A 20 años del viernes negro que derivó en el corralito: ¿es diferente la crisis actual con la del 2001?
Las declaraciones del funcionario del FMI fueron contundentes. "Está claro que la mezcla de política fiscal, deuda y el actual régimen cambiarlo no va más. El problema está en la Argentina y la solución también, pero el FMI está listo para ayudar" sostuvo.
"El triunfo de la oposición en las recientes elecciones legislativas ha dejado a su Gobierno en clara desventaja y es necesario un acuerdo para evitar los problemas en el mercado cambiario ante la fuerte salida de dólares de los últimos meses", continúo explicando el funcionario del organismo internacional al ministro de Economía.
Cualquier parecido con realidad es solo pura coincidencia. El funcionario del FMI que hizo esas declaraciones ya no trabaja allí. La frase era de Thomas Reichman, el entonces jefe de los auditores del FMI en los últimos días de noviembre de 2001. Quien lo escuchaba era el ministro de Economía Domingo Cavallo 20 años atrás.
El 14 de octubre del 2001 el gobierno de la Alianza de Fernando De la Rúa perdía las elecciones legislativas frente al Partido Justicialista. Pocos días después, el 30 de noviembre se conocían los principales lineamientos del paquete que marcaría el golpe de gracia al gobierno y al Plan de Convertibilidad. Un matutino daba la primicia en tapa. "El Gobierno prepara un corralito para los depósitos".
"No hay nada decidido, pero la gente tiene que estar tranquila porque todo lo que hagamos será para preservar los ahorros y la convertibilidad, para preservar el uno a uno", alcanzó a expresar Cavallo el viernes a la noche luego de un día de furia, que marcó una nueva caída de u$s 700 millones en los depósitos y llevó el riesgo país a 3.341 puntos básicos, la tasa interbancaria al 700%, y, por primera vez en 10 años, corrió el dólar "paralelo" hasta colocarlo en $1,30 en la city porteña.
Luego de la salida de unos u$s 18.000 millones de los depósitos registrada desde enero de 2001. Entre el 28 y el 30 de diciembre se habían fugado más de u$s 3.500 millones. Cavallo decidió que era el momento adecuado para frenar la salida de dólares del sistema financiero. Se quería evitar un quiebre masivo del sistema financiero si caía el banco nacional privado más grande relata el periodista Martin Kanenguiser en su libro "El Fin de la Ilusión".
El famoso corralito que dejaba a los argentinos sin poder sacar sus depósitos de los bancos, que llegaban a unos u$s 50.000 millones de dólares, era una realidad. El Plan de Convertibilidad instrumentado en abril de 1991 padecía sus últimos días.
En ese momento era lo mismo tener depositados dólares o pesos porque había convertibilidad y un dólar valía un peso. Hoy un dólar vale más de 200 pesos y hay más depósitos en pesos que en dólares. Había un solo tipo de cambio. Hoy hay uno oficial a 100 pesos y por lo menos 16 variantes cuyo máximo valor llega a los 215 pesos.
Hoy la escasez de dólares, como ocurría en el 2001, es el principal problema del Gobierno para poder transitar sus dos próximos años de gestión. De cómo se resuelva la renegociación con el FMI dependerá la posibilidad de sostener el fuerte repunte de la economía de este año y mejorar en los próximos dos años.
¿Es comparable esta situación con la de fines de 2001?
En lo político el resultado de las elecciones legislativas del 14 de noviembre no fue para la oposición un triunfo tan contundente como lo fue el del 2001 en el que triunfó el Partido Justicialista. El Frente de Todos mejoró su porcentaje respecto a las PASO. Pero Juntos ganó la elección.
Con relación a la economía el nivel de actividad se aceleró en los últimos meses y se estima una suba de más del 11 % del PBI para este año. Esto dejaría atrás la caída de la pandemia. Pero mantener la mejora en 2022 es una historia bien diferente.
Los datos muestran el panorama complicado. La inflación interanual supera 52% y la pobreza alcanza a 40% de la población —crece a 54% entre los menores de 14 años—, con una tasa de desempleo de 9.6% y, aunque la economía muestra signos de recuperación.
