Tras el fuerte revuelo, el Gobierno estudia "flexibilizar" el cepo a las cuotas con tarjetas para viajes al exterior
La portavoz de la Presidencia de la Nación, Gabriela Cerruti, aseguró que la decisión del Banco Central (BCRA) de limitar el financiamiento de las compras en cuotas con tarjetas de crédito de pasajes y servicios de turismo al exterior, es "una medida puntual y momentánea" que "viene a cuidar el rumbo" de la economía.
El Banco Central limitó el jueves el financiamiento de las compras en cuotas con tarjetas de crédito de pasajes y servicios de turismo al exterior como alojamientos, excursiones y alquiler de transporte, entre otras, tanto en forma directa o abonadas a través de agencias de viajes, plataformas web u otros intermediarios.
La iniciativa fue adoptada a través de la Comunicación "A" 7407, y entró en vigencia el viernes.
Pero fuentes oficiales confirmaron que se estaba analizando algunas mofidicaciones a la norma por el fuerte impacto que tuvo en los mercados tanto internacionales como domésticos.
Según explicó Cerruti, "es una medida puntual y momentánea y se da en un marco de salida de los cuatro años del macrismo y de los dos años de la pandemia, y de estar en negociaciones para resolver la cuestión de la deuda externa".
También puntualizó que esa deuda "ha dejado comprometida a varias generaciones de argentinos", y que al Gobierno del Frente de Todos "le toca hacer un esfuerzo más de superar este obstáculo, que tiene que ver específicamente con que los viajes al exterior no van a poder ser pagados en cuotas".
Cambios por reacciones adversas
Esta medida generó fuertes reacciones adversas en el sector. Un caso puntual fue el de Despegar, cuyas acciones tuvieron una estrepitosa caída de más del 16% en Wall Street.
En dicha jornada, la empresa perdió u$s136 millones en capitalización de mercado, por lo que pasó a valer u$s689 millones. Del total de la pérdida, u$s74 millones corresponden a lo que se generó luego de las medida del BCRA y el riesgo local, y el resto es de factores globales.
A esto hay que sumar que la medida se puso en marcha en mismo día en que se estaba por realizar el Black Friday, que es la fecha en que más se aprovecha para comprar con fuertes descuentos y en cuotas cerca del inicio de las vacaciones.
En ese ámbito reconocieron que la medida del Gobierno cayó como una bomba y que los números de esta jornada de beneficios cerrarrían con una caída probablemente estrepitosa.
A la par de la situación con los paquetes y tickets al exterior alcanzados por lo establecido desde el BCRA, también comenzaron a brotar complicaciones para las compras de pasajes de cabotaje.
En este contexto fue que el Gobierno ya evaluaba incluir alguna modificación a la medida al ver la precupación en torno a esta decisión. Una de las opciones que se analizaría es la de mantener las cuotas con algún interés si se trata de un viaje al exterior.
Por otra parte, Cerruti indicó que "el Banco Central va a estar monitoreando la situación" y precisó que "la medida se extenderá o no de acuerdo con la situación que vaya evaluando en su conjunto sobre la situación financiera y macroeconómica de la Argentina".
La decisión del BCRA busca desalentar la compra de paquetes al exterior dado que, entre 2012 y 2020, la Argentina sufrió un importante déficit comercial por cuenta turística, que se tradujo en una salida de divisas de volumen considerable, y también procura preservar las reservas en momentos en que el Gobierno se encuentra en una negociación con el Fondo Monetario Internacional por la deuda de u$s44.000 millones contraída durante la gestión de Mauricio Macri.
Turismo sin tarjeta: el reverso de la crisis del BCRA
La limitación a la compra de pasajes aéreos con tarjeta de crédito fue una de las medidas económicas más impactantes del año y, al mismo tiempo, una de las más obvias y anunciadas. Con el levantamiento de las restricciones sanitarias, era inevitable que reapareciera una de las principales "canillas" por las cuales se fugan las divisas: la masiva salida de turistas argentinos al exterior.
De hecho, si hasta ahora los problemas de reservas del Banco Central no habían sido más graves fue "gracias" a la anestesia que supuso la pandemia en el rubro turístico. Pero bastó con el afloje tras la vacunación masiva para que la gravedad del problema se insinuara de inmediato: los datos de septiembre ya marcan niveles que no se veían desde diciembre de 2019.
Ese mes, el último informado oficialmente por el Banco Central, indica que la cuenta de "servicios" registró un déficit de u$s558 millones, dentro de los cuales los fletes y seguros explican u$s396 millones, mientras que los viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta de crédito sumaron u$s228.
¿Qué tan grave podía ser la situación para las cuentas oficiales? A juzgar por los antecedentes históricos, muy grave: en 2019, que no fue uno de los años más brillantes en términos turísticos, dado que ya la moneda se había devaluado mucho, la salida de dólares por turismo fue de u$s7.000 millones.
