El arma de Guzmán para acordar con el FMI: ya recauda un 16% más de impuestos que antes de la pandemia
La recaudación impositiva de febrero marcó un punto de inflexión que le permite a Martín Guzmán mostrarle al staff de economistas del Fondo Monetario Internacional uno de los pocos datos positivos de la economía argentina.
Y, sobre todo, uno de sus argumentos más fuertes para argumentar que está en condiciones de reducir el déficit fiscal hasta llevarlo a un nivel de 2,5%, algo que en las últimas semanas muchos economistas locales han puesto en duda.
Ocurre que, si bien durante todo el año pasado la recaudación evolucionó por encima de la inflación, se trataba de un efecto que se daba por descartado, dado que la base de comparación era inusualmente baja, por tratarse del período de la cuarentena, durante el cual se había desplomado el pago de impuestos.
Es por eso que la comparación más relevante era con la recaudación de 2019, el último año prepandémico, y cuando se hacía esa comparación, ya los números no mostraban una variación tan positiva.
Sin embargo, conforme empezó a recuperarse la economía, con mayor aporte del IVA -un indicador clásico de mayor consumo- y, por cierto, con el invalorable aporte de las retenciones a las exportaciones agrícolas, el ingreso a las arcas de AFIP empezó a mostrar una recuperación incluso depurada del "efecto Covid".
En los recientes datos tributarios de febrero, ese rebote se confirma: la recaudación, en términos reales, es un 7,6% más alta que el año pasado, si se considera que el aumento nominal de 62,8% que midió la AFIP se debe contraponer a una inflación de 51,3% transcurrida en el mismo período.
Y, si la comparación se hace contra lo recaudado en febrero de 2020 -el último mes antes del estallido global de la pandemia y la aplicación de medidas de cuarentena-, entonces la diferencia se hace más importante: el incremento de la recaudación alcanza al 147%, mientras que la inflación acumulada en dos años fue del 112%. Traducido a números reales, las arcas de la AFIP tienen ahora un 16% más de recursos que el que contaban hace dos años.
Una nueva "torta" tributaria
Pero cuando se pone la lupa sobre la forma en que están conformados ahora los aportes fiscales, se obtienen pistas sobre los cambios que sufrió la economía en este período de emergencias.
Lo primero que salta a los ojos es el aumento de la incidencia de las retenciones a la exportación. Hace dos años, ese rubro era de menor importancia, representando apenas un 4% del total del dinero que ingresaba a la AFIP. Pero eso cambió drásticamente el año pasado: primero, naturalmente, por la nueva suba de retenciones que dispuso el Gobierno ni bien asumió, pero sobre todo por el boom de los commodities agrícolas, que ya empezó a insinuarse el verano pasado.
Es así que ahora, con una soja por encima de los u$s600, el aporte fiscal de la exportación es de 9,4% del ingreso impositivo. En los cálculos iniciales de los economistas, este rubro era candidato a perder relevancia este año, ya que se esperaba que los precios tuvieran una disminución respecto del pico alcanzado a mediados de 2021, y además porque los reveses climáticos habían obligado a revisar a la baja las cifras de producción, con un recorte de más de 20%.
Sin embargo, el escenario geopolítico cambió todo: con la disparada de los precios -una consecuencia de la guerra en Ucrania- ahora otra vez volvió el optimismo sobre las exportaciones. Es así que los analistas que hace dos meses pensaban que el complejo agroexportador aportaría u$s10.000 millones en el año, ya están subiendo un 10% su previsión.
Lo cual implicará, por ende, una suba en el aporte fiscal por las retenciones a la exportación.
El IVA, a la espera del despegue
En cuanto a los demás rubros importantes de la recaudación tributaria, el que sigue retrasado es el IVA, un indicador por excelencia de la actividad económica y del consumo a nivel doméstico.
Si se mira la composición de la recaudación tributaria de hace dos años, el IVA de la DGI, vinculado a la actividad comercial, representaba un 22%, mientras que ahora es un 18,6% del total. Y el otro IVA, el que ingresa por la Aduana, que en 2020 significaba un 8,4% del total, ahora representa un 11%.
En otras palabras, el rubro que viene más retrasado en la recuperación de la economía es el consumo, algo que desvela al Gobierno, que quiere congraciarse con el sector social que más sintió el golpe económico de la pandemia.