En el 2001 la situación era muy distinta. La Argentina estaba en recesión desde fines de 1998 y casi asfixiada con la devaluación brasileña de 1999 y enfrentaba vencimientos en el año 2002 de u$s 13.000 millones solamente con los organismos multilaterales de crédito en particular el FMI.
Los vencimientos de deuda con los organismos financieros internacionales son casi impagables como en aquel periodo. En particular al FMI se le deben unos u$s44.500 millones desde ahora hasta mediados del 2024. En tanto que la deuda reestructurada con el sector privado se empezará a pagar recién en el 2025. Esto implica un gran alivio a diferencia del 2001 en el que el país entró en default y salió recién en el Gobierno de Néstor Kirchner con el canje de deuda I del 2005.
Cuando el país declaró el default en 2001 al salir de la convertibilidad, la deuda pública nacional era del 140 % del PIB. La presión fiscal consolidada (Nación más provincias) rondaba el 20 % y el gasto público total, el 25% del PIB. En 2021 la deuda pública total representa un 80% del PBI, en tanto, la presión fiscal llega al 35% del PIB y el gasto consolidado al 40%, con un déficit primario total del 6,5%.
Había un déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos, con salida de capitales y default de la deuda pública que hoy no se observa. En 2001 y 2002, el esquema monetario y cambiario era rígido y con tipo de cambio fijo a diferencia del actual que es flotante, pero con un Gobierno que se niega a devaluar como en aquel entonces. Todo terminó con una corrida bancaria y un colapso financiero que causaron un fuerte impacto en la economía real y un estallido social que disparó la pobreza a más del 50 por ciento.
"En esta oportunidad, el sistema financiero está en una posición mucho mejor y soportó los embates de los últimos dos años. Además, la red de contención de la población de menores recursos permitió una mayor reacción a la parálisis actual y el escenario político dista de ser el de entonces, aunque igual habrá un crecimiento de la pobreza" manifiesta el economista Marcelo Capello de la Fundación Mediterránea.
Como en el 2001 no se sabe hasta dónde podrán aguantar las reservas del BCRA. Sugestivamente en su reciente carta la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner expresa que hasta marzo habrá vencimientos por unos 5.000 millones de dólares.
"Todos los días peleo porque la Argentina se ponga de pie, y todos los días peleo contra los que quieren ver de adentro a la Argentina arrodillada. Y no paro, y sigo, y acordamos con los acreedores privados, estamos negociando con el Fondo", expresa la vicepresidenta.
Y se pregunta: "¿La Argentina sabe que este año, de acá a fin de año, tenemos compromisos por casi 5 mil millones de dólares que afrontar con el Fondo, tomado por un gobierno que asumió ese compromiso hace dos años atrás? ¿La Argentina lo sabe? Y además me reclaman que arregle rápido. Mi modelo no está en los que mandan balas de goma a Bolivia. Mi modelo sigue siendo San Martín, Güemes y Belgrano. Nunca esperen de mí que firme algo que arruine la vida del pueblo argentino, nunca, nunca. Y espero que me entiendan, porque si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o que claudique ante un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer. Antes me voy a mi casa, porque no tendría realmente cara para entrar en esa sala si hiciera algo semejante".
La vicepresidenta se muestra a favor de cumplir con los compromisos, le otorga un aval al avance de las negociaciones y un eventual acuerdo con el FMI. Pero sin embargo no evitó condicionar su respaldo a los compromisos que se asuman: "La definición que se adopte y se apruebe puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento con inclusión social".
El Gobierno apuesta a los dólares del trigo y a los aproximadamente u$s800 millones que el BCRA le comprara a los bancos que deberán reducir del 4 al 0 por ciento su Posición Global Neta en moneda extranjera desde el 1 de diciembre próximo. La prohibición de financiar gastos en el exterior en cuotas fue otra de las señales en la misma dirección y es probable que el Gobierno deje de vender el dólar solidario subsidiado de 174 pesos en los próximos días. En octubre, de acuerdo a la información oficial, fueron 685.000 personas las que compraron u$s137 millones, solo de a 200 dólares por persona el valor de un tipo de cambio inferior al de mercado.
