La Argentina del empleo público: cuántas personas sumó el Estado en la última década y cuántas perdió el sector privado
Los datos oficiales arrojan que en diez años la nómina de asalariados que se desempeñan en la planta de Nación, provincias y municipios ronda los 3,3 millones de personas.
Representa un incremento de casi 30% respecto de los 2,5 millones contabilizados hace diez años.
A contramano, durante la última década el empleo privado cayó casi 5%, en un fenómeno que se agravó durante la pandemia.
En casi diez años, la cantidad de empleados registrados del sector privado descendió de 6,1 millones a 5,8 millones.
Las empresas le apuntan a varios factores: a la recesión, le suman la vigente prohibición de despidos sin causa y la doble indemnización, además de lo costoso que es tomar un empleado en el país.
Más allá de cuáles sean las causas, las cifras reflejan que hay un problema, si por cada puesto perdido en la esfera privada, se crean tres en la pública, cuando el país soporta un fuerte déficit fiscal.
De acuerdo con estadísticas del INDEC, para alcanzar los niveles de empleo anteriores a la pandemia, se deberían crear medio millón de puestos de trabajo.
Existe un estancamiento en el empleo privado y los puestos que se van generando corresponden al sector público o a categorías relacionadas con la precariedad, de acuerdo con los últimos reportes del Ministerio de Trabajo.
En enero de 2012, el sector privado le daba empleo al 56% del total de trabajadores registrados, pero esa participación cayó al 49% en el último año.
Al contrario, la nómina de asalariados que cobran de Nación, provincias y municipios subió de 2,5 millones a 3,3 millones.
Los estatales eran el 23% del total de trabajadores en 2012, mientras que ahora son el 28%, según la información oficial.
En la última década, los trabajadores autónomos cayeron a 370.000, cuando en 2012 eran 409.000. Es una reducción del 10%.
En cambio, los monotributistas se incrementaron un 23%, de 1,3 a 1,6 millones.
También hubo una fuerte alza del empleo registrado entre el personal de servicio doméstico, que subió casi 30%, al pasar de 390.000 en 2012 a 475.000 en junio último.
El mayor crecimiento se produjo entre inscriptos en la categoría de Monotributo Social, que pasó de 165 mil en 2012 a 370 mil en la actualidad. Representa un alza cercana al 120%.
De acuerdo con un informe de la Fundación Libertad y Progreso, al que accedió iProfesional, el estancamiento en la creación de empleo privado arrancó en el 2011, cuando "se acabó el boom de los commodities y se impuso el primer cepo cambiario del kirchnerismo".
"A partir de ese entonces sólo se creó empleo privado en épocas electorales, con excepción a 2019", consignó.
El ciclo económico electoral se inicia con un gobierno que expande el gasto público (obras y subsidios) para intentar ganar elecciones, lo cual genera inicialmente un repunte de la actividad económica, pero de corto plazo.
"Eso es lo que se ve en los años impares (electorales). 2013, 2015 y 2017 son años en donde el empleo privado creció. Sin embargo, como la Argentina tiene perspectivas futuras que alienten la inversión privada que crea empleo privado de calidad, el rebote no se sostiene y entramos en un año de caída del PBI y de destrucción del empleo privado", señala el informe.
A partir del 2018, un año que, en principio, prometía cortar con este ciclo de caída en los años pares, la economía se desplomó como consecuencia de la crisis de confianza que sufrió el gobierno de Cambiemos.
"El hecho de haber postergado las reformas estructurales no fue gratis y el mercado dejó de prestarle dinero a un gobierno que sostenía el gradualismo fiscal mediante endeudamiento", advierte.
En 2020, la crisis que desencadenó la pandemia y la floja gestión económica del gobierno del Frente de Todos llevó a que la caída del empleo privado se profundizara. Con datos hasta julio del 2021, hay 385.000 empleos privados menos que en el pico de diciembre de 2017.
En simultáneo, el empleo público parece no sentir las crisis, es más, sigue creciendo. Desde diciembre del 2017 hasta julio del 2021, el empleo público creció en 132.000.
