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"Argentina debe asumir que los días de la soja a u$s600 no van a volver", alerta experta en mercados agrícolas

Marianela de Emilio, analista de mercado de commodities, explica el cambio de contexto internacional y cómo puede impactar sobre la economía argentina
04/10/2021 - 06:44hs
"Argentina debe asumir que los días de la soja a u$s600 no van a volver", alerta experta en mercados agrícolas

Marianela de Emilio, ingeniera agrónoma, docente e investigadora del INTA, es una de las analistas de mercados agropecuarios más influyentes. Desde sus intervenciones en el sitio Agroeducación, pone la lupa sobre los aspectos internacionales -y también los de política interna- que inciden en las fluctuaciones de los precios.

Y su mirada deja algunas conclusiones inquietantes: si bien ve una demanda alta por los productos que exporta argentina, advierte que los precios récord que este año ayudaron a equilibrar la balanza de pagos, difícilmente puedan repetirse en la próxima campaña.

A continuación, una síntesis de su charla con iProfesional.

-¿Cuál era la excepción, la soja de 600 dólares o la de 460 que vemos hoy? Y en todo caso, ¿qué hay que prever para la próxima campaña agrícola?

-La verdad es que la soja a 600 es muy difícil que lleguemos a verla nuevamente. Estamos en un mercado donde los techos ya fueron tocados. Y no creemos que haya una mayor suba.

Miramos la demanda y qué vemos. Siendo China el primer cliente internacional de soja no se espera que esté creciendo en 2022 al ritmo de este año. Venían creciendo vorazmente y comprando por adelantado la campaña 2021-2022. Pero está la cuestión energética dando vueltas, el gas y el carbón que se van a los máximos. Muchas cuestiones vinculadas a la situación energética hacen que China tenga plantas de producción de molienda por un tiempo para evitar consumo energético. Eso no va a hacer que China consuma menos soja porque en verdad tiene una capacidad instalada mayor a la que realmente ocupa. Pero son señales que hablan de una desaceleración en el consumo.

Esto quita fuerza a la demanda para el corto plazo. Si el tema energético sigue complejo y el crecimiento económico no va a ser tal, tanto en Estados Unidos como en China, entonces el consumo no va a crecer.

En cuanto a la oferta, Sudamérica espera para el primer trimestre del 2022 un nivel de lluvias inferior al normal. No sabemos si va a haber sequía, pero sí que veremos pocas lluvias en el sur de Brasil y en la parte productiva de la Argentina. Justo enero y febrero son meses clave para soja y maíz en Argentina. Entonces, ¿qué pasará si el clima juega una mala pasada y vamos a un fenómeno de La Niña? En ese caso sí podríamos ver una suba del precio de la soja. Pero no es algo que estemos esperando ahora.

-Si no hubiera una situación extrema de sequía, ¿el precio internacional de hoy estaría en un nivel correcto o tiene margen a la suba?

-El precio de hoy está dentro del rango de precios altos. Si mirás la curva de Chicago, los máximos se dieron en mayo y junio, y empezó a bajar. Pero cayó sólo un escalón dentro de ese ciclo de precio alto. Lo mismo con el maíz, vemos precios que se mantuvieron. Entonces son precios donde no sobra pero tampoco falta.

-Hablando en plata, para este año se proyecta que la exportación agrícola argentina podría dejar 30.000 millones de dólares. ¿Es factible pensar en que eso se repita en 2022 o habrá una caída?

-Podríamos pensar en un número más bajo. Una vez que se defina la campaña en Sudamérica, si no hay faltante de producto y puede empezar a apretar el marco internacional, pensemos que nosotros empezamos a vender en abril, podríamos tener un riesgo de caída de precio. La verdad es que los precios de hoy de los mercados futuros son muy interesantes para el productor.

¿Qué pasa si se nivela para abajo? Ahí estaríamos complicados. Esto es una cuestión de gravedad: cuando estás arriba hay más probabilidad de bajar que de permanecer ahí, y en estos momentos tenemos el miedo del clima.

Así que, en términos de divisas, podemos encontrarnos con un escenario de doble golpe: una campaña con rendimientos un poco inferiores a lo normal y encima con precios en baja, eso nos va a complicar. Es por eso que a los productores les aconsejamos que hagan opciones para asegurarse un precio, por lo menos a parte de la producción y de esa forma proteger la rentabilidad del año que viene.

Marianela de Emilio, analista de mercado de commodities
Marianela de Emilio, analista de mercado de commodities

-Se habla de que se producirá una mayor cantidad de maíz y una menor de soja, al punto que le compramos cada vez más soja a Paraguay para la industria de molienda. Y no queda claro si es una situación para alegrarse o preocuparse. ¿Cuál es tu visión?