En cambio, a pesar de las protestas de los importadores por las trabas del Banco Central, el IVA vinculado a las compras del exterior ha mostrado un incremento en términos reales, no solamente respecto de hace un año sino también en la comparación con la situación pre-cuarentena.
En ese aspecto, la expectativa de los funcionarios del equipo económico es que haya en los próximos meses una recuperación del IVA ligado al comercio interno. La explicación oficial brindada por la AFIP es que el aumento interanual nominal de 55,2% -un incremento de apenas 2% en términos reales- obedeció a una cuestión de calendario tributario.
Más concretamente, a la adhesión excepcional a planes de pago y mayores compensaciones realizadas hacia otros impuestos. Aclara que, cuando esos factores se dejan fuera del análisis, entonces la variación del IVA resulta mayor, aunque no aclara en qué medida.
El impuesto a las Ganancias, por su parte, es un impuesto que ha demostrado cierta estabilidad, con pocas variantes en su peso total sobre la recaudación, que se mantiene en torno del 20%.
¿Alcanza para llegar a la meta?
El gran interrogante es si, a pesar de los números positivos que está exhibiendo la AFIP en el inicio del año, eso será suficiente como para convencer al Fondo Monetario y al propio mercado argentino de que la meta comprometida -un déficit fiscal primario de 2,5%- será cumplible.
En torno a ese punto giró la dura discusión sobre las tarifas de los servicios públicos, en el cual las partes cortaron la diferencia: había analistas que afirmaban que sería necesario subir un 90% las tarifas, como consecuencia de los nuevos precios energéticos disparados por la guerra en Europa. Pero del otro lado del mostrador se había planteado un nivel de aumento del 20%.
De manera que la "fórmula Massa" que toma en consideración el coeficiente de variación salarial del año pasado lleva a un punto intermedio, con un incremento que terminará siendo de 42% en términos nominales.
Aun así, la meta fiscal no es sencilla. Por caso, un reporte de Ecolatina indica que, incluso si se mantuviera incambiado en términos reales el monto de los subsidios, el déficit se ubicaría en 2,7%. Pero eso implica varios supuestos de difícil cumplimiento: el primero, claro está, es que los subsidios energéticos no suban; y el segundo es que haya recursos que permitan compensar esa diferencia, lo cual fue seriamente puesto en duda por el excesivo optimismo oficial sobre los dólares que dejará la balanza comercial.
Un debate dentro del oficialismo: cómo mejorar la recaudación de la AFIP
Es en ese marco que, en la interna de la coalición gubernamental, uno de los temas de debate más intenso es cómo conseguir una mejora en la recaudación de la AFIP. Más concretamente, cómo conseguir que se pueda compensar el medio punto del PBI que el año pasado aportó el impuesto a las Grandes Fortunas.
Hubo algunas insinuaciones sobre la posibilidad de que se transformara en un impuesto permanente, pero en el Gobierno se descartó esa posibilidad porque sería fácilmente judicializable, dado que supondría una doble imposición sobre un mismo concepto, al solaparse con el impuesto a los Bienes Personales.
Pero el kirchnerismo no ha renunciado a su vocación por una reforma judicial que implique una "matriz progresiva", lo que implica que se cargue con un mayor peso a los sectores que están mostrando mayores márgenes de rentabilidad.
En ese contexto hay un candidato cantado a recibir un mayor castigo: el agro que se está beneficiando por los precios récord en productos como soja, maíz y trigo. De momento, en el oficialismo está vedado el instrumento de las retenciones móviles, que es el que algunos han propuesto, porque trae demasiadas reminiscencias sobre el gran conflicto de 2008 y que terminó en el recordado voto "no positivo" de Julio Cobos.
Las alternativas se achican, por lo tanto. Y la que parece generar consenso es la del castigo a quienes mantienen activos o dinero en el exterior por fuera del radar de la AFIP. Se estima que allí no solamente hay una gran masa imponible sino que, además, se trataría de una medida que políticamente sería coherente con el discurso kirchnerista, porque implicaría la "recuperación de los dólares fugados". Algo que, por otra parte, Cristina Kirchner había puesto como condición para apoyar un acuerdo con el FMI.