La hora de la verdad para el dólar: ¿más devaluación "paso a paso" o salto brusco como en 2014?
El gran interrogante entre los analistas de Wall Street y el mercado financiero local es si el 2022 el BCRA modificará la política cambiaria actual. Las opciones no son muchas: acelerar el ritmo de devaluación del peso sin subir las tasas de interés como el BCRA ha comenzado a hacer desde noviembre o un salto devaluatorio ordenado con suba de la tasa de interés para comenzar a buscar una tasa menos negativa que la actual que no convence al ahorrista a quedarse en pesos. La tasa de inflación supera el 50 % anual y por las Leliq el BCRA paga el 38 % anual.
Con respecto a la segunda de las opciones se puede citar el ejemplo de enero de 2014, cuando se registró la única devaluación fuerte del kirchnerismo desde que asumió Néstor Kirchner el 25 de mayo del 2003. El 23 de enero de 2014, el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, decidieron convalidar una fuerte devaluación del peso del 20%.
El valor del dólar oficial pasó de $6,80 a $8,10. La decisión se debatía desde hacía varias semanas, pero ambos funcionarios no pensaban igual. Kicillof no quería devaluar ni subir las tasas de interés y Fábrega y parte del directorio del BCRA, el vicepresidente era el actual presidente del BCRA Miguel Angel Pesce, opinaban lo contrario.
El del 2014 no fue un verano cualquiera el mercado cambiario estaba complicado. Ese miércoles 22 de enero desde la mesa de dinero del BCRA dieron la orden: "Ya llegamos al techo, hay que vender. Tenemos que demostrar que nosotros somos los que mandamos". La indicación partió a las 12.20 hs, mientras el directorio del Central decidía si subía las tasas de interés.
El ministro de Economía Axel Kicillof estaba adentro de del edificio de Reconquista 266 tratando de frenar la intención firme del presidente del BCRA Juan Carlos Fábrega de devaluar el peso y comenzar a subir las tasas, y de manera sustancial, como condición imprescindible para demostrar que había un plan para reducir los pesos en el mercado y comenzar a controlar la inflación.
Luego al llegar a la sede del ministerio de Economía se enteró por un llamado que la presidenta Cristina de Fernández de Kirchner avalaba la idea de Fábrega, de comenzar a subir las tasas de interés y a obligar a Kicillof el primer paso para la devaluación tan temida que se resistía a hacer. La mayor devaluación en la historia del kirchnerismo.
Finalmente, Kicillof aceptó las órdenes y el dólar cerró ese miércoles con una suba del 9,5%, pasando de los $ 6,52 a los $ 7,14 pesos. Luego al otro día hubo otra suba para llegar a los 8,10. El segundo de Fábrega, el vicepresidente del BCRA, era Miguel Angel Pesce, el actual presidente. Hoy enfrenta un problema parecido.
Desde muy temprano la tasa de call money (el precio de préstamos entre bancos) llegó al 15% anual contra el 12,5% del miércoles, buscando mayor demanda de pesos entre las entidades y que, pronto, se trasladara al público y a los pedidos de dinero de las empresas a los bancos. Devaluar, subir tasas de interés para absorber pesos fueron las herramientas disponibles.
Si se compara aquel contexto económico financiero y social con el actual se puede decir que la situación era mejor en ese momento. La inflación era del 25 por ciento anual, las reservas líquidas netas del Central en enero de ese año superaban los u$s13.000 millones. De acuerdo a un informe de la consultora de Fernando Marull, la brecha cambiaria era superior al 40% frente al 100% de ahora. Había un tipo de cambio oficial real que a los valores de hoy valores de hoy sería de unos $80 y un contado con liquidación (CCL) que ajustado seria hoy de unos $115.
En la actualidad, el tipo de cambio oficial real es $100, mientras que el CCL promedio está $220 y la brecha es superior al 100%. La situación fiscal también era mejor a fines de 2013, cuando el déficit primario era menor a 1,8% y actualmente está en torno al 4%. Hay que recordar también que en esa fecha el cupo para comprar dólares oficiales era más alto y estaba menos restringido que los 200 dólares por mes de ahora que se pueden comprar por el sistema de dólar ahorro. La hoja del balance del Banco Central también era mejor, no se pagaban tantos intereses por las letras y los pases como ahora y no había tantas restricciones a las importaciones. No sobraban tantos pesos como ahora que no pueden salir a ningún lado por el cepo.