En el medio pasaron dos crisis económicas, pero tanto la Nación como las provincias y los municipios siguen aumentando sus plantillas, donde se produce el fenómeno del apilamiento de empleados y contratos, ya que buena parte de los que fueron contratados en el gobierno anterior, logran resistir y quedarse en la siguiente administración.
"De esta manera el Estado sigue incrementándose. La contrapartida de un Estado muy grande es una necesidad de financiamiento de la misma magnitud. El problema es que la sociedad argentina no está en condiciones de aportar esos recursos mediante impuestos. El resultado de esto es el financiamiento mediante emisión monetaria que nos lleva a vivir con una inflación superior al 50%", alerta el informe de Libertad y Progreso.
Según datos del Ministerio de Trabajo, desde que empezó la pandemia, 89.247 asalariados privados perdieron su empleo, lo que representa una caída del 1,5% del empleo privado, mientras que se crearon 86.000 empleos públicos, marcando una suba del 2,7% en este sector.
Así, la grieta entre el sector público y el privado se profundizó con el COVID-19, aunque ello no es exclusivo de esta gestión, pues el punto de inflexión fue la crisis de confianza en 2018.
Desde diciembre del 2017, el empleo público creció en 131.800 puestos, mientras que se perdieron 385.000 empleos privados.
Si bien el primero aumentó su planta casi a la par de la caída del segundo, no logró recuperar los empleos perdidos. En porcentaje, el privado cayó 6,1% en simultáneo al crecimiento del 4,2% del público. En términos interanuales, puede notarse que el empleo público creció un 3,1% este año, la mayor suba interanual desde junio del 2016.
Diego Piccardo, economista en la Fundación Libertad y Progreso, indicó que los gobiernos fueron decisivos en este detrimento: "Los datos muestran que, a la hora de enfrentar una crisis, es el sector privado el que termina realizando el ajuste mientras que el sector público sigue contratando trabajadores", señala.
Qué pasó durante la pandemia
Además, Piccardo hizo foco en los últimos dos años y explicó que "si para enfrentar una crisis como la del 2018 o la del COVID-19, el Estado contrata más trabajadores financiados mediante mayores impuestos o inflación, el sector privado se va a terminar asfixiando cada vez más como consecuencia de esta enorme presión tributaria".
Otro factor a tener en cuenta es la regulación laboral y la industria del juicio, que generan altos costos tanto para las pymes como para grandes empresas, y deben medirse a la hora de contratar trabajadores.
Aldo Abram, director ejecutivo en Libertad y Progreso, propone "disminuir la carga impositiva sobre el salario, pero también reformar la legislación laboral que hace sumamente riesgoso tomar un trabajador".
"Ambas cosas permiten bajar el costo extra salarial y por ende, incentivar la creación de puestos productivos sin afectar los ingresos del empleado", destaca.
Piccardo, por su parte, compara la prohibición de despedir con el cepo cambiario: "Como sucede con la entrada de dólares, que un cepo desincentiva la entrada de divisas, cuando se impone un cepo para despedir empleados, se desincentiva contratar nuevos trabajadores".
Y agrega que "a pesar de la fuerte recuperación económica, la cantidad de empleo productivo está lejos de los momentos previos a la pandemia; ya que nadie sabe cuándo va a volverse a caer la demanda de sus productos y no quieren encontrarse con una nómina salarial que no puedan reducir".
La mayoría de los especialistas consultados por iProfesional coincidió en que la Argentina debe insertarse en un círculo virtuoso de crecimiento, creación de empleo, mejoras salariales y estabilidad macroeconómica, para empezar a salir de la crisis y crear empleo.
Y a su vez salir del círculo vicioso de estancamiento, déficit fiscal e inflación en el que se encuentra actualmente.
Para volver a retomar el camino de la creación de empleo privado, es necesario que crezca la inversión productiva. A mayor inversión, se incorpora más y mejor tecnología, que mejora la productividad de los trabajadores y, por ende, se crea más empleo, y los salarios reales suben, sostienen.