El Gobierno ante un diciembre caliente: relanzamiento, acuerdo de precios y contactos con Wall Street
El Gobierno marcha bajo dos realidades que lo condicionan. Una, la que le imponen los tiempos políticos: la necesidad de un lógico relanzamiento tras las elecciones de medio término, para avanzar en la nutrida agenda de los próximos dos años. Esa agenda incluye al FMI, que lo obliga a la segunda instancia: la toma de decisiones urgentes en virtud de las escasas reservas que le quedan en el Banco Central.
Bajo ambas condiciones, Alberto Fernández busca una especie de relanzamiento "silencioso" de la gestión, que lo ayude a transitar sin inconvenientes el último mes del año.
Diciembre -ya es una tradición en la vida política argentina- es un mes complicado. Se acumulan tensiones y reclamos, que suelen recalentarse en épocas difíciles como la actual: el combo pandemia sumada a la elevada inflación suma al cansancio y malhumor colectivo.
Tanto, que algunos de los buenos registros que el Gobierno tiene para mostrar -una recuperación de la actividad superior a la estimada por propios y ajenos- pasa prácticamente desapercibida.
Al contrario, medidas como la tomada el último jueves -la prohibición de pagar en cuotas los viajes al extranjero- amargan a la golpeada clase media acomodada, que ya no le quedan atajos para acercarse a los dólares "baratos".
De cara a las últimas semanas de este atribulado 2021, la Casa Rosada se enfocará en dos cosas, con la secreta esperanza de mejorar las expectativas.
Una tiene que ver con la inflación de los alimentos y el ingreso de la franja más golpeada de la sociedad. Se trabaja en un nuevo acuerdo de precios de la carne, que incluirá a los denominados "cortes populares".
Con los frigoríficos se negocia el alcance de la medida -la cantidad de toneladas de carne que llegarán a los supermercados a precios más bajos- y, justamente, los valores a los que se conseguirá.
En la última semana, el precio de la carne se moderó después de tener subas de 25% promedio. Hubo algunas bajas tanto en Liniers como en los frigoríficos.
La posibilidad de un aumento en las retenciones a las exportaciones de carne -actualmente en el 9%- levantó la guardia de los funcionarios que se oponen a un recrudecimiento de la pelea con el "campo". Dos ministros, Matías Kulfas y Julián Dominguez, cuestionaron con severidad la postura de Roberto Feletti, quien públicamente avaló esa medida.
El ministro de Desarrollo Productivo cree que la clave para pelearle a la inflación pasa por sumar dólares en las reservas y así -una vez logrado el objetivo- evitar las restricciones comerciales y cambiarias.
Hay algo en lo que coinciden Kulfas y Domínguez: la estabilización y el crecimiento económico llegarán de la mano de mayores exportaciones, y por lo tanto no hay que interceder en ese camino.
Juan Manzur es clave en este armado. El jefe de Gabinete también cree que la clave para salir de la actual trampa económica es a través de las señales muy claras a los mercados (no sólo al financiero) y a los empresarios.
Por eso mismo, el jefe de Gabinete continuará esta semana con una agenda en la que incluirá inversores de Wall Street. Continúa con su trabajo, iniciado hace un par de meses en Washington, tratando de convencer de que, ahora sí, el Gobierno avanza hacia un acuerdo con el Fondo.
Así lo transmitió incluso el ministro del Interior, Wado de Pedro, un referente del "ala kirchnerista" de la coalición gobernante. "Todo el Gobierno tiene la misma postura ante el FMI", definió De Pedro en un encuentro con ejecutivos españoles. "Estamos alineados a la negociación que lleva adelante el ministro Guzmán", dijo ante representantes de 16 grandes compañías españolas con presencia en el país.
De Pedro cambió. Hace un mes, nada más, había sido crítico de las reuniones con ejecutivos que organizaba la Casa Rosada.
Martín Guzmán también juega en tándem con Manzur, Domínguez y Kulfas. El ministro de Economía cree en los acuerdos de precios, como una herramienta válida para mejorar las expectativas.
"Es necesario que el sector público y privado construyan acuerdos que permitan tener un ancla más para la formación de expectativas", definió Guzmán en las últimas horas.
Puertas adentro, los funcionarios admiten que el camino hacia la recuperación sostenida es muy estrecho. Y que requerirá de una gran pericia y gestión, algo que no caracterizó a la administración en sus primeros dos años. El acuerdo con los bonistas privados se demoró más de la cuenta, lo mismo que la negociación con el Fondo.
A Guzmán, el "ala K" le sigue reprochando que su aclamada renegociación no trajo la solución prometida: los títulos de la deuda argentina rinde cómodamente arriba del 20% anual en dólares. Como si estuviesen en default, en lugar de recientemente lanzados.
El Gobierno está convencido de que ese camino será la consecuencia de un "paso a paso", una estrategia destinada a mejorar las expectativas. Acá y en el exterior.
A falta de recursos para incrementar la ayuda directa a los sectores más postergados y a los jubilados, que este año volverán a perder contra la inflación, en los próximos días habrá anuncios para la Navidad: más acuerdos con empresas de la alimentación y con comerciantes.
A esta altura de la crisis cambiaria, el Gobierno parece conformarse con asegurar la estabilidad del tipo de cambio oficial.
Lo que está por verse -seguramente en las próximas semanas- son las condiciones que le pondrá el Fondo Monetario para cerrar trato sin una devaluación abrupta.
El cuidado extremo de las reservas del BCRA -está a la vista- forma parte de los reclamos urgentes.
Es muy probable que dentro de esos pedidos se incluya la aceleración de las mini devaluaciones del tipo de cambio oficial. Algo sustancial, en el intento por ir reduciendo la brecha y no se desplome la liquidación de divisas por parte de los exportadores. Aunque es riesgoso si no se mejoran las expectativas generales, en simultáneo.
En eso estará abocada la administración de acá a fin de año. Y también habrá más novedades más allá de las fiestas.