Por otro lado, hay variables actuales que son mejores que las del 2014. De acuerdo a la opinión de varios analistas el tipo de cambio oficial no está tan atrasado y actualmente hay un importante superávit de la balanza comercial, el más alto de los últimos años gracias a los mejores precios de las commodities. También hay se redujeron las compras de dólar ahorro, por la caída del turismo al exterior y se redujeron las importaciones de energía.
Todo se fue deteriorando a partir de mediados de 2014 y durante 2015. Pero lo más importante es que la Argentina no tenía deuda con el FMI ni ningún tipo de acuerdo que pudiera condicionar su política económica como el actual. En los meses previos a fines de 2013, además, la devaluación del peso ya se había acelerado y fue de 4% en noviembre y de 6% en diciembre, mientras que, en la actualidad, desde que comenzó el año, el Banco Central mantuvo una estrategia de devaluar al 1% mensual, con niveles de inflación arriba del 3% y en noviembre la devaluación llegó al 2,5 por ciento mensual.
El economista Salvador Di Stefano explica que "el cepo de ahora es más duro y por eso la brecha llegó al 120%, mientras que con las restricciones anteriores llego a un pico fue de 80%" con un dólar oficial de 9,60 pesos y otro paralelo de 15 pesos en diciembre de 2015 al final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Dólar. cuánto debería subir, según expertos
La mayoría de los analistas consultados por iProfesional opina que haría falta una devaluación del peso de entre un 20% a un con 30% durante el verano, ya sea por inacción del Banco Central o por mala praxis del crawling peg mensual controlada o acelerada con un fuerte salto devaluatorio como ocurrió en enero de 2014.
El problema siempre es que haya una devaluación ésta tiene que estar acompañada por una suba en la tasa de interés para que haya incentivo por quedarse en pesos. En caso de que haya expectativa de que cada mes subirá el tipo de cambio y la tasa de interés no suba habrá un mayor incentivo para dolarizarse.
Eso fue lo que ocurrió a fines de 2013, cuando luego de las elecciones de medio término que ganó la oposición el Gobierno buscó corregir el atraso del dólar con tasas de interés negativas. Eso empeoró todo e hizo subir la demanda de divisas, entonces terminaron devaluando más fuerte. Luego Fábrega aplicó una suba de la tasa de interés y comenzó a colocar Lebac a particulares. Las opciones alternativas son aplicar una suba mayor mensual del dólar oficial acompañado de un aumento en la tasa de interés o un fuerte salto cambiario.
En todo 2021, la emisión monetaria para financiar al Tesoro se ubicará en torno a 1,4 billones de pesos, prácticamente el equivalente al déficit fiscal primario del año que se estima en unos 1,5 billones de pesos y otro tanto se emitirá por los intereses de las LELIQ: o sea, una emisión bruta total de 2,8 billones.
El mecanismo de absorber pesos con LELIQ no puede parar con el financiamiento del BCRA al Tesoro. Por lo tanto, no hay que descartar movimientos al alza en los dólares alternativos durante el verano considerando que los actuales 200 pesos en el mercado libre son un valor históricamente alto en términos reales.
La baja en la inflación de noviembre (2,5%) es probable que no se repita en diciembre. Este mes, de acuerdo a las estimaciones de algunas consultoras, estará cerca del 3 por ciento. Por lo tanto si el BCRA aumenta el tipo de cambio oficial un 2,5 % mensual se puede seguir quedando corto. De los últimos 50 meses, en 30 los precios minoristas subieron 3% mensual o más: es una tendencia marcada.
En este contexto, está latente algún proceso de suba gradual de la tasa de interés de referencia (LELIQ) y de la tasa pasiva mínima que pagan los bancos a los plazos fijos. Con una medida de este tipo se buscaría que la tasa de interés se acerque más al valor de la inflación anualizada cercana al 50 por ciento frente a una tasa interés promedio del 38 por ciento. Pero habrá que analizar el impacto de una suba de tasas sobre el déficit cuasifiscal del BCRA.