Claramente, una cifra imposible de ser empardada por el ingreso de turistas extranjeros, pese al optimismo que intentaban transmitir funcionarios como el canciller Santiago Cafiero y el ministro de turismo, Matías Lammens, quienes se habían mostrado confiados en que rápidamente el país recuperaría la cifra de visitantes previa a la pandemia: unos 6,2 millones de turistas al año.
Una amenaza para las reservas del Central
El que, evidentemente, no compartía ese optimismo era para el titular del BCRA, Miguel Pesce, quien veía una situación clara e inexorable: con reservas netas cayendo en picada y, para colmo, con expectativas de una devaluación veraniega, ese rubro de turismo sólo podía subir.
Para tener una dimensión del potencial daño del turismo emisivo sobre la caja del Banco Central, el déficit del 2019 por la cuenta de viajes más que triplica el nivel de reservas netas que los economistas advierten que quedan cuando a la cifra oficial de u$s42.000 millones se le restan los encajes bancarios, los préstamos internacionales, los swap y las tenencias en oro.
De hecho, las fechas más temidas por Pesce no eran las del calendario electoral sino las de las promociones de las agencias turísticas: ya el turismo había vuelto a ser el gran protagonista del CyberMonday, donde explotaron las ofertas de viajes aéreos en 12 cuotas fijas.
Los empresarios del sector turístico, como dejaron en claro los organizadores del CyberMonday, creen que habrá un "efecto puesta al día" por parte de aquellos acostumbrados a vacacionar en el exterior y que tuvieron que abstenerse por las restricciones sanitarias.
Por lo pronto, todos los días llegan noticias sobre reapertura de rutas aéreas que habían sido descontinuadas o restringidas. Por caso, la aerolínea "low cost" Flybondi, que había anunciado el regreso de vuelos a Florianópolis y Punta del Este, agregó ahora las rutas a San Pablo y Río de Janeiro.
Mientras que destinos clásicos, como Madrid y Miami, ya operan con varias frecuencias diarias y al menos tres líneas aéreas que hacen la conexión directa, casi en el régimen previo a la pandemia.
La historia muestra, por otra parte, que pocas cosas son más estimulantes para el turismo que el temor a una devaluación. Y las últimas semanas han sido pródigas en pronósticos de ajuste cambiario.
Lo cierto es que hay una correlación clara entre los períodos de mayor salida de dólares por turismo y los momentos en que se percibió un retraso cambiario.
En su momento récord, en 2013, la salida de divisas por turismo tocó la cifra de u$s8.730 millones. Al año siguiente, se produjo una brusca caída de 38%, y curiosamente esto ocurrió en un momento de "relajamiento" del cepo. Claro, el detalle fundamental era que en el verano de ese año, con Axel Kicillof recién asumido en su cargo de ministro, el dólar tuvo una suba del 25%.
De manera que si una enseñanza dejó la experiencia del cepo es que, cuando coincide con un momento de retraso cambiario, no hay restricción cambiaria capaz de frenar la voluntad de la clase media argentina por viajar. Dado que los pasajes de avión cotizan en dólares, la relación que manda en ese caso es la del costo del pasaje contra el salario en dólares.
En la gestión de Mauricio Macri, sin cepo cambiario, se registró el récord histórico de salida de divisas por turismo. En 2017, cuando se decidió anestesiar al tipo de cambio para llegar con mejor humor social a la elección legislativa de medio término, los viajeros le significaron al Banco Central un costo de u$s10.600 millones.
En aquellos días en los que se había puesto de moda hacer compras de electrónica, ropa o lo que fuera en Chile, Miami y otros destinos de costos más baratos que Argentina, los saldos por gasto con tarjeta de crédito en el exterior llegaron a los u$s800 millones y crecía a una velocidad desbocada de 30% anual.
Y, ahora, esta nueva restricción llega justo cuando se esperaba otro boom de ventas promocionales con el Black Friday. De hecho, una de las quejas que explotaron ni bien conocida la resolución oficial fue que las agencias ya habían confeccionado sus paquetes promocionales y que esta movida obligaría a revisar toda la estrategia financiera.
Por estas horas, el mercado turístico es un hervidero de rumores: al tiempo que hubo declaraciones de repudio, hay versiones sobre acciones judiciales -hay quienes sostienen que el BCRA no tiene potestades constitucionales para prohibir una financiación en cuotas- y también hay rumores respecto de medidas urgentes de los bancos para tratar de paliar el golpe. Se especula que mediante nuevas líneas en forma de crédito personal se pueda sustituir el uso de la tarjeta, el medio masivamente utilizado por los turistas que van al exterior.
Pero lo cierto es que, visto desde el punto de vista de Pesce, la polémica medida tiene su lógica: ya no pueden agregarse más impuestos a los turistas. Desde diciembre de 2019 pagan el 30% "solidario" sobre el valor del dólar, a lo que el año pasado se agregó la percepción de 35% por adelanto de las Ganancias o de Bienes Personales. Y esto se agrega a otros rubros que duplican el costo de un pasaje de avión, como tasas, gastos de administración y tributos específicos.
En otras palabras, más impuestos que encarezcan los viajes no pueden implementarse, con lo cual sólo quedaba a mano restringir la financiación.