Los 3 "no" del FMI que eclipsan el acuerdo, mientras se acerca una avalancha de vencimientos
El camino hacia el acuerdo con el FMI no luce allanado. Al contrario, tiene más pozos de los que -ahora- el Gobierno quisiera. Los tiempos se acortan, el Banco Central ya no tiene reservas suficientes para completar los pagos de acá hasta marzo, pero tampoco hay certezas del momento exacto de la firma.
La cuestión inquieta a Alberto Fernández. Al Presidente le preocupa la posible volatilidad cambiaria que podría provocar esta incertidumbre, justo en el inicio de año en el que la Casa Rosada pensaba transmitir un mensaje de estabilidad y confianza a empresarios y sindicatos.
De hecho, de eso se hablará hoy mismo, cuando Martín Guzmán sea el anfitrión de varios número uno de empresas líderes de la alimentación. Será en momento clave con ese sector: dentro de 72 horas vence el congelamiento de precios anunciado por Roberto Feletti apenas asumió como secretario de Comercio, en octubre último.
En ese almuerzo estarán Feletti y también Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo.
Ahí se hablará del tema precios, pero también de las negociaciones con el FMI. Una especie de anticipo del encuentro que el ministro de Economía protagonizará mañana miércoles con gobernadores, empresarios y sindicalistas.
Los gobernadores de Juntos (Jujuy, Corrientes, Mendoza y el jefe de Gobierno porteño) ya anticiparon que no irán a esa reunión. Pero está claro que el Gobierno quiere darle toda la entidad posible a estos encuentros.
Guzmán se juntará con los jefes de bloques parlamentarios dentro de una semana, con el único objetivo de detallar el alcance de las negociaciones con Washington.
Alberto Fernández está convencido de que, a esta altura, la negociación con el Fondo Monetario se juega principalmente en el terreno político. Y que, en los hechos, advierte que las principales objeciones que está planteando el organismo van en ese sentido. Que así como el préstamo del FMI al gobierno de Mauricio Macri se decidió por cuestiones políticas, la demora actual también hay que interpretarla en esa línea.
Cristina Kirchner lo dijo con todas las letras tres semanas atrás, durante el acto por los 38 años de democracia. "En el 89, el FMI con presiones le soltó la mano al gobierno de Alfonsín y no pudo terminar su mandato", dijo la ex Presidenta en la Plaza de Mayo frente al jefe de Estado, Lula y Pepe Mujica.
Y siguió con la enumeración: "En el 2001, a otro presidente radical el FMI le soltó la mano y vino la crisis de 2001 con cinco presidentes en un día".
La postura de CFK hay que volver a tomarla en cuenta ahora, cuando el Gobierno tomó nota de las últimas negativas del FMI para cerrar trato.
"Al que no se la soltaron fue al que vino después que nosotros, a ese le pusieron toda la tarasca, 57.000 millones de dólares, para que pudiera ganar las elecciones", se quejó la vicepresidenta.
Los tres "no" del FMI
Desde el punto de vista técnico, ahora el Fondo se puso muy duro con el pedido de déficit fiscal al que debería llegar la Argentina este año. Los técnicos aseguran que el 3,3% prometido por Guzmán luce muy insuficiente.
El Fondo reclama un punto menos de desequilibrio; que el rojo de las cuentas públicas sea de 2,3%. A lo sumo del 2,5%.
El Gobierno está dispuesto a rebajar los subsidios económicos, que el año pasado treparon al 3,1% del PIB (entre lo que el Estado pone para las tarifas de luz y gas y otros 0,8% del PIB para mantener bajas los viajes en transporte público).
También a descongelar los precios de los combustibles, que ayudarían a mejorar la recaudación de este año, que ya no contará con el ingreso extraordinario del impuesto a las grandes fortunas.
Uno de los puntos en discusión refiere a la obra pública. Ahí la Casa Rosada resiste una rebaja. Al contrario, el Gobierno busca que la obra pública asegure la inversión del Estado en este 2022.
Como ya publicó iProfesional, Cristina Kirchner avala el acuerdo con el FMI a condición de que no haya un ajuste en las inversiones en infraestructura.
Guzmán suele repetir en público algo que ya planteó también a Kristalina Georgieva: que el acuerdo no debe interrumpir la recuperación de la actividad económica.
El ministro acaba de demostrar que es la mejor manera de sobrellevar el acuerdo: la recaudación en diciembre registró una suba de 73,6% interanual, lo que implicó un incremento del 65,9% para el total de la recaudación a lo largo del 2021. Alrededor de 13 puntos por encima de la inflación.
En simultáneo, el ministro aplicó un verdadero "ajuste" sobre las cuentas públicas, que se siente en el principal rubro del gasto público: las prestaciones sociales. Tanto las jubilaciones, pensiones, los pagos de la AUH, de las asignaciones familiares y también de la tarjeta "Alimentar" muestran un deterioro real (descontada la inflación) del 13,4% en el último año.
Las transferencias a las universidades también tienen un ajuste real, en ese caso del 4,4% interanual.
Siempre de acuerdo a los registros oficiales, las transferencias a las provincias cayeron 27%.
Los otros puntos en conflicto, donde hasta el momento el FMI planteó un "no" y pospuso las pretensiones de la Argentina fueron en los costos que le cobran al país por los créditos vigentes.
También se mantiene la negativa a alargar los plazos del "stand by", que siguen en diez años como máximo.
La negociación -se sabe- debería desembocar en un acuerdo a diez años de plazo, con cuatro años y medio de gracia.
La apuesta del Gobierno, ahora, es que un apuntalamiento político debería lubricar el acuerdo. Es lo que se necesita con urgencia, antes de que se termine el verano.
El rechazo en el Congreso del Presupuesto 2022 complicó ese tránsito, que ahora la casa Rosada intenta retomar en la cumbre con gobernadores.
¿Será la punta para desatar el nudo? ¿O para cerrar trato hará falta ceder en el punto fiscal? La respuesta, a esta hora, se sigue negociando. Mientras siguen corriendo los minutos rumbo a los (impagables) vencimientos de marzo.