La clase media deja de "tarjetear": cae el pago con crédito y las de débito ganan terreno
Al momento de realizar una compra o consumo, la clase media argentina limita cada vez más el uso de los plásticos. De hecho, pese a la inflación –que en 2021 fue de 50,9% y la expectativa del mercado para este año se ubica en torno al 55%– y la facilidad de los planes del Gobierno para financiarse en cuotas y a tasa fija, el consumo con tarjetas de crédito está bajando.
Puntualmente, según el Informe Monetario del Banco Central, la financiación con tarjetas viene de caer un 2% (sin estacionalidad) y un 12% interanual.
¿Pero cómo se explica que los consumos con tarjeta de crédito estén bajando a pesar de que planes como Ahora 12 ofrecen la posibilidad de financiarse hasta en 24 cuotas a tasa fija?
Incluso con los cambios del 31 de enero, el programa sigue permitiendo adquirir una amplia gama de productos –desde tecnología y electrodomésticos, hasta indumentaria– a tasas reales negativas, teniendo en cuenta que la tasa nominal máxima es de 36% muy por debajo de la inflación proyectada.
Más allá de los estímulos al consumo, entre 2019 y 2021 la utilización de las tarjetas de crédito cayó 12 puntos porcentuales en montos reales, y 10 pp en cantidad de operaciones, según un estudio de BBVA Research. Mientras tanto, las tarjetas de débito han ido ganando terreno.
Las tarjetas de débito ganan terreno
"Del lado del consumidor, al momento de elegir un medio de pago que no sea el efectivo la creciente preferencia por el uso de las tarjetas de débito, está explicada en parte porque, primero no todo cliente con tarjeta de débito califica para una tarjeta de crédito; segundo no todas las transacciones o comercios aceptan el pago con tarjetas de crédito; y, paradójicamente, en menor medida por el mismo efecto inflacionario. "Si no tengo tarjeta de crédito lo lógico es deshacerse de los pesos’", comenta Marcos Dal Bianco, economista Jefe de BBVA Argentina.
De hecho, comparando 2022 y 2021, sólo en la primera semana de enero el gasto total con tarjetas de crédito cayó 4% en términos reales, en comparación con el aumento de 11% de las de débito.
En este contexto, la tendencia tampoco es alentadora. En BBVA estiman que el consumo –que representa alrededor del 66% de la economía– se expandirá alrededor del 3% este año, y no alcanzará para recuperar los niveles de 2019.
Por qué la clase media usa menos la tarjeta de crédito
Según Dal Bianco, ese bajo crecimiento se explica básicamente por dos motivos: escaso dinamismo del mercado laboral y el efecto de la alta inflación sobre los salarios.
"Por un lado, el mercado laboral se recupera a un ritmo muy lento y, por otro, a los ingresos les está costando seguirle el ritmo a la inflación. Para 2022 esperamos que el desempleo se mantenga en 9%. Al ver por tipo de empleo, el privado registrado todavía se mantiene por debajo del nivel pre-pandemia. En 2022 al salario le seguirá costando seguirle el ritmo a la inflación, ya que proyectamos que la misma permanecerá elevada, en torno a 55% anual. Además, probablemente tendrá lugar una corrección de las tarifas de energía y transporte, que también disminuirá la capacidad de consumo", señala.
"Nuestro escenario base contempla un desempeño relativamente débil de la economía en los próximos años en vista de los desafiantes desequilibrios macroeconómicos que deben abordarse en medio de una situación socioeconómica delicada", resume Dal Bianco.
Bancos no aumentan los límtes de las tarjetas
Otro informe de First Capital Group concluye que en 2021 las tarjetas de crédito quedaron cuartas entre las opciones favoritas de financiación, por debajo de los créditos prendarios, personales y comerciales.
Según Guillermo Barbero, socio de First Capital, las cuotas son precisamente uno de los factores que explican la caída de los consumos con tarjeta de crédito.
"Desde que empezó la pandemia, los bancos están muy prudentes a la hora de ampliar los límites de crédito. No hay que olvidarse de que hay amplios sectores de la población con ingresos formales que han quedado perjudicados por la pandemia. Todo lo que es gastronomía, hotelería, turismo, durante muchos meses de 2020 no pudieron trabajar. Y en 2021 tuvimos idas y vueltas, altas y bajas, entonces los bancos que tradicionalmente habilitaban mayores límites de crédito para poder usar las tarjetas, este último tiempo han sido más prudentes y no han ampliado los límites en forma masiva", afirma.
Entonces, a medida que las personas toman cuotas, por ejemplo, para comprar un electrodoméstico, se reduce el límite para hacer consumos. Al no ampliarse el cupo de crédito por parte del banco, dice Barbero, las personas deben dejar de hacer otras compras que tenían reservada para la tarjeta de crédito.
A diferencia del estacamiento de los consumos con tarjeta, los créditos prendarios están viviendo un boom.
"Tal vez hay gente que esto no le afecta porque tiene varias tarjetas y tiene un límite de compras amplio, pero para un segmento de la población que estaba muy cerca del límite de crédito para su consumo, obviamente, subieron los precios, no le subió el límite de crédito, tuvo que empezar a comprar menos cosas con tarjeta. Individualmente vas a tener montones de casos que están fuera de esta lógica, pero en lo global se aprecia", explica y agrega que la situación podría mejorar este 2022, a medida que se normaliza la actividad.
Los créditos prendarios, en auge
En contraste con el estancamiento del plástico, los créditos prendarios están viviendo un boom. Según el informe de First Capital, en enero la cartera de créditos prendarios creció 123,2% ($250.822 millones) respecto a 2021 ($112.372 millones).
"Ante la imposibilidad de comprar dólares o tener algún otro tipo de ahorro, mucha gente se volcó a comprar vehículos nuevos o usados, que si uno evalúa hoy el precio de los vehículos en dólares, están más económicos que hace tres años, a raíz de la brecha (cambiaria)", comenta Barbero.
Los créditos personales también experimentaron un crecimiento el año pasado, pero se explica más por un efecto base luego de que se desplomaran en 2020.
Desde mediados del 2021, la morosidad –que en octubre se ubicó en 4,7% para la categoría Familias– está estancada en valores relativamente bajos en términos históricos, dijo Dal Bianco. En marzo del año pasado los niveles de irregularidad habían comenzado a subir, luego de que el Banco Central endureciera los criterios de clasificación de deudores (flexibilizados por la pandemia), pero en el segundo semestre se estabilizaron.