Riesgo país récord: el mercado advierte que la recuperación de la economía puede quedarse sin aire y dólares
A esta hora, hay preguntas que son obvias. Aunque no así las respuestas: ¿Cuál es la verdadera Argentina? O más bien, ¿podrán convivir las dos "Argentinas"? La que muestra una decisiva recuperación de la actividad económica, tras el desplome por el Covid, que supera las propias previsiones oficiales.
Y la "otra Argentina". Aquella cuyos activos financieros no paran de hundirse. Y la que atraviesa una severa crisis cambiaria, y que no encuentra un ancla ni siquiera con una negociación con el Fondo Monetario que parece encaminarse, según las últimas declaraciones de Martín Guzmán.
La respuesta parece clara: una cosa es la dinámica de la recuperación que, por más poderosa que sea, no está asegurada si al Banco Central le faltan dólares. Algo que ni siquiera puede asegurar el superávit comercial récord, como el que tendrá el país este mismo año.
La brecha cambiaria del 100% -producto del cepo y de la ola dolarizadora por la desconfianza- le pone límites a la reactivación. Y nadie puede asegurar que la recuperación de hoy se pueda sostener ni siquiera en el corto plazo.
Ahora bien, la segunda cuestión. ¿En qué puede perjudicar el derrape de las cotizaciones de los bonos, en un país -como la Argentina- que no tiene acceso al mercado voluntario de crédito desde hace años? ¿Por qué debería preocupar? ¿Se intensificarán las tensiones cambiarias?
Por lo pronto, la tendencia resulta llamativa: los activos financieros locales -acciones empresarias y títulos de la deuda- profundizaron las caídas a pesar de que los precios ya se encontraban a niveles de "remate".
Los papeles de la deuda resignaron ayer martes un 3,8% adicional, en promedio, lo que llevó al índice de riesgo país a ubicarse por encima de los 1.800 puntos, un nivel récord desde la reestructuración de la deuda privada, en agosto del año pasado.
También resulta notable el hundimiento de las acciones de empresas argentinas que cotizan en Nueva York. Algunas acumulan pérdidas de valor superiores al 25% desde que pasaron las elecciones. Hace diez días, nada más.
En el horizonte aparecen distintas cuestiones que ayudan a comprender el escenario, cada vez más complicado. Desde un "efecto fin de año", ante el inminente cierre de balances en los fondos de inversión en medio de un cuadro de incertidumbre local, pero también internacional. Con distintas variables que llenan de preocupaciones a los inversores globales.
Hay un tercer nivel de acercamiento en el análisis: la posibilidad de que todo este empeoramiento termine por convencer a los financistas de que la Argentina será incapaz de surfear la situación sin antes atravesar un agravamiento de su propia crisis.
También hay que decir que la caída de bonos y acciones no se debe a un mal exclusivo de la Argentina.
La racha negativa incluye a varios de los principales mercados emergentes -como Brasil, México o Colombia-, que se ven perjudicados por el "vuelo hacia la calidad" de los inversores, que prefieren comprar bonos del Tesoro estadounidense antes que mantener una posición de riesgo.
La posibilidad de que las presiones inflacionarias globales se mantengan los próximos meses, y que esa eventualidad se traduzca en un enfriamiento de la economía mundial implicó la salida de capitales desde los emergentes en las últimas jornadas.
En el "efecto fin de año", los inversores parecen más inclinados a comprar activos sólidos, por más que rindan mucho menos que los "emergentes", pero no pasar zozobra, al menos durante las próximas semanas.
Las últimas noticias de que los contagios de Covid volvieron a explotar en Europa sumó más confusión hacia adelante.
En este contexto negativo, la Argentina vuelve a destacarse sobre el resto de los emergentes. Lo que en el resto de los países puede interpretarse como una corrección temporal, en la Argentina implica un derrumbe total.
Lo dicho: ADR que se desvalorizaron más de 25% en una semana y bonos que ya valen como en la previa a la explosión de la convertibilidad. Algo que para muchos puede sonar irracional.
Lo concreto es que, sin novedades en la negociación con el FMI, y con un gobierno que no da certezas sobre el rumbo que tomará para los próximos meses, los inversores venden a pesar de los precios de remate.
El escenario, guste o no, también tiene implicancias para la economía real. Y no porque la Argentina dependa del financiamiento externo. Esta posibilidad está vedada desde hace más de tres años.
El impacto se dará por el seguro aplazamiento que haría cualquier inversor por "hundir" dólares en la Argentina, en un contexto donde el "riesgo país" se acerca a los 2.000 puntos. "Los que confiaron vienen perdiendo mucho", dice a iProfesional el analista de un banco extranjero, que convocó a clientes en la reestructuración de la deuda, el año pasado.
La ola de ventas de acciones y bonos le da vida también a la especulación cambiaria. Aun con "súper cepo", los financistas apuestan por una devaluación. Algo que el Gobierno viene rechazando de plano.
La escasa credibilidad del Gobierno juega en contra, sin dudas. El aviso de Martín Guzmán de que habría acuerdo con el Fondo antes de las fiestas de fin de año no mejoró el escenario. Al contrario, en los últimos días todo empeoró.
Con pocas reservas en el Banco Central, los operadores quieren ver para creer. Mientras tanto, las turbulencias continúan. Y el Banco Central hace malabares para no perder divisas en el día a día. En eso está la atribulada economía argentina. A pesar de que los números de la macro -por ahora- parecen sonreírle.