Verano caliente: alerta entre empresarios por aceleración inflacionaria ante la demora del pacto con FMI
No es habitual, pero esta última semana se dio en dos oportunidades: Martín Guzmán se encontró con ejecutivos de las empresas más grandes del país. En una de ellas, incluso, se sumaron Matías Kulfas y Roberto Feletti, quien a su vez mantuvo un diálogo fluido con los empresarios en medio de la negociación del programa Precios Cuidados.
Hubo dos temas que sobresalieron en la nutrida agenda económica y política de la Argentina: por un lado, la avalancha de contagios de Covid tras la explosión de la variante Ómicron, que afecta a las compañías y terminará impactando en la actividad económica.
El segundo tema es la inflación. En distintos sectores se nota una aceleración en los aumentos de precios, en una economía que ya venía viajando con una inflación al 50% interanual.
El planteo de los empresarios no se corre de la lógica: sin un acuerdo con el FMI se corre un serio riesgo de que se quiebren los débiles marcos sobre los que se apoya la economía. Dicho de otra forma: se necesita un ancla poderoso para que las ya lesionadas expectativas no se terminen derrumbando y la situación se espiralice.
Miguel Pesce también participó la última semana de algunos encuentros con empresarios. El titular del Banco Central es centro de las miradas de los ejecutivos. Es el funcionario que tiene la llave para acceder a los dólares.
Un reconocido consultor mostró en la última semana un dato que asombró a los empresarios: el volumen del mercado cambiario cayó, algunas jornadas, a un mínimo de apenas u$s150 millones. Un mes atrás, ese volumen llegó a los u$s750 millones diarios, y venía mostrando un volumen promedio de u$s400 millones en las últimas semanas.
El dato ilustra con toda la potencia los límites que tiene la economía argentina: sin importaciones, la recuperación de la actividad se quedaría sin combustible para transformar ese rebote en crecimiento de más largo alcance.
Un miembro del equipo económico, en diálogo con iProfesional, admite los desafíos que enfrenta el Gobierno.
"Los formadores de precios nos advierten que no hay certidumbre sobre el futuro inmediato. Argumentan que no saben si van a tener dólares para traer los insumos. O si podremos sostener la brecha cambiaria sin una devaluación. Los entiendo. Es cada vez más difícil convencerlos de que el crecimiento va a continuar y que no habrá sobresaltos", se sincera el funcionario.
La clave, para los ejecutivos, está en el demorado acuerdo con el Fondo Monetario.
Para los ejecutivos, el pacto sería "ordenador" de las expectativas. Lo mismo cree, en la intimidad, el propio Guzmán.
Todavía hay muchas variables críticas de la economía en el aire, que requieren de ese ordenamiento para empezar a marcar el rumbo hacia un escenario sostenible y estable, que permita aquel objetivo de salarios pujantes sin que eso lleve a un desmadre en el corto alcance.
Precios de los alimentos, la punta del iceberg
El final del 2021 dio una muestra de lo que puede suceder si no se alinean las expectativas. El año terminó con una fuerte suba en los precios de los alimentos y en una presión adicional sobre el tipo de cambio.
No se trata únicamente de sectores sensibles, como los alimentos, sobre el cual el Gobierno tiene puesta una lupa desde hace tiempo, y ni así logra encauzar el escenario inflacionario.
A esta altura del año, las compañías trazan sus proyecciones anuales. No sólo de acuerdo al tipo de cambio, las tasas de interés o la inflación esperada. Contratan a consultoras que les van dando un panorama sobre el escenario general.
Hay cuestiones puntuales: como la disponibilidad de energía. O el costo de las tarifas para el primer semestre. También la estimación de los salarios. Pero hoy en día, el problema principal pasa por si habrá o no dólares disponibles en el Banco Central.
Si la creencia de los ejecutivos es que la Argentina se encamina hacia otra crisis, entonces tratan de anticiparse a ese golpe.
Es lo que el Gobierno percibió en las últimas semanas. Y por ese motivo Guzmán y parte del gabinete económico aceitaron los vínculos con las empresas líderes.
Los precios de los alimentos no dan tregua: la aceleración inflacionaria se siente a pesar de los acuerdos y de algunas restricciones, como la prohibición de exportar carnes. A lo largo del año pasado, el costo de la "mesa familiar" se encareció por encima del resto. Y diciembre no fue la excepción.
Más bien todo lo contrario: las distintas consultoras dan cuenta de una inflación de alimentos que el mes pasado -por efecto de las fiestas de fin de año- estuvo cerca del récord del año.
Eco Go, una consultora que semanalmente coteja la evolución de los precios "online", midió que los alimentos y bebidas subieron 4,3% el mes pasado contra 3,5% de la inflación mensual.
Según una encuesta informal armada en Comercio Interior sobre la base de 1.728 productos que no forman parte de "Precios Cuidados" dio que los alimentos vienen con alzas mensuales promedio del 3%. Pero que hay casos con incrementos de hasta 19% o 20%.
El temor de los funcionarios es que este fenómeno que arrancó como hechos muy puntuales se extienda y desemboque en una espiralización inflacionaria.
Para atemperar los ánimos, el Gobierno convocó a los ejecutivos a sabiendas de que ese paso no alcanza para enfrentar los desafíos de este flamante 2022.
Mientras tanto, la pregunta que se formulan los interlocutores es si los funcionarios podrán gestionar la realidad para evitar otra crisis. Todavía no hay respuestas a esa incógnita.