La gran obsesión de Guzmán del 2022, más allá del FMI: que la inflación no pulverice a los salarios
La cuestión estuvo presente en las últimas charlas que compartieron Cristina Kirchner y Marttín Guzmán, sin intermediarios. A tal punto que -dicen quienes lo tratan en la diaria- ya forma parte de la principal obsesión del ministro, más allá de la demorada negociación con el Fondo Monetario, y que hoy en día convoca la centralidad de la administración.
Está más que claro que la obligación de Guzmán es llegar a un acuerdo con el FMI que llegue durante febrero, de forma tal que se pueda refinanciar el vencimiento de casi u$s3.000 millones de marzo.
Pero no todo es el FMI para Guzmán, sobre todo cuando encara los diálogos con la vicepresidenta.
Para Cristina K., el dato central para este 2022 que acaba de arrancar pasa por una cuestión central y objetiva: que los salarios le ganen a la inflación.
Los más memoriosos recordarán que ése era uno de los datos -junto con el índice Gini de la distribución de la riqueza- que la ex Presidenta solía mostrar como uno de los activos de su administración.
Lograr eso mismo -que los ingresos corran unos puntos por delante de los precios- no luce nada sencillo. Al menos para la mayoría de los trabajadores.
Sin embargo, parece necesario para pasar del rebote al crecimiento económico. En 2021, el rebote estuvo sostenido por el sector externo y por las inversiones de las empresas que volvieron a trabajar. Pero detrás quedó el consumo. Ahí se explica en buena parte la derrota electoral del oficialismo en septiembre y noviembre últimos.
El año pasado sólo pudieron ganar los sueldos de los trabajadores registrados, la "crema" del mercado laboral. Los informales ("en negro") quedaron 13 puntos por debajo de la inflación (51% de inflación contra 38% los dalarios), de acuerdo a los últimso registros oficiales.
Guzmán está convencido de que el acuerdo con el Fondo será ordenador de las expectativas. Se lo transmitió a CFK desde un principio; pero la estrategia política de la vicepresidenta doblegó esa visión.
Para el ministro, el hecho de que Cristina K. haya tomado distancia de la gestión es un hecho muy positivo. Pero todavía falta refrendar el acuerdo con Washington para sacar conclusiones.
Todavía hay muchas variables críticas de la economía en el aire, que requieren de ese ordenamiento para empezar a marcar el rumbo hacia un escenario sostenible y estable, que permita aquel objetivo de salarios pujantes sin que eso lleve a un desmadre en el corto alcance.
El final del 2021 dio una muestra de lo que puede suceder si no se alinean las expectativas.
La señal que dio Guzmán de que aún falta para cerrar trato con el Fondo -en el reportaje concedido al diario español El País- y los detalles de la emisión récord de diciembre alteraron a los inversores.
Sólo el mes pasado, el BCRA emitió $481.000 millones. Quiere decir que en diciembre emitió la cuarta parte de lo que había hecho en los primeros once meses del año. Nada menos.
Desde Economía aseguran que no hay que alarmarse: que se trata de la típica cuestión estacional, que se da vuelta a lo largo del primer trimestre del nuevo año. El "mercado", no obstante, quiere "ver para creer".
Llevar adelante esa tarea podría significar tomar medidas más duras que lo mostrado hasta ahora, sobre todo con el costo del dinero.
Miguel Pesce, titular del Banco Central, insistió en que el tipo de cambio dejará de retrasarse durante el año que se inicia.
Se trata de un escenario bien diferente al que acaba de finalizar: el dólar quedó 30 puntos por debajo de la inflación. Mientras que las tasas de interés fueron negativas en términos reales.
¿Cómo lograr que los ingresos de los trabajadores le ganen a la inflación en una economía que dejará atrás al tipo de cambio como ancla? Lo mismo que con las tarifas y también el precio de los combustibles.
Son tres variables clave de la economía. Lo saben bien los economistas que manejaron a la Argentina al inicio de la administración de Mauricio Macri. La devaluación y la actualización tarifaria fueron un golpe que no pudo compensar la dinámica monetaria.
La estrategia para enderezar la dinámica económica no depende de un solo factor ni de un solo instrumento.
Guzmán sabe que hará falta una gran gestión para salir adelante. De eso se trata, en definitiva, la puesta en práctica de lo que será el acuerdo con el FMI.
El ordenamiento de las cuentas fiscales -que el propio ministro cumplió a lo largo de 2021- tendrá que complementarse con una nueva política monetaria, tal como adelantó el presidente del Banco Central.
¿Incluirá esa estrategia una solución a las Leliq? Ninguna palabra oficial al respecto, nio siquiera en "off the record", a la espera de la firma con el FMI. Pero ninguna suba de la tasa de interés podrá ponerse en marcha sin un arreglo, aunque sea parcial o paulatino, de la "bola de las Leliq".
Guzmán no lo plantea directamente; tampoco Pesce. Pero está claro que el gran desafío del inicio del nuevo año será convencer a los argentinos -desde las empresas que deben decidir inversiones para atender el crecimiento de la demanda post cuarentenas hasta los pequeños inversores- de quedarse en pesos antes de pensar en la manera de dolarizar sus excedentes.
Para eso también es clave el acuerdo con Washington: multinacionales de Europa y EEUU que esperan esa señal para tomar decisiones. Sin el acuerdo en la mano, esas compañías tienen un único camino: la dolarización. Y así no se puede seguir.
Al Banco Central le quedan tan pocas reservas que no puede pensarse un país más allá de las próximas semanas, a menos que se rubrique ese acuerdo con el Fondo.
Recién a partir de ese momento podrán evaluarse las siguientes medidas que deberían servir para afianzar el crecimiento, más allá del rebote post desplome pandémico.
Será entonces el tiempo para saber si Guzmán puede cumplir con su promesa sobre los salarios y la inflación.