Es difícil entender como un BCRA con pocos dólares en sus reservas mantenga subsidios para no devaluar el peso en el mercado oficial de cambios. Los agentes económicos que compran pasajes, estadías en hoteles y gastan con tarjeta en el exterior acceden a un tipo de cambio de $175, cuando el dólar libre cotiza arriba de $200.
En octubre pasado el balance cambiario arrojó un déficit superior a los uss 500 millones por compra de pasajes y paquetes al exterior, además del pago de servicios internacionales. Es el nivel más alto desde el inicio de la pandemia y el problema es que de profundizar dramáticamente en los próximos meses por ese motivo las autoridades del BCRA adoptaron esa discutida medida el viernes pasado. Ese problema no existía a fines del 2001 porque solo había un tipo de cambio oficial.
Los dólares de las reservas internacionales del BCRA pueden alcanzar para efectuar pagos de deuda como máximo hasta marzo del 2022. Esto es porque a las reservas brutas que llegan a unos u$s 42.150 millones hay que descontarle el swap chino de unos 20.000 millones de dólares, los encajes de los depósitos que suman unos u$s 15.000 y el préstamo del Banco de Basilea por otros 3000 millones. La cifra ya está por debajo de los u$s 5.000 millones.
De ese total, habrá que pagarle u$s 1.900 millones al FMI en diciembre y otros u$s 730 millones de intereses en enero. Pero además también habrá que enfrentar vencimientos de los nuevos bonos en dólares colocados en la renegociación de la deuda del año pasado por unos u$s700 millones.
Los antecedentes no le juegan a favor al ministro Martin Guzmán como no le jugaban a favor a Domingo Cavallo en los últimos meses del 2001. El canje de septiembre de 2020 utilizado para renegociar la deuda no sólo no generó ninguno de los efectos positivos esperados, el riesgo-país supera los 1.800 puntos básicos, los bonos del canje cotizan a valores cercanos a los 30 dólares de paridad en promedio. Lo peor es que el mercado ya descuenta una nueva reestructuración de la deuda dentro de dos años justo cuando se empezarían a pagar las amortizaciones de los bonos reestructurados.
En los próximos días debe presentar su "plan económico plurianual", que deberá alinearse a las negociaciones con el Fondo. En el 2001 Cavallo no lo llegó a presentar. Guzmán tiene que jugar tal vez una de sus últimas cartas ya que deberá presentar en el Congreso de la Nación el Plan Plurianual que no será otra cosa que el Presupuesto 2022 ajustado.
El mes próximo aumenta la demanda de pesos de público y empresas, pero luego habrá que salir a absorber la "resaca" en enero y febrero. El dólar "oficial" es una historia aparte. El objetivo de evitar una devaluación brusca sigue siendo central para el equipo económico. Lograrlo no será fácil. Por un lado, requiere mantener un cepo estricto y administrar el flujo de acceso al mercado a los importadores. Pero al mismo tiempo será necesario acelerar la suba del tipo de cambio para pasar del 1% a cerca del 3% por mes, algo que en alguna medida ya está previsto en el proyecto de Presupuesto 2022.
El gran interrogante es saber cómo transitará luego de las elecciones el gobierno de Alberto Fernández los próximos dos años que restan hasta las elecciones del 2023. En el 2001 De La Rúa tuvo que abandonar el Gobierno el 20 de diciembre de 2001. Lo hizo solo 10 días después de cumplir dos años de su mandato.
El vicepresidente Carlos Chacho Álvarez que formaba parte del Frepaso había renunciado el 5 de octubre del 2000 culpando al gobierno de hechos de corrupción. En particular la reforma laboral aprobada en el Congreso donde se habrían repartido unos 5 millones de dólares a senadores del justicialismo y del radicalismo para aprobarla. En ese aspecto hay una gran diferencia. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner si bien no tiene una gran relación con el presidente Alberto Fernández es del mismo partido político y por el momento no se observa la posibilidad de una ruptura entre ambos. En caso que la hubiera en el futuro mejor no analizar lo que ocurriría.
Difícilmente la historia se repita de la misma manera. De todos modos, la comparación con la experiencia pasada es inevitable.