ¿O en refacción para que puedan ser habitadas? Qué pasaría con una persona que vive en la provincia, pero quiere tener, quizá por comodidad, un inmueble en CABA, ¿también se la consideraría como vivienda vacía u ociosa?
Un impuesto que no ataca el problema de los alquileres de raíz
Al menos por ahora, todo indica que se trata de una medida poco simpática para quien pretenda dar o tener acceso a una vivienda. "El mercado tiene que regirse por sus propias leyes y se deben premiar o beneficiar ciertas acciones con el fin de incentivar a quien las cumpla", destaca Matías Chirom, director general Baigún Operaciones Inmobiliarias.
En esa línea, Carlos Spina, presidente de la Asociación Empresarios de la Vivienda (AEV), sostiene que "si bien esto no restringe la libertad de las personas, el derecho a un inmueble es constitucional (Art. 14.° Bis); no se puede pretender que eso sea satisfecho desde el bolsillo de otro ciudadano".
Existe una situación ideal para el propietario que tiene un inmueble con fines rentables: que el precio de la vivienda no quede desfasado por la inflación y que, quien lo habite, pueda abonar en término sin que eso implique un inconveniente. Con esta puesta en escena, parecería que el problema de raíz es otro y no se lo está atacando desde su origen.
En definitiva, toda acción debe incentivar la construcción de inmuebles para facilitar el alquiler o venta. En otras oportunidades, quedó comprobado que los impuestos no benefician a los trabajadores, solo alientan a que el mercado se vuelva más complejo para resolver operaciones.
Asimismo, según algunos especialistas consultados, el foco tendría que estar puesto en cómo aumentar el poder adquisitivo de la gente, reducir la inflación y mejorar el contexto.
Y se lo puede ejemplificar de la siguiente manera: si una persona compra un departamento por el cual paga todos los impuestos correspondientes, puede decidir si lo quiere alquilar, de la misma manera que quien tiene un campo o un auto en desuso puede optar respecto de qué hacer con sus bienes.
El impacto del impuesto en el mercado de alquileres
Según los factores analizados, establecer un impuesto a las viviendas vacías podría, sin demasiado esfuerzo, agudizar la crisis del sector en relación con los alquileres residenciales.
De acuerdo con Carlos Spina, "con las rentas tan bajas, el problema viene por otro lado: cuán débil está la demanda en términos de poder adquisitivo. Ninguna de estas decisiones resulta atractiva para que haya nuevas obras de construcción volcadas a la renta".
Así las cosas, con una nueva Ley de Alquileres que ya dejó en evidencia el descontento de locadores y locatarios, ¿qué consecuencias podría sumar esta nueva medida?
- Más regulaciones en el mercado
- Menos transparencia
- Problemas en el control
- Menor cantidad de inversiones extranjeras y locales para la compra de inmuebles
- Exceso de oferta de propiedades a la venta
- Fuerte caída del valor del metro cuadrado
Es probable que se trate de una ley que tendría que ser pensada con todos los actores en la mesa. De implementarse, como ya se abordó, quien alquile podría verse afectado por un salario bajo que no lo acompañe, un aumento anual complicado de afrontar y una cantidad reducida de unidades en oferta.
El mismo topetazo, aunque por con argumentos disímiles, lo padecería el propietario, con rentabilidades que tiendan a ser muy bajas.
Sobra incertidumbre, está claro. Si bien resulta prioritario incentivar el acceso a la vivienda, ¿es a través de un impuesto la mejor receta? Habría que generar beneficios que aumenten la oferta de inmuebles y la seguridad para propietarios e inquilinos.