-Es un debate que se está dando. Desde el punto de vista agronómico, es positivo que se siembre más maíz, porque la gramínea tiene una raíz diferente, hace otro tipo de aporte de carbono al suelo. O sea que desde lo técnico es positivo.

¿Qué hace Estados Unidos, por ejemplo? Siembra mitad soja y mitad maíz. Brasil hace un 65 soja y un 35 maíz. Y Argentina, hasta hace pocos años hacía seis veces más soja que maíz. Recién ahora está haciendo un 60 de soja y un 40 de maíz. O sea que ahora está más equilibrado. Y siempre desde las instituciones técnicas se bregó para que, por lo menos, se fuera a una relación de dos a uno.

Pero después está la parte económica, la del mercado. Porque que la superficie no es directamente proporcional a la producción. Se espera 44 millones de toneladas de soja y 55 millones de maíz. O sea, con menor superficie, habrá más maíz.

¿Y nosotros qué hacemos con el maíz? Un poquito lo consumimos internamente, un 25%, y el resto va a exportación. Pero la norma en el mundo es que los productores no exportan más que el 30% de lo que producen. Y los que proveen de maíz al mundo son Argentina, Estados Unidos, Brasil, Ucrania. Entonces lo que tenemos que preguntarnos es si el mundo realmente necesita mucho más maíz, y si nosotros producimos más maíz quién lo va a comprar.

¿Por qué la mayoría de los países productores lo usan internamente? Porque con el maíz hacés de todo: carne, industria, glucosa, cervecería, miles de cosas. Es un agregado de valor. Va en línea con lo que el Gobierno ahora que quiere promover.

Pero hay un problema: las cadenas de agregado de valor no se hacen de un día para el otro. Entonces la pregunta qué surge es si vamos a tener cómo absorber el maíz que se va a producir, porque estamos acostumbrados a producir 45 millones de toneladas y ahora vamos a hacer 55 millones. Y si no sabemos aprovecharlo en esas cadenas de valor, nos va a quedar un excedente que vamos a tener que salir a rematar al exterior, y nos van a castigar el precio.

-Hablando sobre las nuevas medidas para el agro y la forma de agregar valor, ¿cómo cayó entre los productores el anuncio de Julián Domínguez?

-Los productores tienen dudas que son razonables, por el entorno político. Pero de todas maneras, quienes están al tanto de las posibilidades de acceso al crédito o beneficios de agregar valor, lo valoran como una oportunidad.

El ministro Julián Domínguez calificó como
El ministro Julián Domínguez calificó como "bienes culturales" a la carne, el trigo y el maíz, una situación que despertó en el campo la sospecha de intervencionismo

-El hecho de que Domínguez defina al trigo, el maíz y la carne como "bienes culturales", ¿es algo que pone contentos a los productores o los hace pensar en más intervencionismo?

-Ahí entramos en el terreno de las percepciones, porque no sabemos en qué pensó cuando dijo eso. Si un bien cultural implica que se va a fomentar la producción para que el mundo conozca Argentina a través de estos productos, es una buena señal. Pero depende de interpretaciones.

Yo habito una zona donde hay productores y sé cómo piensan. Y la realidad es que hay desconfianza, por los antecedentes. La sensación es que no hay una visión de largo plazo, sino que se trata de anuncios cortoplacistas.

-Hay rumores sobre cambios en las retenciones, que implicarían una baja a la soja y una suba al maíz. ¿Tendría sentido eso desde el punto de vista del Gobierno?

-Es un rumor, yo no lo aconsejaría pero tiene cierto sentido fiscal. Es un momento en que se necesita caja y la forma más rápida de hacer caja es la cadena de la soja. Ahí entra un 33% de retenciones. Factura por el poroto, por la harina y por aceite. Entonces si se baja un poquito la soja y se sube al maíz, es una forma de desincentivar la producción de maíz para favorecer que se siembre más soja.

Porque hoy la diferencia de retenciones es de 33% contra 12%. O sea que hay un claro incentivo a favor del maíz, que explica el cambio de tendencia en la superficie sembrada. Y eso ocurre a pesar de que cultivar maíz implica una inversión más alta.

-Los productores del sector de la carne ya están advirtiendo que los precios subirán. ¿Qué crees que ocurrirá cuando eso ocurra?

-No lo van a tomar bien, pero va a ocurrir, porque se va a combinar la falta de oferta y además la tendencia inflacionaria local. Es un doble golpe del que no creo que se pueda escapar. Tal vez se intente alguna regulación como se hizo para topear el precio de la harina.

Va a haber problemas hasta que no se entienda el ciclo productivo de fondo. Si se toma una medida para generar un efecto de corto plazo, te complica a mediano plazo.

Lo que se necesita son señales claras para fomentar el agregado de valor, para que el maíz, las pasturas y lo que agronómicamente es positivo tenga destino.

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