El plan "platita" de Cristina no está derramándose al consumo, a tres semanas de las elecciones
A tres semanas de las elecciones, el "plan platita" se queda con las ganas. Todo hace suponer, a menos que Alberto Fernández guarde una carta de último momento, que Martín Guzmán se saldrá con la suya. Que la idea de un "ordenamiento fiscal" pudo más que la presión pública de Cristina Kirchner por agrandar el gasto público, con el objetivo de dar vuelta el resultado el 14 de noviembre.
No hubo IFE 4 ni bono extraordinario para los jubilados (esta última podría ser la carta de última instancia del Presidente previo a las elecciones, se entusiasman en el Instituto Patria), y lo que sí hay es un déficit fiscal que terminará el año cerca del 3,5% del PIB, mejor de lo previsto por Guzmán pero en línea con lo que el ministro vino negociando en secreto con los técnicos del FMI.
La contracara de ese esfuerzo es que el consumo masivo no levanta. Los últimos datos oficiales dan cuenta de que la actividad económica ya recuperó lo perdido con la explosión de la pandemia. Pero esa mejora no alcanza al consumo. Lo demuestran los últimos relevamientos de consultoras y bancos.
Para peor, la agitación en el mercado cambiario le pone una cuota adicional de incertidumbre y angustia a la dura realidad de la mayoría de los argentinos.
Un último informe de BBVA Research -que mide los gastos con tarjetas de los clientes del banco y que sirve como referencia del resto del sistema- da cuenta de un estancamiento en el consumo.
Ese estancamiento se produce cuando el nivel del consumo se encuentra todavía 10% por debajo de la prepandemia (febrero de 2020).
Para tener en cuenta: según acaba de difundir el Indec, la actividad económica ya está 0,3% por encima de febrero de 2020. Con lo cual -y siempre de acuerdo a la muestra del BBVA (uno de los bancos líderes del sistema financiero)-, el consumo corre por detrás y está lejos de liderar la recuperación de la economía.
Igual, es interesante resaltar que mientras el consumo de los servicios ya recuperó casi todo lo perdido, no sucede lo mismo con el consumo de bienes.
Ante una consulta de iProfesional, desde el BBVA Researh explican: "El rubro servicios está empujando más que nada por la reactivación del turismo y la gastronomía".
En tanto, continúa el análisis, "el rubro bienes se encuentra más bien estancado. Vemos que se está normalizando el nivel de gastos en los sectores que crecieron durante la pandemia: Alimentos, Hogar, Tecnología bajan (estaban muy altos por la pandemia). Y a la vez parece apagarse el boom de gastos en la construcción que hubo a finales del año pasado. La construcción sigue empujando pero mucho menos que lo que venía haciéndolo. Este año, incluso, viene más impulsado por la obra pública que por el gasto privado".
En conclusión, afirman desde el BBVA, todo hace suponer que hay una especie de "enroque" entre los gastos de consumo que crecieron durante la pandemia (alimentos, hogar) versus los que se reactivan ahora, con las reaperturas de las actividades (restaurantes y turismo). "A lo que se suma que pierde dinamismo el boom que tuvo la construcción con el salto del dólar blue a fines del 2020", destacan desde la entidad.
En el mismo sentido, pero haciendo hincapié en el consumo masivo (supermercados, mayoristas y autoservicios), la consultora Scentia -una de las más importantes del mercado- resaltó en su último reporte que los gastos de las familias se expanden pero de manera muy acotada. Y exclusivamente en las grandes superficies, en contra de lo que se verifica en autoservicios y almacenes barriales.
Scentia midió una mejora en septiembre de tan sólo el 2% en todos los canales, que todavía no logra revertir un año que muestra un rojo de 4,7%.
Según el informe de Osvaldo del Río, el nivel de consumo cayó 2,5% en la zona metropolitana (AMBA) y creció 5,6% en el resto del país.
La Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (CICCRA) dio cuenta en su último informe que el consumo de carne vacuna cayó a 47,3 kilos promedio en el período enero-septiembre de 2021. Se trata del menor nivel desde que la Cámara mide el nivel de consumo.
El año pasado, el consumo promedio por habitante fue de 49 kilos, con lo cual este año se encamina a empeorar el récord de "peor registro de consumo en los últimos 100 años".
La conclusión es que el consumo popular se mantiene en niveles críticos y -a tres semanas de las elecciones de medio término- hay que interpretarla en clave electoral: los argentinos irán a la urnas con el nivel de compra más bajo de las últimas elecciones.
Cuando se analiza el consumo de productos sensibles para la sociedad -asado o yerba- y otros que tienen que ver con el ahorro (autos o electrodomésticos), la conclusión es la misma: la retracción del poder adquisitivo es tal que impacta en los bolsillos de manera transversal.
La consultora Analytica, dirigida por el economista Ricardo Delgado, resumió en un informe esa caída en el nivel de consumo. El informe completo se publica más abajo.
Midió la realidad en el consumo de asado, aceites, pan y leche. También las ventas de heladeras y de autos. Lo mismo con el esfuerzo que deben hacer los inquilinos para pagar el alquiler, siempre en comparación con las elecciones de los últimos años. Se toma en cuenta un salario medio en la CABA para una persona de 40 años de edad.
El informe de Analytica, en base a datos oficiales, da cuenta que, por ejemplo, en kilos de asado, en la actualidad un salario medio de un trabajador en la ciudad de Buenos Aires compra 109,4 kilos de asado contra 196,2 kilos en las PASO de 2019.
El poder de compra medido en kilos de pan, la caída fue de 456,4 kilos a 372,3 kilos en los últimos dos años. Como ocurre con la mayoría de los productos, el nivel de consumo actual es el peor de las últimas cinco elecciones.
Otra variable: para comprar un auto 0 kilómetro ahora se requieren 24,5 salarios, contra 22,1 salarios de hace dos años. Para las PASO de 2017 se necesitaban algo más de 15 sueldos.
Sin "plan platita" que ayude a morigerar este escenario, para el Gobierno se hará complicado dar vuelta el resultado de las urnas. De ser así, la gran pregunta es cómo se evitará un agravamiento de la crisis. Y la consecuencia política que tendría ese escenario electoral.